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La noche en la que Dani García puso punto y aparte
El marbellí se despide de la alta cocina entre familiares y amigos con una emotiva última cena
Ferran Adrià ha sido su referente inspirador, con José Carlos García dio sus primeros pasos, Paco Morales es su 'hermano pequeño', si Francis Paniego le ... dice ven lo deja todo, su 'quillo' Ángel León le ha abierto su puerta al mar, junto a Dani Carnero conoció elBulli… Por todos, y muchos más, Dani García siente debilidad, admiración y gratitud. Lo reconocía ayer emocionado. A todos los cuenta hoy no sólo como colegas, también como amigos. Por eso quiso que estuvieran junto a él anoche.
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Los mencionados y otros tantos que de alguna u otra forma le han acompañado en estos 20 años de camino por la alta cocina, con sus baches y sus alegrías. Desde Andoni Luis Aduriz, Quique Dacosta o Albert Adrià hasta Joan Roca, Josean Alija, Ricard Camarena, Pedro Sánchez, Alberto Chicote, Oriol Castro, Rodrigo de la Calle, Nacho Manzano, Ramón Freixa, Diego Guerrero, Nandu Jubany, Marcos Morán, Paco Roncero, Toño Pérez, Carles Tejedor, Rafa Zafra y Pablo Sánchez. Ahí donde los ven, casi cuarenta estrellas Michelin que dieron aún más brillo a la gran noche de Dani García, lo que bautizaron como 'La última cena', a la que tampoco faltaron el presidente de Madrid Fusión, José Carlos Capel, ni el presidente de la Real Academia de Gastronomía Española, Rafael Ansón.
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Con ella cerraba ayer definitivamente su restaurante tres estrellas Michelin de Puente Romano y con ella se despedía de la alta cocina para emprender nuevos proyectos. Quería hacerlo de forma especial, entre amigos y familiares. Y sin lágrimas –evidentemente cayó más de una–, prefería las sonrisas, el sabor a fiesta. Y lo hubo. Pero tampoco faltó la emoción, ni la nostalgia, ni esas miradas cómplices envueltas en una mezcla de tristeza por lo que acaba y de ilusión por lo que empieza.
«Voy a seguir siendo cocinero toda la vida, y cocinero de alta cocina, aunque no ejerza a partir de ahora». Le costó a Dani García hablar anoche después de que sus compañeros lo mantearan, pero se le iluminó la cara al hablar de un sueño: «Ahora lo que quiero es pasear un domingo por Marbella y pensar que nuestro ajoblanco o nuestro gazpacho se come en otros sitios del mundo, al final lo que queremos es llevar nuestra cocina a todos los rincones».
Avisa que lo que viene es potente. Sus colegas alaban ese valor para romper e iniciar nuevos caminos. «Nos seguirá dando mucho desde otra perspectiva», aseguraba el estrella Michelin cordobés Paco Morales. «Dani es uno de los referentes mundiales y puede seguir aportando mucho a la cocina, no hay que tomar como un drama una decisión personal y empresarial», apuntaba Ferran Adrià sobre una iniciativa meditada que ahora se materializa. Llevaba casi un año cocinándose esa despedida. A pesar del asumido agridulce, esa guinda final tenía que dejar buen sabor de boca. En el sentimiento y, por supuesto, en el paladar. De eso se encargó el menú preparado para la ocasión por el equipo de Dani García. En el fondo, el reflejo en el plato de la evolución del marbellí en estos veinte años. Desde la palomita nitro hasta el huevo sin huevo, el turrón de foie y lima, el ajoblanco con huevas de arenque y gambas, el croché de chipirones y, por supuesto, el ravioli de rabo de toro y el famoso tomate nitro. En realidad, no eran más que la banda sonora, ese fondo de la verdadera razón de todo, de esa gran noche que marcaba un antes y un después en su carrera.
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Se apagaban los fogones de DG Restaurante, se apagaban veinte años en la alta cocina. Y Dani García quiso que los últimos platos que salieran de ellos fueran los de Ferran Adrià e Isabel Reinaldo, su madre, esa que junto a su padre y su abuela, sin darse cuenta, le inoculó la pasión por la cocina. Alta, media o baja. Anoche lo miraba con orgullo. Punto y aparte.
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