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La psicología se presenta ahora como un factor clave para los futbolistas cara a un regreso del fútbol muy especial: después de un confinamiento, ... tras unos entrenamientos progresivos que arrancaron de forma individual y en estadios sin público. Todo un cóctel, un reto mental que pondrá a prueba a los profesionales. La psicóloga deportiva Rocío Pomares, que atiende desde hace muchos años a jugadores profesionales, entre los que siempre estuvieron algunos del Málaga, a golfistas y demás deportistas se muestra convencida de que el parón del campeonato repercutirá de una manera destacada en los futbolistas, pero de diferente forma. «Siempre digo que esto va a poner a prueba quiénes son los buenos y quiénes son los mejores. El rendimiento va a depender mucho de lo que hayan hecho en el confinamiento. Se verá si han trabajado a tope para la vuelta o si, por el contrario, no han hecho mucho. Estos últimos afrontarán la competición con miedo, con inseguridad y con falta de confianza, lo que puede repercutir en su rendimiento y en la probabilidad de lesionarse», destaca.
Pomares considera que ahora se podrá observar en el regreso de los partidos cómo responden los jugadores después de las circunstancias tan adversas que han vivido, trabajando en sus domicilios y con la angustia provocada por la pandemia. «Depende mucho de cada uno. Algunos se han preparado psicológicamente en la cuarentena para afrontar la vuelta. Es como los que se lesionan: unos regresan sin problemas y otros lo hacen con miedo, con lo que aumenta la probabilidad de recaer. Depende de su preparación en el periodo de inactividad, de lo que hayan hecho en el confinamiento. Si han realizado el trabajo físico y han conservado el peso, si han ejercitado la visualización y la tensión... Cumplir con todo esto cambia una barbaridad», explica la experta.
Insiste, de esta forma, en la gran importancia de este momento para los profesionales, ya que se les pondrá a prueba y deberán estar doblemente preparados, ya que el plano anímico será determinante tras vivir momentos complicados. «Está demostrado que buenos son todos, que tienen cualidades, hasta los de Segunda B. Pero la diferencia entre los buenos y los mejores del mundo está en la mentalidad, en cómo gestionan la frustración, la confianza, su capacidad para tomar decisiones rápidas, en cómo focalizan la atención para no dejarse llevar por insultos, por trampas, por arbitrajes o por la afición... Esto es la fortaleza mental y la capacidad para gestionar las emociones. Eso marca las diferencias entre los muy buenos del mundo y los que se quedan al máximo nivel. Y ahora se va a ver mucho esa diferencia», indica.
Jugar sin público, otro reto
El gran problema para los futbolistas no sólo se centra en volver en un momento extraño, sino que puede ser todavía más difícil afrontar los partidos a puerta vacía, sin esos aficionados que les suelen animar en los partidos de casa. «Jugar sin público va a ser complicado. Porque se trata de hacerlo en un entorno nuevo para ellos. Están acostumbrados a que les influya la afición, sobre todo cuando se sienten más bajos anímicamente. Esto les va a costar, pero también va a depender de quién sepa autogestionarse mentalmente bien y quién no. Aquí también se verán las diferencias. El que dependa su motivación y su rendimiento de la afición estaríamos hablando de alguien que está supeditado a una motivación externa, que está fuera, mientras que luego están los que se rigen más por motivaciones internas, por el hecho de disfrutar, de competir o de jugar bien, que tendrá aquí muchas ventajas», argumenta.
Muchos profesionales se entrenan también psicológicamente, lo que les permite reforzar y ejercitar distintos aspectos que después pueden ser claves para mejorar su rendimiento. «Con los futbolistas trabajo mucho este último apartado, especialmente con los de Primera o, como le ocurrió con el Málaga, con los que descienden a Segunda. Su motivación depende mucho de estar en Primera, que supone tener un prestigio, jugar contra los mejores, disponer de una afición volcada, salir en medios de comunicación... Estar en Segunda reduce muchas de estas ventajas, por lo que te baja lo que llamamos la motivación externa. Cuando descendió el Málaga le pasó esto a muchos jugadores, por eso es fundamental trabajar esa motivación interna, que te permite rendir al máximo. Ahí está la clave. La motivación tiene que estar dentro del jugador y tiene que gestionarla en el partido, haya o no afición», insiste.
En el Málaga dispusieron de psicólogo, pero en este momento, pese a que se lo plantearon, no cuentan con este profesional que, para Pomares, debería estar siempre. «Al final no se trata de motivación exactamente, sino que esto sería un entrenamiento más. Creo que sólo hace falta ver las ruedas de prensa, donde hablan de que faltó motivación, confianza, intensidad, que las decisiones fueron incorrectas... Hay un alto porcentaje de lo que se comenta que depende mucho de la parte mental. Me resulta curioso que haya muchos equipos que todavía no tienen psicólogo para el trabajo. Saben que es muy importante, pero, por la razón que sea, no lo entrenan. La psicología no es necesaria sólo ahora, sino que se trata de una pata más del entrenamiento para hacer a un futbolista mucho más completo. Hay una parte física, técnica, táctica y otra mental, que también influye», señala.
La mentalidad, clave
La atención psicológica siempre es complementaria para los futbolistas, pero puede conseguir que mejoren de una forma sustancial. «Sería la cuarta pata, porque si no tienes las principales características, la mente no va a hacer milagros. Pero cuando se está a ese nivel, si no tienes esa mentalidad, tu potencial no te servirá. Si hubieran entrenado desde pretemporada cómo tener autocontrol y autoconfianza, cómo gestionar sus emociones sin dejarse influenciar por lo de fuera, la vuelta sería ahora diferente, se sabrían adaptar, porque dispondrían de herramientas para ello. Muchas veces se es consciente de la parte mental, pero no se trabaja. Una incongruencia, pero es así», analiza.
La disputa de las once jornadas que quedan en poco más de un mes también es un factor añadido que puede generar ansiedad en los jugadores tras la inactividad y las circunstancias especiales. «Algunos se sentirán presionados, porque también tendrán miedo a lesionarse», admite, si bien confía en que puedan superar el reto: «La gran esperanza es que, para mí, el deporte es la mejor escuela de vida posible y creo que ellos tienen mucha ventaja a la hora de adaptarse a entornos nuevos. Su capacidad para esto es quizás superior a la media de la población. Confío bastante en que van a ser capaces de adaptarse, pero eso no quita que en muchos casos vaya a existir un miedo a una sobrecarga después de tanto tiempo parado y darlo todo en un mes. Si no se ha entrenado les va a ser difícil. Será un reto para muchos de ellos».
Para Rocío Pomares, los futbolistas no son especiales en el mundo del deporte a la hora de tratarlos, si bien cuentan con unas características propias del juego colectivo. «En términos generales, todos se parecen. Para el golf, que es individual, y el fútbol, que se juega en equipo, cambia. La cohesión, el compañerismo o la comunicación en el golf no hace falta, mientras que en el fútbol es imprescindible. Pero hay muchos puntos en común. Incluso se puede extrapolar a otros ámbitos, como la empresa. Hay que tener autorregulación en muchas profesiones. Al final se puede extrapolar a la vida misma. El tipo de deporte no es trascendental...», concluye.
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