Una curiosidad de la primera edición del congreso Féminas (Mujer, Gastronomía y Medio Rural) ha sido el estreno de una chaquetilla diseñada por la firma ... Des Garçons de Cafe atendiendo a la fisonomía femenina. Más allá del éxito de la prenda, pensada para dar más libertad de movimientos, adaptarse a fluctuaciones de peso e incluso ser usada durante el embarazo, la anécdota pone de relieve hasta qué punto el acceso de la mujer a puestos de relevancia en la cocina profesional es un camino sin vuelta atrás. La chaquetilla de cocinero fue una innovación del chef Antonin Carême a finales del siglo XVIII, rediseñada por Auguste Escoffier tras coincidir en un evento celebrado en 1924 con colegas filipinos que vestían camisas tradicionales de su país. Lo cierto es que aquellas camisas ajustadas de cuello Mao habían sido una imposición de los amos españoles de la etapa del Virreinato de Filipinas a sus siervos, que antes iban con el torso descubierto. Es interesante cómo cambian las connotaciones de determinadas prendas, porque la introducción de aquella camisa, que para Carême y Escoffier era una mera cuestión de higiene en un oficio duro y poco valorado, ha terminado por convertirse en un símbolo de liderazgo social, y la necesidad de incluir en ese estatus a las mujeres lleva a observar y considerar todo tipo de detalles. Un estudio publicado en 2017 por Parabere Forum revelaba que el 48% de los graduados en escuelas de cocina actualmente son mujeres, y también el 39% del personal de las cocinas profesionales, pero solo el 18% de los chefs son mujeres. Muchas de esas profesionales se quitan la chaquetilla para ponerse el delantal, porque según el mismo estudio en el 93% de las familias sigue cocinando la mujer. Para que las mujeres puedan vestir más chaquetillas va a ser necesario que sus compañeros se pongan más el delantal, una prenda que le queda bien a todo el mundo.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión