Aumenta la presión para disipar las dudas sobre la sede de La Rosaleda para el Mundial

La ampliación de La Rosaleda sigue el plan establecido, condicionado fundamentalmente por los plazos burocráticos que llevarán las obras a comenzar el próximo año, seguramente al final de la competición liguera. Aunque los trabajos podrían arrancar antes, cuando dispongan de los pertinentes permisos, en los alrededores del recinto (en la zona norte, en el Anexo y en el edificio que construyó el Málaga, que serán demolidos). Sin embargo, el último escollo apareció con el aforo del estadio de atletismo, donde deberá jugar el Málaga durante las obras. Se buscan soluciones, pero los problemas son importantes para que se puedan ubicar todos los abonados blanquiazules. A partir de ahí han aumentado las dudas y desde el Ayuntamiento dejan abierta cualquier salida: «No hay ninguna decisión tomada».

Las instituciones, asimismo, tienen acordado ya cómo va a distribuirse los pagos de los más de 270 millones que costará la remodelación de La Rosaleda y la adaptación y el resto de los costes para que durante los dos años de los trabajos, aproximadamente, el Málaga pueda disponer de un campo alternativo. De hecho, el convenio entre las tres administraciones está acordado ya.

Con cierto retraso en relación a otras sedes, desde Málaga se estaban preparando para el momento en el que la intensidad de los trabajos será máxima. Pero nadie contaba con los inconvenientes colaterales. El Ayuntamiento había asegurado que podrían alcanzar hasta los 27.000 asientos en el estadio de atletismo, pero a última hora dio marcha atrás para afirmar que el límite podría estar finalmente en 12.500 por las dificultades para la movilidad en la zona.

Pero el escándalo fue mayúsculo con este anuncio, pues el Málaga podría perder por encima de siete millones con ese aforo, mientras que los socios del club se indignaron, pues la mayoría de los 26.550 actuales se quedarían en la calle. La Federación de Peñas Malaguistas expresó su malestar en un escrito y también con pancartas situadas en distintas zonas de la ciudad. Y desde el Ayuntamiento volvieron a asegurar que están peleando por alcanzar las 25.000 plazas para el estadio de atletismo...

Pero al entrar este asunto en el campo de la polémica, de las cifras y los cambios, todo se encaminó de inmediato hacia el camino político. Las instituciones tienen gobiernos del Partido Popular, lo que animó al Partido Socialista a pedir explicaciones. De hecho, este grupo municipal forzará la celebración de un pleno extraordinario para aclarar las dudas existentes tanto del estadio de atletismo como del proyecto principal de La Rosaleda. Este asunto entra de lleno en el terreno político.

Así, con el paso de las horas se siguen incorporando nuevos partidos a la polémica. De esta manera, desde Con Málaga, a través de Toni Morillas, comunicaron que llevarán una moción a la comisión plenaria de Urbanismo para exigir «transparencia y garantías a la afición malaguista». Los problemas con el estadio de atletismo y los cambios sobre el aforo facilitan la aparición de las dudas sobre cómo sacar adelante este asunto (una alternativa puede ser levantar el campo modular en otro lugar, algo factible).

Y también desde Vox se pronunciaron al respecto para criticar la gestión de este tema. Esta formación denuncia «la ausencia de proyecto, plazos y alternativas para que el club pueda competir con garantías durante las obras de La Rosaleda». El portavoz del grupo, Antonio Alcázar dice que se está poniendo en riesgo «el futuro de La Rosaleda y al Málaga».

Mientras tanto, aprovechando la escasa contundencia y las dudas de ciertos responsables públicos intermedios aparecen los intereses habituales desde distintos puntos que no hicieron los deberes en su momento y que estarían interesados ahora en subirse al carro del Mundial, apeando a Málaga. Aunque hay otra sede, al del Metropolitano de Madrid, que sí tiene realmente dudas y que puede ser quien salga en auxilio, por ejemplo, de Valencia.