El reverso del boom inmobiliario: vidas en suspenso

Jóvenes atrapados en casa de sus padres, familias hacinadas, profesionales venidos de fuera que encuentran trabajo pero no piso, inquilinos solventes que se ven en la calle... Afectados por el problema de la vivienda en Málaga toman la palabra

Nuria Triguero

MÁLAGA

Domingo, 8 de enero 2023, 00:27

«Si tienes problemas de acceso a la vivienda en Málaga y quieres contar tu experiencia, ponte en contacto con SUR». Este es el llamamiento ... que hizo este periódico para encontrar afectados por la carestía inmobiliaria. La respuesta no se hizo esperar: una riada de mensajes a través de redes sociales que sólo en parte ha podido ser plasmada en este reportaje (vayan nuestras disculpas). Una prueba más de lo evidente: que en Málaga la vivienda se ha convertido en un problema con mayúsculas para ciudadanos de toda edad y condición. Ya no son sólo los colectivos con escasos recursos los que lo sufren, aunque en su caso la dificultad se ha vuelto extrema. También trabajadores con contratos fijos y sueldos en la banda media o media-alta descubren con estupefacción que esas bazas ya no les garantizan el acceso a la vivienda. Familias que al expirar su contrato de alquiler se ven en la calle por no encontrar alternativa, jóvenes atrapados en casa de sus padres, parejas que no pueden separarse, profesionales venidos de otras regiones o países que encuentran trabajo pero no casa... Las circunstancias concretas son muchas, pero el drama de fondo es el mismo: cambios y proyectos vitales que quedan en suspenso.

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Viviana. Marbella.

«Somos cinco en la familia, con dos ancianos y un menor, y a partir del 10 de febrero no sé dónde vamos a vivir»

Viviana y su marido, en la vivienda que tendrán que abandonar el próximo mes. josele

Viviana y su marido llevan veinte años afincados en Marbella. Ambos son empresarios: ella regenta una ludoteca y él, una pequeña empresa constructora. No son ricos, pero llevan muchos años viviendo de sus negocios. Ella nunca pensó que se vería en la calle, como ahora teme que ocurra a partir del 10 de febrero. Ese día tienen que dejar la casa en la que llevan viviendo los últimos siete años de alquiler. Una espada de Damocles que pende sobre los cinco miembros de esta familia de origen argentino: Viviana; su esposo; sus suegros, que tienen más de 80 años; y su hijo menor, de 17 años. «Van a venderla, así que tenemos que irnos. Llevo cuatro meses buscando casa y es una locura: necesitamos una vivienda tres habitaciones y no encuentro nada por menos de 1.000 o 1.200 euros, pero el problema no es sólo el precio: es que las agencias nos piden muchísimos requisitos que no podemos cumplir porque somos autónomos. Es como si estuviéramos pidiendo una hipoteca. Y precisamente si pudiéramos comprar no estaríamos alquilando…», reflexiona.

Viviana lanza un SOS: «Ya no sé a dónde acudir, es una situación muy angustiosa». Ha buscado en municipios cercanos como Estepona o Mijas, pero los precios «no varían demasiado y tendríamos que sumar el coste de ir y venir a Marbella todos los días». «Parece que en Marbella sólo hay millonarios, pero también somos mucha gente trabajadora que no podemos pagar estos precios estratosféricos. ¿Dónde tenemos que irnos a vivir?», inquiere.

Manuel. Málaga.

«Pago 400 euros por una habitación interior en un piso con cuatro personas más»

Con 36 años, Manuel se propuso comenzar un nuevo capítulo de su vida al terminar el tercer grado penitenciario. Hasta entonces estaba en una vivienda de acogida de Cáritas. Había encontrado trabajo estable como dependiente y quiso buscar un piso para vivir con su padre, que estaba alojado en una habitación. Se dio de bruces con la realidad del mercado inmobiliario de Málaga: aparte de que los precios de los alquileres disponibles se acercaban a mil euros, le exigían pagar dos o tres meses por adelantado. Así que renunció a su idea inicial y se puso a buscar pisos compartidos, pero tampoco encontraba nada. «Llegué a ver un piso en La Palmilla en el que me querían cobrar 150 euros al mes por una litera en una habitación compartida por tres personas», explica. También le ofrecieron una habitación con la condición de dejarla libre los fines de semana. «¿Y qué hacía yo? ¿Dormir en la calle los sábados y los domingos?», cuestiona. Después de mucho tiempo buscando, y con la ayuda de Cáritas, encontró en Lagunillas su hogar actual: una habitación interior y sin baño propio en un piso que comparte con cuatro extraños. El precio: 400 euros al mes. Tuvo que adelantar dos meses como fianza. No es, desde luego, el nuevo comienzo con el que soñaba. «No dejo de buscar; mi objetivo sigue siendo poder irme a vivir a un piso con mi padre».

