Un partido de los que se pierden siempre

Hace muchos años, el mítico 'Pajarito' Ben Barek, en Granada, dijo una frase que se quedó grabada en el viejo Los Cármenes: «Hay partidos que, ... hagas lo que hagas, se pierden». Ayer ocurrió eso mismo en Almería, donde el Málaga se enfrentaba a un equipo propiedad de otro jeque (aunque no tan tieso como el nuestro), que quiere irrumpir como sea en el escenario pelotero patrio, y que está poniendo todo lo que puede y más en euros para conseguirlo. Frente a ese rival con billetes, el Málaga tieso, el equipo de la categoría con menos presupuesto para todo, pero que está haciendo una temporada encomiable. Tras la tremenda decepción ante el Cartagena con el árbitro ese canario tan malo y nefasto que nos persigue, la ilusión por recuperar el terreno perdido ante el potente equipo almeriense era de difícil cumplimiento, y encima con el comienzo que tuvimos: lesión de Calero y pifia descomunal de Benkhemassa para que nos metieran el 1-0... Pese a todo, los de Pellicer, con su equipación talismán, no cedieron en su empeño, y en el último instante del primer tiempo, un golazo de Joaquín devolvió las tablas al marcador, para dar comienzo a un segundo tiempo que con la entrada de Chavarria abrió las puertas al optimismo por el dominio y buen hacer los de Pellicer, que parecía estaban dispuestos a llevarse los tres puntos de tierras almerienses. El Málaga mandaba, dominaba y creaba ocasiones, pero cuando menos lo esperábamos, una jugada por la derecha nos puso de nuevo en desventaja (2-1), para que en un contraataque final nos dejaran un extraño marcador final de 3-1, cuando ni el Almería mereció tanto ni el Málaga tan poco.