«Sentir que tu hijo crece dentro de ti es increíble»

Privilegio, miedo, alegría, ilusión, felicidad y un amor que no se puede comparar a nada son las expresiones que más repiten las cinco madres malagueñas que hablan de sus embarazos con motivo de la Jornada por la Vida que un año más celebró ayer, fiesta de la Encarnación del Señor, la Iglesia Católica de Málaga.

«Desde el primer momento que supe que estaba embarazada sentí muchísima alegría y muchísima ilusión. Sobre todo, estaba muy agradecida por sentir el milagro de la vida y el regalo de la maternidad. Siempre creí que estaba haciendo algo que era muy importante y tenía muchas ganas, desde el principio, de conocerle, verle su carita, y abrazar su cuerpo. Quería hacerlo muy bien desde el comienzo porque ya lo quería desde el minuto uno», explica Aurora Villalobos, médico y madre de dos niñas.

Raquel Cueto, también médico y madre de cuatro hijos, por su parte, recuerda «esos primeros momentos con una gran felicidad. Es verdad que cada embarazo es un mundo y con cada uno de ellos te encuentras en un momento vital diferente. Tú misma eres diferente. Pero si hay algo que unificaría a todos ellos sería la palabra feliz. Una felicidad que no se puede describir porque no se parece a nada. Sentir que tu hijo crece dentro de ti, que te acompaña todo el día, que es parte de ti. Es increíble. No puedo decir que el camino sea del todo fácil porque estaría mintiendo. Los temores a que no vaya bien, el sentido de responsabilidad, y mil y un sentimientos. ¡Cuántas veces habré despertado a mi marido en mitad de la noche para decirle que el bebé se movía menos o que no lo notaba! Pero, pese a todo, me siento una verdadera privilegiada por sentir el preciado regalo de la vida».

Victoria López, empresaria y madre de cuatro hijos, asegura que «al principio, todo es un mundo. Te cuentan muchas cosas, pero hasta que no lo vives no sabes lo que es. Cada mujer, además, lleva el embarazo de una manera, incluso cada embarazo es diferente, pero siempre con mucha ilusión. Hay momentos que no se te olvidan: la primera vez que escuchas su corazón, las primeras ecografías, cuando lo sientes moverse... Esto es espectacular en cada embarazo. En el primero tienes más miedos, en el segundo más madurez, pero en definitiva cada embarazo y cada parto ha sido como una primera vez, cada uno es único y especial. El momento del parto para mí es maravilloso, lo habría repetido mil veces. Aunque un poco preocupada, siempre iba a dar a luz feliz. Me sentía muy segura y, cuando les ves su cara por primera vez, es un momento mágico que te cambia la forma de entender el mundo».

Blanca López, que es también enfermera y está embarazada de su noveno hijo, afirma que, para ella, «el momento más importante del embarazo es cuando llega el positivo tras la sospecha. Ahí te cambia la vida porque, aunque a veces puede que no siga adelante, ya has concebido. Dios te da la posibilidad de ser madre. Es algo que no se puede explicar. Y otro momento especial es el parto, un momento inigualable en la vida».

Ana Medina Pérez vivió su último embarazo en circunstancias muy difíciles. Se quedó viuda cuando estaba embarazada de su cuarto hijo y explica que «en el cementerio, todo el mundo miraba mi barriga y pensaba en mis otros tres hijos, de nueve, seis y tres años. Me miraban como diciendo 'pobrecita'. Pero yo no sentí pena de mí misma. No entré en el lamento ni un segundo. Mi pequeño José, dentro de mí, me necesitaba más que nunca, así que nada de tristeza. Lo más importante de mi vida, lo mejor que me ha pasado, es ser madre de mis cuatro hijos. Eso me llevó a ser voluntaria de Red Madre, asociación dedicada a acompañar a mujeres que, por diversas circunstancias, se plantean abortar y apoyarlas para que puedan seguir adelante con su embarazo. Desde allí, me dedico a acompañar a otras mujeres y decirles que nunca es un mal momento para estar embarazada. Con mi propia vida, puedo decirlo a boca llena».

La primera hija de Aurora Villalobos nació con síndrome de Down y su llegada, asegura, «es ternura y bondad infinita; ella nos recuerda que las cosas sencillas son las que realmente importan. Su mirada es siempre limpia y transparente, y su sonrisa ilumina. Ella sólo ve las cosas bonitas que pasan en la vida, aprecia cada minuto y agradece cada detalle. Le encanta disfrutar de la vida. Es pura inocencia y entrega absoluta, y sus abrazos, que son tan de verdad, te calientan y reconfortan hasta el alma».