José carlos García y Mercedes Siles.

Nueva York tiene sabor a Málaga

La catedrática de la UMA Mercedes Siles lleva al Museo de las Matemáticas su visión algebraica de la cocina

Marina Martínez

Martes, 11 de noviembre 2014, 00:34

Y de postre, y2+z2=1. A José Carlos García ya esto no le suena a chino. Sabe que no le piden una fórmula secreta, ... sino unas fresas con teja de coral y cacao. Y no porque el estrella Michelin presuma de tener grandes conocimientos en matemáticas. La que puede presumir es una de sus clientes más fieles, Mercedes Siles. Catedrática de Álgebra en la Universidad de Málaga (UMA), esta jiennense afincada en la capital malagueña quiso hacer algo especial para el centenario de la Real Sociedad Matemática Española, a la que pertenece.

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Un día, en una de sus habituales visitas al restaurante de José Carlos García se le encendió la bombilla. ¿Y por qué no? Resultaría curioso ver cómo quedan los platos del cocinero malagueño en forma de ecuación algebraica. Dicho y hecho. Se puso manos a la obra y consiguió traducir una docena de creaciones culinarias al lenguaje matemático. Tomando como base las superficies geométricas de cada plato, la profesora fue sacando las fórmulas una por una hasta alcanzar la docena. Pero no quiso acabar ahí la secuencia. Junto a la cocina, otra de sus pasiones es el mundo de la imagen, así que se alió con el fotógrafo Pedro Reyes para captar con la cámara todos esos hallazgos matemático-gastronómicos.

El resultado fue El sabor de las matemáticas, una exposición que se pudo ver en el Rectorado hace dos años y que vuelve a estar de actualidad. Con el apoyo de la universidades de Málaga y de Córdoba, y tras su paso por lugares tan dispares como Santiago de Compostela y Panamá, ahora es Nueva York la que se interesa por ella. Concretamente, el Momath (Museo Nacional de Matemáticas), donde Mercedes Siles ha ofrecido esta semana una conferencia sobre el tema. Es el aperitivo de una exposición que también podrán ver los neoyorquinos. Luego viajará hasta Colombia y volverá a España para mostrarse en la Universidad de Granada.

En total, doce platos con su respectivo reflejo algebraico. O lo que Siles llama «paisajes culinarios». A saber, las mencionadas fresas con teja de coral y cacao, el nido crujiente con helado de piel de limón, las perlas de tomate y albahaca líquidas, el polvorón de avellana, los roscos de vino, los macarrones de frutos secos, el muelle de aceite de oliva, el merengue de azahar, la nougatina de almendra con arena de pistacho, las tejas de flores, el chocolate amargo con frambuesas y el steak tartare con cilindro de cigarrillo. En idioma matemático, conos, esferas, cubos o cilindros, entre otras imágenes geométricas no tan populares, como kreisel, zitrus o kreutz. «Las matemáticas nos rodean, están en nuestro día a día aunque no nos demos cuenta», defiende la profesora, que no es la primera vez que se pone ante un auditorio para hablar de este lado matemático de la cocina. Antes de su conferencia en Nueva York ya había protagonizado otras tanto dentro de la provincia de Málaga como fuera de nuestras fronteras, por ejemplo, el Museo de Historia de Barcelona, la Universidad de California, la Simón Bolívar de Caracas o la Julio Verne en Amiens (Francia).

Conexión con Berrocal

Pero, ¿por qué ese interés? No es una simbiosis muy habitual. Eso de encontrar platos unidos a ecuaciones está reservado solo a frikis. La propia Siles lo reconoce. En el caso de los estadounidenses, su apuesta llamó la atención de los responsables del MoMath durante una visita rutinaria a Europa. En aquel recorrido, hace ya casi tres años, los expertos se interesaron por la relación de la obra de Miguel Berrocal con las matemáticas. Una cosa llevó a la otra. Y Siles colabora con la fundación del artista, precisamente en esa línea de investigación. Según esta regla de tres, no fue difícil para el MoMath llegar hasta los paisajes culinarios de la catedrática. Yeso que algunos no estaban tan claros. Por ejemplo, ese muelle de aceite de oliva que corona uno de los postres.

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El propio José Carlos García se empeñó en verlo traducido al lenguaje algebraico, y lo consiguió. Siles aceptó muelle como hélice circular. Así que quedó como x2+y2=1. Todas no son tan sencillas. Otras tienen su miga, como la traducción de los roscos de vino: (x2+y2+x2+a2+b2)2 -4b2 (x2+y2)=0. Por no hablar de los merengues: 60(x2+y2)z4-(60-x2-y2-z2)3=0.

Casi un año de trabajo. No le importaba. Era tiempo ganado para esta enamorada de las matemáticas, de la fotografía y de la cocina de José Carlos García. De hecho, ese cóctel la llevó también a armar un proyecto añadido: Universos paralelos dialogando, otra exposición en la que, en este caso, la idea era reflejar los paralelismos de los procesos creativos de ambas disciplinas.

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Ylo hacían también a través de medio centenar de fotografías de Pedro Reyes y tomando como ejes momentos o sentimientos que unen a matemáticos y cocineros a la hora de ponerse ante la tarea de crear, como pueden ser el de la soledad, la búsqueda de la idea, la pasión, el reposo o el éxito. Arte, al fin y al cabo.

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