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Francisco Vila Tierno, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Málaga, lamenta que la derogación de la reforma ... laboral de 2012 se haya convertido en un «eslogan político». Considera necesarias las reformas, pero desde el consenso y sobre la base de que mercado de trabajo y pensiones deben adaptarse a la nueva realidad social. Defiende la necesidad de realizar reformas de calado en la legislación laboral y de Seguridad Social para adecuarlas a la nueva realidad social.
–La reforma de la actual legislación laboral es el tema de actualidad y es objeto de la batalla política. ¿Tan mala es la actual ley?
–No es que sea ni buena ni mala, depende de la perspectiva desde la que se mire. Si lo analizamos desde el punto de vista de los trabajadores, sí fue una reforma que limitaba o restringía derechos. Fue una reforma regresiva. Pero era una reforma que iba en la senda de reformas laborales anteriores, hay muchas cosas en la reforma de 2012 que ya estaban en la de 2010. Era un poco seguir la misma línea. ¿hay recorte de derechos? Sí. ¿Se puede cambiar? Sí. Pero lo que no se puede hablar es de una derogación de la reforma de 2012, porque si no nos quedaríamos con la legislación de 2010, que tampoco es que fuera excesivamente beneficiosa para los trabajadores.
–Desde el propio Gobierno se habla al mismo tiempo de derogar, modificar y actualizar la legislación laboral, pero son conceptos totalmente distintos...
–La derogación de la reforma laboral se está utilizando como un eslogan político. Queda bonito eso de decir 'derogamos la reforma de 2012'. Pero se está hablando de modificar cuestiones que no se regularon en el 2012. Por ejemplo, se propone modificar el régimen de contratación laboral, y eso no se tocó en 2012.
–¿Hay entonces que modificar esta legislación?
–Parece que hay consenso en que hay que hacer una serie de cambios, porque la reforma de 2012 se produce en un contexto y en unas circunstancias que han pasado. Y tuvo su justificación en ese momento, para bien o para mal. ¿Qué tenemos que hacer? Está claro que adaptaciones, una modernización de la reforma laboral para adaptarnos a los nuevos tiempos, porque lógicamente hemos cambiado. La legislación laboral siempre está respondiendo a la realidad, y obviamente ahora también. Hay que hacer cambios necesarios para adaptarnos a las nuevas realidades que tenemos.
–La regulación laboral, ¿puede por sí misma favorecer la creación de empleo?
–Una normativa por sí sola nunca puede crear empleo. Va a depender del contexto económico. Sí puede favorecer en momentos determinados la contratación según las circunstancias.
–Se atribuye a esta reforma del PP la figura de los ERTE, que han evitado muchos despidos en esta crisis sanitaria...
–En realidad los ERTE no son nada nuevo, tienen ya un largo recorrido, muy anterior a esta reforma de 2012. Estaba ahí, lo que pasa es que casi nadie los utilizaba. Era algo prácticamente en desuso. Lo que sí ha sido un acierto es utilizar una figura que ya existía y adaptarla al contexto de la pandemia. Ha sido muy positivo, porque si no llegamos a contar con este instrumento las circunstancias hubiesen sido mucho peor para empresarios y trabajadores. Este elemento de cobertura ha sido muy útil. Pero ya le digo, no es nada nuevo, ya estaba en la legislación laboral anterior a la de 2012.
–Está de acuerdo en la afirmación de que la salida a esta crisis por la pandemia está siendo más social que en la anterior crisis económica?
–Desde el punto de vista de conservación de empleo parece que sí ha sido una salida más social, pero es que las circunstancias son completamente distintas. Son dos crisis, pero que no tienen la misma naturaleza. En 2012 había una destrucción masiva de empleo y la reforma fue en el sentido de introducir flexibilidad para que las empresas se animaran a contratar. En la actual no se había producido esa destrucción de empleo y lo que se ha hecho es establecer un escudo para que no se pierda el empleo, con mecanismos de protección, los ERTE, tanto para las empresas como para los empleados.
– La reforma de 2012 lo que sí introdujo fue una mayor flexibilidad del mercado de trabajo...
