Emi Schobert, en el nuevo restaurante. Salvador Salas

Blossom, una nueva estrella en el Museo de Málaga

El restaurante de Emiliano Schobert reabre en el palacio de la Aduana tras un año de contratiempos y con un único deseo: «Sólo aspiro a disfrutar, que aún no hemos podido»

Juan Soto

Málaga

Sábado, 11 de octubre 2025, 00:01

A Emiliano Schobert, Emi para los amigos y colegas de profesión, se le ve tranquilo. «Venimos de ganar en fútbol 5 y ahora hemos pasado ... a fútbol once; sin duda será todo más fácil». Con este símil futbolístico, deporte que le apasiona como a cualquier buen argentino, compara el traslado de Blossom, el restaurante con el que ha obtenido una estrella Michelin, al Palacio de la Aduana. Y es que el nuevo espacio es gigante si se compara con el pequeño local en el que hacían «milagros» en la calle Strachan. Ahora cuentan con 312 metros cuadrados, diez veces más que en el anterior local y sólo la cocina es más grande que todo el restaurante en el que obtuvieron el reconocimiento gastronómico. Un cambio radical que les abre «un mundo de posibilidades» que esperan aprovechar al máximo.

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Horas antes del primer servicio, que dieron el pasado martes en horario de cena, Emi atiende a SUR con aparente relajación aunque sin dejar de mirar el reloj pensando en los primeros clientes que están por llegar: catorce personas repartidas en una mesa de seis y cuatro de dos. Casi lleno. «Todo lo que imaginaba que teníamos que hacer lo estamos cumpliendo», afirma con rotundidad.

Aspecto interior del nuevo restaurante en el Museo de Málaga. Salvador Salas

Y eso que el camino no ha sido sencillo. Desde que obtuvieron la estrella en noviembre del año pasado, Emi y su equipo han tenido que hacer frente a toda una carrera de obstáculos: a principios de enero se les quemó el restaurante, a finales de ese mismo mes se tuvieron que trasladar de forma temporal al hotel Molina Lario, en marzo regresaron al local de Strachan y ahora afrontan el cambio al Museo de Málaga. Todo eso en menos de un año. «Esta era la idea que teníamos aunque hayamos sufrido tantos traspiés en el camino».

La ubicación

Está en la cuarta planta del Museo de Málaga, en el palacio de la Aduana

Sin lugar a dudas, el nuevo Blossom es uno de los restaurantes más espectaculares (si no el más) de cuantos hay en Málaga. Su ubicación, en la cuarta planta de la pinacoteca, les permite tener las mejores vistas de La Alcazaba, y su diseño, realizado por Lago Interioriza, se ha realizado con el único objetivo de que los clientes se sientan como en casa desde que se toman el aperitivo sentados en un sofá en la terraza.

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A nivel estético, el restaurante ha sido diseñado con el fin de transmitir simpleza y elegancia. En la sala cuentan con ocho mesas y capacidad para 18 comensales (aunque en momentos determinados se puede ampliar hasta 25) y una enorme cocina vista en la que se elaborará el 70 por ciento de los platos. El resto, en una cocina interior que se ha dotado con la última tecnología. «Ahora tenemos una parrilla de carbón y podremos hacer frituras», avanza el cocinero.

Emi y su mujer Lucía muestran las vistas de La Alcazaba desde la terraza. Salvador Salas

Emi explica que todo el cambio lo han hecho poniendo en el centro a los clientes y a su equipo. «Era una cuota pendiente que teníamos con ellos, que hasta ahora aceptaban con cierto placer estar en un sitio que resultaba incómodo y, a veces, informal». «Ahora queremos que se emocionen con el espacio tanto como con la cocina», añade satisfecho.

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Oferta gastronómica

Ofrece dos menús, uno corto por 140 euros y otro largo por 220 euros

Pese al cambio de ubicación, Blossom mantendrá su esencia gastronómica, con platos inspirados en la mezcla de culturas que atesoran Emi y su mujer Lucía de Baggio, que es natural de Italia. La vegetación seguirá teniendo un peso fundamental en la mayoría de las elaboraciones, hasta el punto de que parte de la decoración del local son las hierbas comestibles que se utilizarán para los platos (pentas, oxalis, triangularis, flor de miel...). «Era uno de los desafíos que teníamos, poder tenerlas en el interior».

