Francisco de la Torre, Cristóbal Ortega y Carlos García, ayer en el momento de la renuncia. ÑITO SALAS

Málaga se hace el harakiri

Domingo, 13 de julio 2025, 00:25

«Queremos proteger con esta decisión la marca España», dijo el alcalde, Francisco de la Torre, tras anunciar la renuncia al proyecto para el Mundial ... 2030. Sin embargo, queda por los suelos la marca Málaga, aunque el primer edil piensa que no. La retirada de la sede de La Rosaleda por una reconocida incapacidad para llevarla a cabo después de haberla solicitado es un estrepitoso fracaso y traslada la imagen de ciudad de segunda fuera y dentro de las fronteras provinciales. Es evidente que Málaga se ha hecho el harakiri con esta decisión, pierde parte de su credibilidad y tira por los suelos su imagen con este anuncio cinco años antes del Mundial. Un gran fiasco, sin duda.

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Y precisamente le tocó a De la Torre dar la cara en este dramático momento, aunque el alcalde quisiera mantener el relato de la necesidad de tomar esta decisión para evitar problemas mayores en el futuro, pues ven imposible cumplir con los plazos previstos. Seguramente De la Torre, con la Junta de Andalucía, fueron los que más lucharon por el proyecto, pero es probable que el alcalde tuviera menos colaboración y seguimiento de lo que él cree. Fue uno de los días más tristes para quienes tienen ambición y no les importa emplearse a fondo para sacar adelante un proyecto deseado, pero seguramente es un momento alegre para otros.

Ahora llega la calma pese al sonrojo y también habrá dinero para tantas cosas como se dijo que iban a quedarse sin hacer con este proyecto de La Rosaleda, donde se estaba malgastando el dinero público. Habrá, por ejemplo, nuevos hospitales, piscinas para los pequeños pueblos, colegios… El fútbol pierde, recibe un rejón que le impide crecer, y ganan el resto, que ahora podrán poner en marcha sus ideas e inversiones predilectas.

La rendición de Málaga necesitó de un relato final, una excusa que fuese definitiva. Para ello se utilizaron a los representantes de los aficionados y al propio Málaga. Iban, sin decirlo, con la misma idea cortoplacista: si el Mundial molesta, adiós (sin tener en cuenta el proyecto. Y de esta manera se escenificó el fracaso con los invitados a esta reunión clave en primera fila del Patio de Banderas del Ayuntamiento. Todos ellos, que ya se habían reunido con los responsables municipales días u horas antes, se sentían cómplices de esta decisión, aunque se desmarcaron para defender sus intereses en el club. Ninguno de los presentes se mostró en contra.

Y para qué hablar de revitalizar la zona de La Rosaleda. Algunos responsables públicos aseguraron en su momento que este proyecto de Martiricos se pondría en marcha aunque no le concedieran a Málaga la sede. Pero todo ha cambiado. Del miedo se ha pasado al júbilo. Aunque habrá que explicar qué se ha hecho (o no) para llegar a este fracaso histórico.

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