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No era un desplazamiento fácil para los aficionados malaguistas. Un domingo a las 18.30, con unas diez horas de viaje entre ida y vuelta, ... pero la ocasión lo merecía. El malaguismo, consciente de la importancia de la cita en Elda, volvió a desplazarse de manera masiva para apoyar a sus futbolistas. Alrededor de unos 500 seguidores blanquiazules asistieron al duelo en tierras alicantinas, en el que el Málaga finalmente no pudo certificar la permanencia al caer derrotado (1-0), y deberá esperar un poco más. El ambiente prometía ser uno festivo para los malaguistas, pero el resultado no acompañó y los aficionados regresaron tristes a Málaga.
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Muchos aficionados llegaron sobre las 14.30 horas a Elda, y rápidamente se 'apoderaron' de un bar en los aledaños del feudo azulgrana. Cerca de un centenar de malaguistas recibieron al autobús del Málaga, un recibimiento que, como es lógico, distó mucho del que aconteció días antes en La Rosaleda para el derbi ante el Granada. No obstante, dejó la enésima prueba de la comunión que existe entre la afición y los jugadores.
La grada visitante, ubicada en el Gol Sur del pequeño Pepico Amat, al que asistieron 4.338 espectadores, no dejó de animar en ningún momento. La expulsión tempranera de Galilea con roja directa en el minuto 8 encendió aún más si cabe a los hinchas del Málaga, que sabían que el partido se ponía cuesta arriba desde aquel instante y que tocaría remar el resto del encuentro.
Cerca del minuto 52 del partido en Elda, el exblanquiazul Sekou Gassama malogró una oportunidad para poner por delante a su equipo, y la afición del Málaga, que se encontraba justo enfrente, no dudó en abuchear, pitar y soltar algunos improperios hacia el atacante del cuadro zapatero. Sekou se acercó al cuarto árbitro, alegando unos presuntos insultos racistas procedentes de la grada visitante, y el colegiado Galech Azpeteguía detuvo el juego durante dos minutos. El incidente provocó el enfrentamiento entre ambas aficiones, que se gritaron «¡Fuera, fuera!» los unos a los otros.
El gol de Juanto, que posteriormente fue expulsado en la última jugada, provocó la decepción de la hinchada malaguista, ya que además pudieron ver el tanto muy de cerca (fue en su portería).
Como ya se ha vuelto una costumbre, la afición malaguista se acordó de José María Muñoz, el administrador judicial, al que dedicaron varios cánticos durante el partido y tras él. Se escucharon algunos «¡José María, dimisión!» o «Dile que se vaya».
No fue la tarde esperada para el malaguismo, que deseaba poder celebrar la permanencia. Pero el fútbol siempre da nuevas oportunidades, y el Málaga tiene ahora una para lograr la salvación en el templo, en La Rosaleda.
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