Miguel. Monda.

«Tuve que mudarme de Mijas a Monda para encontrar un piso que puedo pagar»

Miguel tiene 23 años y hasta hace pocos meses siempre había vivido en Mijas. SUR

Con tal de encontrar casa, Miguel se ha visto obligado a cambiar de municipio (nada menos que de Mijas a Monda) y también de profesión: antes era camarero y desde noviembre trabaja en una fábrica de pan. «Soy de la Cala de Mijas y desde que me independicé de mis padres, hace cuatro años, vivía y trabajaba allí como camarero», cuenta este joven de 23 años. El problema surgió en noviembre pasado, al tener que irse del piso alquilado que compartía con su novio. Entrar en los portales inmobiliarios fue como asomarse a una película de terror. «Estudios a 800 y 900 euros… y el problema ya no era el precio: es que te exigen cuatro meses de fianza, más dos meses corrientes, más el mes que le tienes que pagar a la agencia como comisión… Vamos, que te piden casi 5.000 euros para entrar, ¿quién tiene ese dineral?», inquiere. La solución en su caso llegó al cambiar el radio de búsqueda y alejarlo del litoral: exactamente 30 kilómetros hacia el interior. «En Monda hemos alquilado un piso de dos habitaciones que no es que sea barato, porque pagamos 600 euros mensuales, pero es lo único que encontramos», se resigna Miguel.

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Adrián. Málaga.

«La inflación se está comiendo mis ahorros y ya no sé si lograré independizarme a los 30»

Adrián, de 29 años, vive y trabaja en casa de sus padres. MIGUE FERNÁNDEZ

Adrián tiene 29 años y duda seriamente si logrará cumplir su meta de independizarse a los 30. «Llevo desde los 25 planeando irme de casa de mis padres. Mi intención siempre ha sido comprar directamente, ya que lo que llevo trabajado y ahorrado es para poder dedicarlo a una entrada y tener mi propiedad, no depender de la propiedad de otra persona», argumenta. Él trabaja desde hace tres años en una empresa relacionada con el diseño gráfico y cobraba hasta el año pasado 18.000 euros brutos anuales, que este año suben a 20.000. Unos ingresos que, pese a vivir en casa de sus padres, no le permiten ahorrar al ritmo deseado. «Estoy viendo cómo la inflación ha estancado mis ahorros. Antes de la pandemia veía que era más rápido cómo progresaba, pero desde que ocurrió todo esto es más complicado y lento. Se nota mucho, incluso viviendo en casa de mis padres, sin salir casi nada de vacaciones, ni teniendo suscripciones a plataformas 'online' de series, películas, etc. El único lujo que me permito es salir los fines de semana un poco para salir de casa, porque entre semana teletrabajo. Y está todo tan caro... Ya da igual dónde cenes, que el precio suele ser similar en todos lados», se queja este joven.

Álvaro. Málaga.

«Puse un piso en alquiler y me llovieron llamadas de inmobiliarias que me animaban a subir el precio»

Álvaro recibió una avalancha de mensajes al poner un piso en alquiler. sur

Álvaro aporta la otra perspectiva del desequilibrio del mercado de la vivienda: la de los propietarios. «Puse un anuncio de un piso de alquiler en un portal inmobiliario y me llovieron llamadas de inmobiliarias para decirme que le subiera el precio y que ellos me buscaban inquilino. Además, me aseguraban que lo normal era cobrar un mes más dos meses de fianza más otro mes de alquiler. ¿Pero cuántos miles de euros queréis que pague una persona para entrar a vivir?», reflexionaba en Twitter hace unos días. Su reflexión se compartió masivamente y llegó a recibir más de cien mensajes de personas interesadas en alquilar el piso.