Dos menús personales

Emiliano ha comenzado esta nueva aventura con dos menús con los que quiere sorprender a sus clientes. El corto, Esencia (compuesto por nueve pases al precio de 140 euros por persona) «está basado en nuestra esencia cultural, que bebe de hasta seis países diferentes» –en esta ocasión contesta Lucía, que le acompaña casi desde el inicio de la entrevista–. El largo, Confluencia (15 pases al precio de 220 euros) es el encuentro de sabores, técnicas, experiencias y cultura del chef. «Su nombre hace referencia a la confluencia de ríos porque a Emi le recuerda a su juventud, cuando le encantaba pescar en el río Limay, que confluye en el río Neuquén».

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El espacio

Cuenta con 312 metros cuadrados; diez veces más que en el anterior local

Entre las grandes novedades que puede encontrarse en el nuevo Blossom destaca su enorme bodega, visible en la misma entrada del restaurante. Ahora cuentan con hasta 600 etiquetas de diferentes variedades y regiones. Para su elección han apostado por vinos identitarios y ancestrales que sean el reflejo del territorio en el que se han elaborado. «Buscamos bodegas comprometidas con el territorio y con su origen, con el terruño y la naturaleza», apuntan.

También van a dar un giro importante a los postres. En el anterior local apenas tenían espacio para prepararlos y aquí buscan dar el salto de calidad que se espera de ellos. «En el anterior Blossom dábamos postres de cocinero y ahora vamos a dar postres de pastelero», resume Emi. Para ello van a crear un centro I+D de pastelería que se ubicará en la planta baja del edificio y que compartirá espacio con la cafetería que también van a explotar en el interior del museo. Se llamará Bloom y está previsto que abra sus puertas el 20 de octubre.

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La cocina está dotada con la última tecnología. Salvador Salas

Vinculado con lo anterior, el cocinero argentino explica que uno de los grandes objetivos del nuevo espacio es ser cada vez más sostenibles y responsables, tanto con las materias primas que utilizan como con las personas que trabajan con ellos. «Yo trabajo aquí para que mi personal sea feliz», dice. «Puede sonar arrogante, pero la realidad es que ellos son los que hacen que todo el mundo en el restaurante se sienta bien», puntualiza.

Las novedades

Han ampliado la bodega, con 600 etiquetas, y crearán un I+D de pastelería

El equipo del restaurante está compuesto por siete camareros y nueve cocineros, además de Emiliano, su mujer y su hijo. El jefe de cocina es Fabricio Rodríguez y de la sala se encarga Javier Santos. Una vez que abran también la cafetería (en la que trabajarán tres pasteleros) serán alrededor de 20 personas en la empresa.

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¿Y el futuro? «Ahora sólo aspiro a disfrutar de la estrella, que hasta ahora no hemos podido», reconoce Emi. «Blossom tiene que seguir aportando a Málaga lo que necesita, que es calidad, calidez y ser un lugar de destino». No cabe duda de que su cocina, su decoración y sus imponentes vistas ayudarán a ello.

Un diseño ideado para no eclipsar al chef

A nivel de diseño, el nuevo Blossom nace como una experiencia que fusiona cocina, arte y arquitectura «sin que ninguna disciplina eclipse a la otra». Desde el estudio Lago Interioriza, encargado de su proyecto, apuntan que «el reto no era solo diseñar un restaurante gastronómico: era hacerlo desde el respeto al contexto patrimonial, a la narrativa museística y al discurso del chef».

Entre otros elementos destacan las mesas, diseñadas como piezas únicas que no necesitan mantel, y la composición de reflejos, cristales y vidrios espía que multiplican visualmente el espacio, sin interferir. «La percepción de amplitud se consigue sin añadir ruido visual. Cada detalle ha sido concebido para no estorbar, pero aportar», añaden.

Para el equipo del estudio malagueño intervenir en un entorno como este ha supuesto ir más allá de lo estético. «Fue necesario construir un lenguaje que acompañase a la creatividad del chef sin competir con ella, y que al mismo tiempo respetase el valor histórico del lugar». En ese sentido concluyen que «Blossom representa la máxima complejidad del diseño: lograr que lo técnico, lo espacial y lo gastronómico funcionen de forma tan natural que parezca simple. Porque cuando todo encaja, no hace falta explicarlo. Solo se disfruta».

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