–Lo que se hizo fue utilizar un concepto que viene de Europa, que es la 'flexiseguridad', que trata de poner en equilibrio lo que son las necesidades de las empresas con los derechos de los trabajadores. Y dependiendo de cómo se regule puede tener más flexibilidad o más seguridad y entonces le gustará más a unos o a otros, a empresarios o trabajadores.
–¿Cómo se consigue flexibilizar el mercado de trabajo?
–A costa de rebajar las condiciones laborales. Se puede crear empleo porque las condiciones laborales de los trabajadores están tan flexibilizadas que no me importa crear un empleo porque sé que puedo modificar a la baja las condiciones laborales, despedir barato, etcétera.
–¿Hasta dónde se puede llegar con esa flexibilización con tal de crear empleo?
–Esa es la pregunta del millón. Es lo que se está discutiendo ahora. Usted no puede rebajar tanto las condiciones laborales que se cree empleo a cualquier precio. Hay un compromiso firmado por España dentro de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) que es el compromiso por el trabajo decente. Y el trabajo decente es un trabajo con derechos. En cuanto no se respetan unos derechos mínimos, ya no es un trabajo decente.
–Los trabajadores de este siglo XXI, ¿tendremos menos derechos que los del siglo XX?
–Sí, sin duda. Es cierto que en un momento determinado de nuestra historia pasada el trabajador estuvo más blindado desde el punto de vista de los derechos. Pero esa regulación se fue flexibilizando, todas las reformas desde los años ochenta han supuesto pérdida de derechos para los trabajadores. También es cierto que han surgido derechos de nuevo cuño, que de alguna manera compensan esa pérdida. Por ejemplo, la defensa de colectivos vulnerables, o el control efectivo de la prestación del trabajo, o las normativas más recientes sobre trabajo colaborativo o la desconexión digital.
– Otro de los frentes abiertos es la reforma de las pensiones, también muy necesaria...
–Se está hablando de la reforma de la legislación laboral y, de manera desconectada, de las pensiones. Y es un error. No son cosas distintas. Toda modificación que hagamos en la legislación laboral va a afectar después a las pensiones.
–¿Es sostenible el actual sistema de pensiones en España?
–Tal como está ahora mismo configurado, no es sostenible. El sistema de protección social se diseñó el siglo pasado atendiendo a unas características sociales y laborales determinadas, que hoy ya han cambiado.
–¿Se puede hacer sostenible? ¿Cómo?
–No es que se pueda, es que debemos hacerlo sostenible. Creo que se pueden garantizar las pensiones futuras, pero para eso debemos hacer grandes cambios. Y ahora mismo se está en ello. Partimos de unas recomendaciones que se hicieron en el Pacto de Toledo que han sido consensuadas y creo que por ahí vamos bien. Debemos buscar los instrumentos para hacerlas sostenibles. Tenemos un sistema de reparto, lo que significa que ahora estoy cotizando para pagar las pensiones de los actuales jubilados. Eso se puede mantener en tanto en cuanto tengamos un nivel de empleo suficiente. Si ahora bajan los nacimientos, ¿quienes serán en el futuro los que coticen para mantener las pensiones? Así que hay que establecer algunos mecanismos. Por ejemplo, en época de bonanza la Seguridad Social ha estado sufragando prestaciones que no le eran propias, como las políticas activas de empleo. Y debemos plantearnos el tema de la edad y los mecanismos de equidad intergeneracional.
– Una de las últimas propuesta ha sido subir las cotizaciones, ¿puede ser una solución?
–Es cierto que hay un margen para el incremento de las cotizaciones, pero de todas maneras no es la única solución, el sistema tiene que reformarse en su conjunto. Al desaparecer el factor de sostenibilidad y el índice de revalorización automática se tienen que introducir mecanismos de solidaridad intergeneracional, como es esta subida de cotizaciones, una medida coyuntural con la que se pretende equilibrar el sistema.
–Ayer mismo se conocía un compromiso del Gobierno con la UE para ampliar el periodo de cotizaciones de 25 a 35 años, ¿qué puede suponer este cambio?
–Es algo que no estaba en la mesa de negociación. No es algo que se hubiera consensuado en el marco del Pacto de Toledo y que puede dinamitar el acuerdo. Es una medida que puede contribuir a la sostenibilidad del sistema, que es el compromiso más fuerte con Europa, pero que también puede afectar de lleno a la garantía de suficiencia (a la que también estamos comprometidos) porque afectaría a la cuantía de las pensiones.