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La vivienda en cuestión, que tiene un dormitorio y está en la zona de Capuchinos, pertenece a su abuela y hasta el año pasado estaba alquilada por 400 euros. «Me dijeron que en esa zona podía cobrar tranquilamente 700 u 800», apunta en declaraciones a SUR. Finalmente, la familia optó por ofertarlo a 500 euros. La respuesta fue abrumadora: decenas de mensajes y llamadas pidiendo visitarlo. «Anteayer lo publicamos, ayer lo visitaron y ya se lo ha quedado una joven. Fue instantáneo», afirma.

Ivo. Madrid.

«¿Quién me iba a decir que iba a pagar más de alquiler en Málaga que en Madrid?»

Ivo, diseñador 'freelance', va a mudarse próximamente de Madrid a Málaga. sur

Hace ya un par de años que el camino de Madrid a Málaga es más transitado que a la inversa. En el año 2021, 3.555 madrileños cambiaron su domicilio a Málaga, la cifra más alta desde que hay registros. De hecho, Madrid es la provincia que más nuevos residentes aporta a Málaga. Ivo y su pareja, Olga, engrosarán la estadística este año: van a mudarse en las próximas semanas desde la capital de España a Málaga, donde ella ha encontrado una oportunidad laboral. Como él es diseñador de producto 'freelance' y puede teletrabajar, decidieron mudarse juntos a la capital de la Costa del Sol. Lo que no podían imaginarse es que acabarían pagando más de alquiler en Málaga que en Madrid. «El año pasado en Madrid vivíamos en un bajo recién reformado al lado de Atocha por 750 euros. El piso que hemos encontrado en Málaga nos cuesta casi 1.000 euros… y en junio lo tenemos que dejar», revela.

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Este madrileño de 29 años nunca pensó que sería tan difícil encontrar piso en Málaga. «Llevamos dos meses mirando pisos y llamando y no hay manera. Las visitas son en el mismo día que sacan el anuncio y al día siguiente el piso ya ha volado. Hemos hablado con inmobiliarias, les hemos dicho lo que ganamos, que no está mal, y que nos vale cualquier cosa… No nos han llamado de vuelta ni una vez», relata. Se plantearon trasladarse físicamente a Málaga para ver si conseguían visitar algún piso, pero el presupuesto de tren y alojamiento era inabordable… Al final, una cadena de casualidades hizo que encontraran un piso en Huelin a través de un conocido, pero sólo hasta el verano. «Definitivamente, Málaga está peor que Madrid», reflexiona.

Ivo critica, de paso, que casi todos los pisos «piden dos meses de fianza además de comisión de agencia más el mes corriente, cosa que está expresamente prohibida en la Ley de Arrendamientos Urbanos».

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Andrea. Málaga.

«El año pasado me subieron 200 euros el alquiler y ahora me echan si no pago otros 200 más»

Andrea acaba de recibir el aviso de rescisión de su contrato de alquiler. migue fernández

Cuando encontró su piso, en 2015, Andrea fue la envidia de sus amigos. Amplio, luminoso, en plena Alameda de Colón, con tres habitaciones y una linda terraza donde esta diseñadora gráfica desayuna cada mañana al sol. Empezó pagando 600 euros mensuales; por entonces podría haber encontrado alternativas más asequibles pero ella prefirió pagar un poco más porque la vivienda «lo valía». El piso se ha convertido en su hogar y como tal lo ha cuidado, sin retrasarse nunca en el pago ni darle ni un dolor de cabeza a su casera.

El año pasado recibió el primer susto: ya pasada la última prórroga obligatoria del contrato original, la propietaria la amenazó con rescindir el contrato si no se plegaba a una subida de 200 euros mensuales. Andrea aceptó, dado el cariz que ya estaba tomando el mercado de la vivienda en Málaga. Pero la prórroga que firmaron era solo de un año, así que empezó a buscar otro piso activamente: tanto en compra como en alquiler. «De alquiler no he encontrado nada que se le pueda acercar y yo pueda pagar. Y para comprar no me llegan los ahorros», reconoce. En la última semana de 2022, le llegó un mensaje que le ha amargado la Navidad: la propiedad le avisaba de la próxima rescisión del contrato y le dejaba caer que tenía a alguien dispuesto a alquilar el piso por 1.000 euros. Eso significaría pasar de pagar 600 a 1.000 euros en dos años: un 67% más en términos proporcionales. «¿Quién puede asumir una subida así? No es justo. No puedo aceptar ese chantaje, aunque sé que no voy a encontrar un piso como éste», afirma. Después de consultar con un abogado, ha solicitado una prórroga de seis meses al amparo del decreto que aprobó el Gobierno. «Así al menos tengo más tiempo para buscar otra casa», afirma.

