De vencer el cáncer a la aventura de la trashumancia
Un grupo de jóvenes malagueños viaja hasta León para ver el papel fundamental que juega el perro en el pastoreo
A veces, la vida regala algunos momentos de paz. En la Biosfera de Babia, un paraje natural situado en la provincia de León, un grupo ... de jóvenes se quita el sueño a primera hora de la mañana. Abren las tiendas de campaña y contemplan la belleza de un paisaje que les hace olvidar lo que la vida les ha exigido en los últimos años. Los que participan en esta aventura tienen entre 14 y 17 años. Son 30 jóvenes procedentes de Andalucía. La mayoría, malagueños. La historia de estos jóvenes va de superación. Niños que, demasiado pronto, tuvieron que lidiar con una palabra que paraliza y llena de miedo. Que, por qué no decirlo, está vinculada de manera directa con la muerte: cáncer. Todos lograron vencerlo y ahora han sido elegidos para participar en la quinta edición de la Aventura Trashumante, una iniciativa didáctica de Dingonatura y la fundación Maratón Dog. Combina el afán de acercar el medioambiente y de concienciar sobre la importancia que tiene el perro para el ser humano.
Publicidad
En el pueblo más alto de León, La Cueta de Babia, aún se puede presenciar un espectáculo en peligro de extinción, la llamada trashumancia. Lo que se busca es resaltar entre los jóvenes la importancia de la trashumancia y el papel fundamental que juega el perro con los pastores y los rebaños. ¿Qué es la trashumancia? Es la palabra que describe la economía del pasto más ancestral que existe. El hombre y el animal se mimetizan con la naturaleza. Una relación y una tradición guiada y alimentada por el instinto de supervivencia.
Los pastores y el ganado desempeñan el papel principal en una tradición que está en retroceso, pero que se niega a sucumbir. Sobre todo en comunidades como Castilla y León y Asturias es una práctica habitual. Los pastores acompañan a su ganado de ovejas por laderas y zonas montañosas, rastreando el terreno en busca de alimento para que los animales tengan algo que echarse al hocico. La vida del pastor discurre entre la montaña abierta y una especie de refugio que se denomina «chozo».
La expedición está liderada por el aventurero malagueño Manuel Calvo, que organiza la estancia y se encarga de trasladar a los jóvenes hasta los altos de La Cueta de Babia. «Lo hacemos en grupos de diez. Nuestra intención es poder ofrecerles una experiencia única, que combina el medioambiente con el perro. Aquí queremos concienciar, hacer ver a los más jóvenes que todos tenemos que cuidar de nuestro entorno», resalta.
Publicidad
La propia Aventura Trashumante, como proyecto educativo, ha estado en una continua evolución. «Intentamos añadir cada vez más actividades. Queremos que los jóvenes conozcan todo lo que está relacionado con la trashumancia», destaca Calvo. Los participantes tienen la oportunidad de colaborar en actividades relacionadas con los procesos de producción de la lana. El grupo realiza actividades deportivas y tareas relacionadas con el entorno de la cultura trashumante. Del esquilado, pasando a la fabricación artesanal de prendas de lana, el hilado o el teñido, además de aprender a tejer en talleres impartidos.
Con estas iniciativas se muestran, además, la importancia de la fauna autóctona española, con el mantenimiento de los ecosistemas con labores que evitan incendios, promueven la conservación de espacios naturales y la proliferación de la fauna salvaje, además de permitir la apertura de vías de paso para la fauna y la fertilización del suelo. Junto a todo ello, el proyecto promueve la protección y la divulgación de esta riqueza cultural y parte de las raíces de la práctica ganadera. «Esta aventura es sinónimo de solidaridad, de superación, de integración y convivencia con la naturaleza, de respeto y amor por los animales», expresó Calvo. Las técnicas de combate de la trashumancia son los ladridos de los mastines. Sirven para espantar al lobo, que es el enemigo natural del ganado. Era la segunda pata de este viaje: concienciar sobre la importancia que tiene el perro para el ser humano.
Publicidad
«Uno de los objetivos principales era que los jóvenes conocieran de primera mano la tarea de los mastines como protectores del ganado frente a los ataques de los lobos. Ambas especies mantienen una relación de amor odio. Sin el lobo, una raza de siglos como el mastín, que pesa de media 80 kilos, no tendría visos de sobrevivir. Los rebaños que llevan mastines, no sufren ataques», les explicó Manuel Calvo a estos cinco guerreros. «No será la última aventura de este tipo», sentenció Calvo, que adelanta una sexta edición.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión