Begoña Velasco, en su consulta en Teatinos, después de realizar la entrevista con SUR. Francis Silva

Begoña Velasco, psicóloga y terapeuta de parejas

«El primer mal de amores se siente como el fin del mundo»

La experta asemeja el proceso de digerir una ruptura con un duelo y señala que algunas personas caen en un bucle autodestructivo

Lunes, 17 de abril 2023, 00:08

Bodas, cumpleaños, navidades, noches viejas, discotecas, cines, bares, taxis, playas o parques. Mientras que en cualquier festividad o lugar las parejas se funden en cariñosos ... abrazos y carantoñas, tú sientes que alguien te está frotando con ácido la caja torácico desde dentro. La psicóloga Begoña Velasco habla sobre el mal de amores.

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–¿Qué mecanismos activa el mal de amores en el cerebro?

–Más que un mecanismo, como si eso fuera un interruptor, hay que pensar en qué significa mal de amores. Vivimos en una sociedad en la que cada vez pensamos más y miramos hacia fuera sobre la idea de lo que tienen que ser las cosas. La gente te dice tengo mal de amores. Vale. ¿Pero qué significa? Pues puede ir desde que no tengo a la pareja que va al gimnasio y tiene el cuerpo tal, o que no tiene el trabajo de no sé qué, hasta las relaciones que no funcionan porque no hay conexión sexual. El mal de amores es un poco como lo que yo quiero, pero no termino de encontrar o no coincide con la persona que tengo a mi lado.

–¿Y el mal de amores desencadenado por una ruptura?

–Va a depender de todas las experiencias que he tenido a lo largo de mi vida. Si la base que tengo es buena, sé que una ruptura es como un duelo. Lo voy a pasar mal, pero también sé que no es el fin del mundo. El primer mal de amores se siente como el fin de la vida.

–¿Tiene algo didáctico? ¿Es un dolor que todos debemos pasar alguna vez para mejorar nuestra estabilidad emocional?

–Lo que es didáctico es lo que tú reflexionas y lo que tú sacas de la experiencia. Si no haces ese proceso, el mal de amores no tiene nada de didáctico. Tampoco es real pensar que vas a superar antes un mal de amores porque ya lo has pasado en la adolescencia.

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–¿Cómo salpica al mecanismo de recompensa?

–Nos tendemos a enganchar a todo aquello que nos genera un bienestar. Eso es así a 'grosso modo'. Luego va a influir mucho si tengo otras riquezas en mi vida o lo único que me hacía sentir bien era ver a esa persona.

–Goehte dijo en uno de sus poemas que es mejor tener esperanza que desesperar. ¿Esto también sirve para el mal de amores?

–Es que la pregunta plantea que se trata de una elección. Pero es que no es una elección. Lo deseable sería que yo pudiera reflexionar sobre mis experiencias. En general, eso no lo hacemos. Solemos hacer una reflexión en la superficie. ¿Por qué me ha dejado? ¿Será mi cuerpo? ¿Será por esto? ¿Será por lo siguiente? Pero eso no es reflexionar, eso es entrar en bucle. Y eso es terrible porque te destroza a nivel psicológico y genera mucha inestabilidad.

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–¿La esperanza hace que nos agarremos a algo a lo que ya no deberíamos?

–Claro. Pero como seres humanos tendemos a agarrarnos a las cosas. Lo que más nos cuesta es vivir en la incertidumbre. Luego nos han vendido una serie de ideas, por ejemplo, el contigo para toda la vida.

–¿Cómo difumina el mal de amor nuestra percepción de la realidad?

–La difumina totalmente. Tú puedes estar con una persona y la relación se rompe. De repente, todo con esa persona era genial. Ya no te acuerdas de las situaciones difíciles o de las putadas. Por otro lado, confluye también todo lo que te van diciendo los demás. Pero si es que él es maravilloso, es estupendo. Pero esas personas no conocen la realidad que tú has vivido.

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–¿Por qué idealizamos a la persona después de una ruptura?

–Cuando no está el otro, que ha estado un tiempo, se genera un vacío. Es parte de ese proceso de duelo. ¿Qué trata de hacer el cerebro? Ir a las cosas y a los recuerdos positivos. Luego hay otra cosa que tenemos que aprender a desarrollar otra vez, el estar conmigo a solas.

–¿El mal de amores afecta más a la persona que es dejada o también a la que deja?

–Piensa lo siguiente: ¿Quién tiene más control ahí? Pues la respuesta es clara. A lo que tenemos que llegar es a un espacio en el que podemos hablar sobre lo que no funciona y, desde ahí, generar una ruptura. Pero lo que normalmente aprendemos mal es que para alejarme de alguien tengo que ver lo desagradable. Porque es eso lo que me va a dar el impulso para alejarme.

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–¿La agudeza del mal de amores depende del nivel de enamoramiento que ha existido?

–Va a depender de todas las experiencias que he tenido a lo largo de mi vida. Si la base que tengo es buena, sé que una ruptura es como un duelo. Lo voy a pasar mal, pero también sé que no es el fin del mundo. Si es la primera vez, el primer mal de amores se sentirá como el fin de la vida.

–¿Cada vez hay que vivir el mal de amor de nuevo o aprendemos a llevarlo mejor?

–El aprendizaje del ser humano no es gratuito. ¿Si yo voy a la puerta del gimnasio voy a tener la musculatura desarrollada? ¿Solo por ir a la puerta del gimnasio? No. Yo me tengo que esforzar para reflexionar y entender. Es lo que dije ya antes. Haber superado un mal de amor no significa que no sienta otra vez ese dolor.

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–Intentamos siempre cavilar sobre los motivos tras una ruptura. ¿Nos hacemos un flaco favor?

–Es que nunca vas a saber bien las razones que han llevado a la otra persona a acabar con una relación. Cuando la ruptura se produce sin explicaciones, y de una manera muy abrupta, ya te va diciendo de la otra persona que no hay una capacidad de comunicarse, y que el proceso de la ruptura llevaba mucho tiempo desarrollándose. Las rupturas y el mal de amor son parte de la vida.

–¿Es un sentimiento que se infravalora en nuestra sociedad?

–Es que el mal de amores es como un titulo que le ponemos. Lo que se tiende a infravalorar es el pasarlo mal, el pasar un duelo, el estar triste. Con esta corriente de todo positivo, todo genial, se ha tapado muchísimo. No se nos deja expresar.

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