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Estefany. Málaga

«Nos timaron en un piso que nunca nos dieron»

Estefany cuenta así su angustiosa situación: «Tengo 24 años y soy la hija mayor de una familia de siete miembros. Ni yo ni mi madre encontramos trabajo. Mi padre sí, pero sólo gana 800 euros. Este mes tenemos que dejar la casa donde vivimos porque el dueño la ha vendido. Nadie quiere una familia tan grande para alquilar y no nos llegan los ingresos para comprar». Según su testimonio, han acudido a pedir ayuda a diferentes administraciones, pero tienen a su familia «como una pelota, de una institución a otra, siempre cambiando las versiones». Esta joven denuncia además haber sido víctima de una estafa inmobiliaria: «Nos timaron en un piso que nunca nos dieron y perdimos el poco dinero que teníamos ahorrado», afirma.

Antonio Jesús. Málaga.

«Tenemos una vivienda en Benalmádena que no podemos vender y vivimos de alquiler en Málaga»

Los problemas de Antonio Jesús con la vivienda se remontan a la anterior crisis inmobiliaria. «Nos compramos una vivienda en Benalmádena en 2007 en plena burbuja a un precio elevado y además, con una hipoteca abusiva. Tras vivir varios años allí, por motivos de trabajo y conciliación familiar nos mudamos de alquiler a Málaga y tuvimos que poner a su vez en alquiler nuestra casa de Benalmádena. El alquiler no llegaba a cubrir los gastos de la hipoteca y, además, con la pandemia la inquilina dejó de pagarnos tres meses. Actualmente el piso sigue sin cubrir gastos con lo que nos pagan de alquiler y tampoco podemos venderlo, porque la deuda sería mayor que el precio actual de venta». Con todo, este padre de familia numerosa es consciente de que podría ser peor, ya que al menos tiene la suerte de estar pagando un alquiler razonable por su piso en Málaga.

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Hannah. Fuengirola.

«Es increíble que irnos a vivir juntos sea una meta tan lejana»

Hannah vive en casa de sus padres en Fuengirola y su pareja, en Málaga. sur

Conocer a alguien, enamorarse, irse a vivir juntos y, quizá, formar una familia. Este es el proceso natural, que se ha convertido en una quimera para las nuevas generaciones. Jóvenes como Hannah ven su progresión vital en suspenso. «Tengo 25 años y mi novio, 30. Somos afortunados porque ambos trabajamos a jornada completa y desde hace dos años tenemos la intención de independizarnos, pero los números no salen», explica, frustrada por que la meta de vivir juntos «esté tan lejana todavía». «Ahora mismo los precios de alquiler que se encuentran en los portales son desorbitados… Un piso de una habitación, algo muy básico, está en 700 u 800 euros. Si a eso sumamos luz, agua y comida… para el salario de una persona joven es algo impensable si quieres ahorrar». «Ni siquiera yendo a zonas más lejanas, como Cártama o Alhaurín, salen las cuentas, porque allí han subido mucho los precios también», asegura. Hannah, como tantos otros jóvenes, consulta cada día los portales inmobiliarios y asegura que se ven «auténticas locuras: pisos totalmente desfasados y en malas condiciones por precios muy elevados. Ver una cama al lado de una nevera ya no nos sorprende», critica.

Esta joven, que trabaja como asistente de casting en Fuengirola, admite que su opción ideal, tanto para ella como para su círculo de amigos, es comprar una vivienda, pero a día de hoy es más un sueño que una posibilidad real. «En los 90 y los 2000 era muy fácil conseguir una hipoteca con un salario mínimo. Ahora, con un salario inicial en una empresa no llegas a lo que piden», explica.

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Ismael. Benalmádena.

«Si yo, con un buen sueldo, no cumplo los requisitos para alquilar, ¿qué le espera a cualquier otro trabajador?»