–Europa nos exige tener aprobadas las reformas laboral y de pensiones para fin de año, ¿es usted optimista?
–No tenemos más remedio, habrá que llegar a un acuerdo. Aquí lo fundamental es que todos cedan un poquito en la negociación. Creo que es mucho más interesante que nos llegue la ayuda europea. Es necesario hacer una reforma, sí, porque hay que modificar aspectos que estaban justificados en un momento determinado, pero que ahora requieren su reajuste. Y efectivamente, hay que modificar el marco de contratación, y hay que llegar a un acuerdo. No podemos perder esta oportunidad.
–En esta situación de incertidumbre, ¿le parece que estaría justificada la inversión en planes privados?
–Esta es una de las cuestiones por las que no está apostando el Gobierno. En el sistema de pensiones hablamos de tres pilares. En primer lugar, la Seguridad Social pública; el segundo, los planes avalados por las empresas y el tercero es el del ámbito estrictamente privado. Se han planteado muchas dudas con los privados, porque ¿quién garantiza que esos planes privados en el futuro te van a ayudar, cuando están sometidos al mercado? ¿Cómo garantizar esa inversión? En segundo lugar, la capacidad de ahorro que se necesita. Si no se tiene ¿quién va a invertir en planes privados? Con salarios bajos es imposible ahorrar. Por esto parece que el Gobierno apuesta por el segundo pilar, el de planes empresariales. También es cierto que se están castigando los planes privados, al reducir su atractivo fiscal.
–España, ¿es generosa con sus pensionistas?
–Las pensiones se basan en dos principios, el de sostenibilidad y el de suficiencia. La Constitución recoge la suficiencia de las pensiones. Es algo que interesa no solo al pensionista, también a la sociedad en general, porque invierte, consume e interviene en la economía. Si recibe menos renta reduce la demanda agregada, que puede tener efectos en el empleo.
–Las pensiones están subiendo más que los salarios medios, incluso la pensión media está por encima del salario mínimo. ¿Esto puede ser un poco contradictorio?
–Las pensiones están subiendo conforme al IPC, por lo que ahora, con la inflación disparada, subirán en ese mismo porcentaje, por una regulación estrictamente legal. La subida salarial va a depender en cambio de la negociación colectiva. Garantizamos el poder adquisitivo de los pensiones, pero ¿qué pasa con los mileuristas?
–La edad de jubilación se está retrasando. ¿Hasta cuándo nos vamos a ver obligados a estar trabajando para tener una pensión?
–Puede ser discutible, pero creo que más tarde o más temprano tendremos que incrementar la edad de jubilación. Eso dependerá también del tipo de trabajo, no todos son iguales o requieren el mismo esfuerzo. Pero la esperanza de vida aumenta. Lo que se está intentando hacer es que haya un acercamiento de la edad legal con la edad real. Hay personas que se jubilan de manera anticipada, y se trata de introducir mecanismos para evitarlo. Y retrasar la edad de jubilación, porque si una persona se encuentra bien de salud y con ánimo de trabajar, pues vamos a darle la posibilidad de que prolongue su periodo de actividad. Claro, esto choca con otra cuestión, con el empleo juvenil, si no se va dejando espacio libre, los jóvenes se van a encontrar sin oportunidades de empleo.
–La sociedad y el desarrollo tecnológico, ¿qué efectos pueden tener sobre el empleo?
–El Derecho del Trabajo surgió como consecuencia de la Revolución Industrial y la necesidad de regular las relaciones laborales. Estamos de nuevo en un momento de gran transformación social y lo que tenemos es que adaptarnos. Por esto considero que el Derecho del Trabajo es una de las disciplinas más cercanas a la realidad. En esta nueva sociedad tecnológica vemos cómo se ha regulado el trabajo en las plataformas, el teletrabajo o la desconexión digital de los trabajadores. Ante cada nueva realidad el derecho actúa para buscar los elementos de protección necesarios para hacer realidad ese principio de trabajo decente.
– Esta nueva realidad social, ¿modificará las relaciones laborales?
–Ya las está cambiando. Ya lo hemos visto claramente cómo ha afectado la entrada con fuerza de la economía colaborativa, que ha supuesto una rebaja brutal de las condiciones de trabajo.
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