El callejón de la Serranía de Ronda que cautiva a turistas australianos y norteamericanos: así son sus experiencias gastronómicas
En Benalauría, un guía local prepara cenas y almuerzos para grupos muy reducidos donde se sabe cuando se empieza, pero no cuando se acaba
Hay una forma distinta de entender el turismo. Con experiencias reales, sin imposturas. Pepe Verdugo tenía muy claro desde hace tiempo que era la que ... quería. Otro modelo no tendría de todas formas sentido en Benalauría, un pueblo próspero, pero pequeño, del Valle del Genal, en la Serranía de Ronda.
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Es la propuesta que Pepe, a través de su empresa de turismo Benalauguía y su bodega 28 Metros Cuadrados, de la que presume por «ser la más pequeña del mundo», ha configurado para grupos muy reducidos. «Si son más de seis, me salen sarpullidos», bromea. A través de agencias especializadas, hasta allí llegan estadounidenses, canadienses e incluso australianos, que van buscando una experiencia gastronómica y turística auténtica. «Muchos vienen de Granada, Sevilla, de Ronda o incluso de la Costa del Sol», apunta el propietario de Benalauguía. «He llegado a atender a una o dos personas nada más», explica.
En un callejón sin salida -termina justo en la bodega-, con una decoración y carteles que delatan la autenticidad de este paquete turístico, atiende a sus clientes y les dispensa un almuerzo o una cena, «donde el menú no se negocia». Para él es clave. «Es como si le dices, vente, siéntate y confía», añade. No suele decepcionar a quienes buscan lo auténtico, porque Pepe Verdugo sólo trabaja con productos locales, como carnes u hortalizas de los alrededores, con recetas de la zona que él mismo ha aprendido en el pueblo. «No tenía ni idea de hacer un lomo en manteca», comenta. También le tira su origen gaditano y cuela algún que otro plato heredado de su madre.
Pepe va sacando platos que cocina en una de las viviendas contiguas habilitadas para ello. Se sienta a ratos y conversa con sus invitados. Es un flujo bidireccional. Ellos preguntan y dan su visión, pero él también. Es un anfitrión que es prescriptor de Benalauría y de la Serranía de Ronda; y los turistas son visitantes motivados y curiosos. Allí se sabe cuando se empieza a comer, pero no cuando se termina. «Aquí se quedan horas y horas, a mí no me pesa, es más, a veces es como si yo fuera un cliente más», asegura.
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Tras una dilatada experiencia en el restaurante La Molienda, que estaba a tan sólo unos metros de allí, hace tiempo que Pepe comenzó a preparar a fuego lento, como muchos platos allí se cocinan, una propuesta de turismo gastronómico que gira en torno a lo que él denomina «la trilogía mediterránea», es decir, el aceite de oliva, el pan y el vino. «Empezamos visitando el museo etnográfico, que fue antes el Molino de Calleja, después vamos al obrador de Hermanos Guerrero, donde los turistas hacen incluso pan, y terminamos en el callejón, donde tengo la bodega», explica este guía turístico, con raíces en San Fernando (Cádiz).
Ahora en verano, cuando el sol aprieta también en Benalauría, Pepe Verdugo ha ideado otra forma de disfrutar de ese callejón, las 'Noches al fresco'. Son veladas que siguen la misma filosofía que promulga, con grupos reducidos, tertulias junto a una copa de vino y platos del recetario más popular. Aquí el perfil es más nacional, ya que los grupos reducidos de agencias suelen ir sólo en horario diurno. «Me llaman para venir a cenar muchos que están veraneando por los pueblos de la zona», matiza.
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Parte importante de lo que ofrece hoy Benalauguía guarda relación con la antes citada bodega. Sólo lleva tres añadas, con dos tintos, uno garnacha y otro tempranillo, y un blanco moscatel seco, pero es uno de los elementos sobre el que giran las experiencias gastronómicas que propone Pepe. Para los tintos compra uva de viñas cercanas, mientras que para el blanco lo hace en Manilva a un agricultor ecológico. Lo que antes fue una cuadra, hoy es el lugar donde llega la uva y se convierte en vino. También se almacena, embotellado, allí mismo. Por algo, como dice este guía turístico, es «la bodega más pequeña del mundo», ya que, como dice su marca, el local que ocupa sólo tiene 28 metros cuadrados. Son suficientes para elaborar y guardar algo más de tres mil botellas por campaña.
Con todo ello, el callejón de las experiencias de Benalauguía, se ha convertido en una original propuesta que cautiva a turistas procedentes de otros continentes y se sorprenden también con la vida doméstica de un pueblo de la Serranía de Ronda. «Han venido parejas con sus hijos y por la tarde mientras seguíamos aquí hablando se han ido a las actividades extraescolares de inglés de los niños de aquí», cuenta el artífice de este proyecto.
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Pepe Verdugo no podría haber hecho todo esto sólo. Él es el primero en aludir a nombres propios como Alfredo Carrasco, Carlos Guerrero, Sonia Sedeño, Julio Mures, Manuel Gutiérrez o José Mena, quienes, de una forma u otra, hacen lo posible para que una visita al Valle del Genal siga siendo un producto auténtico, que no entiende ni de grandes grupos de turistas ni de artificios.
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