Un empate para casi nada

Al Málaga no le servía otra cosa más que la victoria, y eso lo sabía todo el mundo, incluso los responsables directos que nos han metido en esta triste situación. Pellicer exige lealtad a unos colores, y los jugadores debían responder. Hubiera estado bien haber conseguido la imprescindible victoria porque muchos de ellos no han rendido ni por asomo respecto a su categoría, independientemente de que la plantilla confeccionada haya sido un verdadero despropósito, sin orden ni concierto, desoyendo a quienes lo venían advirtiendo desde el principio, a muchos de los cuales, por cierto, ni siquiera se les cogía el teléfono. ¿Hay vida aún tras este triste empate? A priori ningún otro marcador más que la victoria servía, pero mientras matemáticamente se pueda hay que pensar en positivo, lo que no deja de ser una quimera, sobre todo tras la temporadita que estamos sufriendo en nuestras carnes. Al principio de la campaña era impensable que los aficionados malaguistas ahora estuviésemos haciendo novenas para quedar el quinto por la cola, pero ya ven… No se ha podido hacer peor, pero ahora lo único que hay es que mirar hacia adelante y pensar que sí se puede, que el más difícil todavía se puede lograr, y que ni Málaga ni el Málaga CF merecen estar fuera del fútbol profesional. La esperanza no apareció por La Rosaleda ante el Levante, y el raquítico punto apenas si sirve para nuestros intereses, pero ahora viene otro partido en casa… Me acusarán de optimista, y es verdad que parece absurdo pensar que tras este resultado nos vamos a salvar, pero… ¿nos queda otra? No se merece una afición tan maravillosa como la del Málaga lo que está sufriendo, el ridículo que está haciendo el equipo de sus amores. Un punto que posiblemente no sirva para nada, pero eso es lo que hay. Una pena. Un desastre. Por favor, dirigentes del Malaga CF y demás, ¡dimitan todos, váyanse!