Ismael se considera «un privilegiado», ya que cobra «un buen sueldo». Aún así, no es suficiente: no llega al umbral exigido por las inmobiliarias para alquilar piso. «Me rescinden el contrato del piso donde vivo desde 2020 en febrero, ya que lo quieren vender. Buscar un nuevo piso decente y de larga temporada está siendo una odisea», denuncia. El mercado inmobiliario que se ha encontrado dos años después es «de pesadilla»: precios desorbitados («700 euros por estudios, 900 o incluso 1.000 si los quieres larga temporada en zonas como Torremolinos o Benalmádena», detalla), condiciones «exageradamente rebuscadas» («Me echaron para atrás un contrato de alquiler porque mi sueldo no cubría el 33 % del precio de alquiler, cuando sólo me faltaban 55 euros para llegar: un disparate») y precios que suben de un día para otro. «¿Qué quieren los propietarios y las inmobiliarias? No podemos alquilar esos pisos a esos precios. Si yo no llego, que tengo un buen sueldo, ¿qué le espera a cualquier otro trabajador?», reflexiona.

Ante la complicada tesitura, Ismael reconoce que se plantea «volver a casa de mi madre, al menos por un tiempo». «Me gustaría seguir ahorrando para meterme en una hipoteca, pero eso también es muy complicado», reconoce.

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María. Málaga.

«Tendría que ahorrar diez años para poder independizarme»

María y su pareja ahorran a duras penas. sur

María tiene 24 años y calcula que tendría que ahorrar durante diez años para poder independizarse. Ella se lo toma con paciencia, pero a su novio, que está a punto de cumplir los 30, no le queda tanta. «Está ya desesperado por irse de casa de sus padres. Ha estado buscando piso todo el verano pasado, pero en noviembre lo dio por imposible y se resignó a esperar y ahorrar. Yo estoy también intentando ahorrar para poder entre los dos encontrar algo», explica esta joven malagueña.

Sandra. Málaga.

«Para la entrada de un piso hay que tener ahorrados 40.000 euros como mínimo»

Ante la situación descontrolada que se ha adueñado del mercado de la vivienda en Málaga, Sandra, su novio y su hijo se han resignado a «lo malo conocido». Viven de alquiler en una zona que no les gusta, pero no piensan moverse porque pagan un precio razonable (600 euros), ya que el propietario es un amigo. «Me gustaría tener mi propia casa, claro. Pero aunque la cuota media de la hipoteca sea más baja que el alquiler, es imposible reunir la cantidad de dinero que hay que entregar de entrada y de gastos, que con el precio que tienen ahora los pisos suman 40.000 euros como mínimo. Con los sueldos que tenemos hoy en día y lo caro que está todo, ¿cómo conseguimos ahorrar esa cantidad?», reflexiona.

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Ermes. Málaga.

«Somos una pareja con un niño de dos años viviendo en un estudio»

«Somos una pareja con un niño de dos años viviendo en un estudio desde hace más de un año y medio». Así se presenta Ermes, una vecina de Málaga capital que lleva meses intentando cambiarse a un piso de dos habitaciones sin éxito. «Necesitamos mudarnos para tener espacio para nuestro hijo, pero no nos alquilan porque tenemos un bebé o porque solo mi esposo tiene contrato fijo. Somos formales y pagamos siempre a tiempo, pero no hay manera de convencer a las inmobiliarias», se queja.

Sandra. Málaga.

«La única opción real que nos dejan a los jóvenes es irnos a vivir a pueblos de la Axarquía. Vivir en Málaga se hace insostenible»

Sandra aún ve lejos, a sus 31 años, el momento de independizarse: «¿Que les cuente mi experiencia en el acceso a la vivienda? Les tendré que contar mi no-experiencia. Tengo 31 años y me niego a pagar 600 ó 700 (con suerte) por el alquiler de un zulo, cuando gano trabajando en hostelería 1200 euros. Y si ya hablamos de comprar... Pisos de precios desorbitados en los que sólo puedes vivir para pagar, en los que las hipotecas son de 40 años. Además, ahorrar se hace cada vez más complicado y los bancos y constructoras cada vez exigen más de entrada». Esta joven malagueña es muy crítica con la falta de apuesta por la VPO:»Las viviendas de VPO están prácticamente igual de precio que las normales. Y si eres soltera y sin hijos, ya olvídate de tener una mínima posibilidad de acceder a una VPO», afirma. Ella es de los que piensan que la ciudad de Málaga está expulsando a sus jóvenes. «La única opción real que nos dejan a los jóvenes malagueños es irnos a vivir a pueblos de la Axarquía porque vivir en Málaga se hace insostenible».

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