Estandarización en la mesa
Durante un reciente viaje a Tokio, me surgieron varias reflexiones sobre la gastronomía de este país. A lo largo de los días, pude observar de ... cerca las vitrinas expositoras de numerosos restaurantes. Estás son muy diferentes a las españolas e, incluso, europeas.
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Primero, un sencillo cartel en la entrada de cada establecimiento indica el tipo de local, proporcionando una primera impresión. Segundo, un atril con el menú en el que cada plato está acompañado de una fotografía detallada para un mayor acercamiento entre la propuesta culinaria y el potencial cliente. Tercero, y lo más sorprendente, platos de algún tipo de material plástico, que recrean a la perfección los alimentos por los que vas a pagar.
La similitud entre estos modelos y los platos reales es impactante, ya que lo que se ve en la vitrina es exactamente igual a lo que recibes cuando el camarero marcha la comanda y, posteriormente, sirve en la mesa.
Esta práctica, que permite al comensal visualizar qué va a pedir y comer, es muy poco común en España. Analicemos por qué. En primer lugar, encontrar este tipo de cartas indica que usted acaba de entrar a un sitio de comida destinada a turistas. En segundo lugar, para muchos, este formato parece estar desfasado, superado por tendencias que van mucho más allá de simples imágenes y descripciones. Y, en tercer lugar, está el desafío de la constancia: muchos locales no añaden fotos a sus cartas porque saben que, si el plato servido no coincide con la imagen, el cliente reclamará tan pronto se lo sirvan.
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La homogeneidad en los procesos culinarios y en la presentación de los platos es un tema clave en la restauración actual. Por ello, me pregunto: si las grandes cadenas de restauración apuestan por la regularidad y la coherencia en sus platos, ¿no sería lógico que las fotografías en los menús también persiguieran ese objetivo? Es decir, si el control de los procesos, los costes y la experiencia del cliente son valores fundamentales en estos locales, entonces, con o sin fotos, el objetivo a corto o medio plazo debe ser que el restaurador estandarice no solo las recetas, sino también su rentabilidad.
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