Semanas alternas, 'casas nido' y otras claves para padres divorciados
Una psicóloga jurídica lanza consejos para que la separación y custodia compartida no afecte a los hijos: «su bienestar debe anteponerse al conflicto abierto en la pareja»
A la sensación de fracaso y la angustia vital de la separación hay que sumar otra cuestión trascendental al rubricar el divorcio: cómo llevar a ... la práctica (de buenas formas) la separación y el ejercicio de la tenencia compartida para minimizar daños emocionales en los niños de la pareja. ¿Cómo gestionarlo adecuadamente? De entrada, para Ana Belén Soriano, psicóloga jurídica de PsicoAbreu en Málaga, lo primero que hay que hacer es no mezclar nunca las funciones como padre y madre con el conflicto en sí abierto entre los adultos. Anteponer el bienestar infantil siempre: «Hay que saber diferenciarlo clarísimamente, sacar a los niños: no ponerlos en medio», sentencia.
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Puntualiza la psicóloga que, aunque se trate de una situación dolorosa inevitable porque la ruptura no tiene retorno, no necesariamente tiene porque generar una herida emocional en los retoños. Este daño, asegura, se genera cuando hay un alto nivel de crispación entre los padres. «Ahí el menor se encuentra con sentimientos de culpa, se pregunta qué habrá hecho mal... A veces se le crea conflicto de lealtades al obligarle a posicionarse de un lado o de otro».
Soriano, experta en elaborar informes periciales en los que se basará el juez para dictaminar sobre la custodia en casos de divorcio con hijos, asegura que la fórmula más habitual para ejecutar la custodia compartida es la de las semanas alternas: siete días con cada progenitor y vuelta a empezar. «No diría que es la mejor opción, digamos que es la menos mala porque da la suficiente continuidad para que el niño no desconecte tanto del otro progenitor. Los ciclos de dos semanas se les puede hacer largo. Es una manera de tener muy presente y disponible a ambos».
«Hay que escuchar a los hijos, responder sus dudas y sus miedos y dejarlos expresar con libertad sus emociones»
Ana Belén Soriano
psicóloga jurídica de PsicoAbreu
Sin embargo, explica la psicóloga que existen otro tipo de arreglos que el juez aprueba siempre y cuando no sean propuestas «descabelladas» en las que el menor se vea claramente perjudicado. Otra fórmula interesante para los niños es la de las 'casas nido', en las que los pequeños siguen viviendo en el domicilio familiar y son los progenitores los que se turnan para cuidarlos. Sin embargo, para que esta propuesta funcione debe existir un entendimiento máximo entre los adultos. «Es una buena opción para que los niños se habitúen a la separación aunque sí es cierto que es un sistema difícil de sostener en el tiempo».
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En otros casos también se acuerdan días de la semana para cada padre o madre, en función de las necesidades laborales o familiares por lo que el niño pasará de una casa a otra según el régimen fijado. Pero ojo, como remarca la especialista, en algunos casos se puede generar inestabilidad en los menores. «Necesitan tener cierta continuidad que le haga sentirse seguros y, al mismo tiempo mantener el vínculo con ambos».
Libertad de emociones
Para evitar tropiezos desde el principio, la psicóloga recomienda transmitir la decisión de la separación juntos, estando de acuerdo en lo que se va a comunicar y «hacerlo de una forma sencilla, sin dar detalles íntimos». Igualmente, habrá que explicarles cómo va a funcionar la vida familiar de ahora en adelante, con sus cambios: «cuando un crío se le explica las cosas, encuentra la tranquilidad, cuando no se hace, se genera incertidumbre y ahí aparece el miedo, la culpa, el daño», insiste.
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También es vital no hablar mal del otro progenitor y entablar un punto de respeto mutuo. Por último: habrá que escuchar al niño en todo momento, responder a sus dudas y miedos y dejarle expresar libremente sus emociones.
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