La política y el dinero: el que se mueva no sale en la nómina...

Al final las cosas son más simples de lo que parecen. Mucho se está hablando de las negociaciones que se están manteniendo a nivel nacional ... para que Pedro Sánchez consiga los votos necesarios para ser investido de nuevo como presidente del Gobierno. Hay un gran debate nacional sobre la constitucionalidad de la amnistía y sobre los motivos que en teoría provocan esta medida. El PSOE sostiene que todo es por la convivencia para favorecer que haya una reconciliación entre catalanes partidarios de la independencia y los que quieren permanecer dentro de España. Han corrido ríos de tinta y correrán defendiendo esa postura y la contraria. A simple vista queda claro que el cambio de opinión de Sánchez está condicionado por los siete votos del partido de Puigdemont. ¿Pero qué empuja a los socialistas a tragar con eso? Pues el dinero. Así de simple. Y eso no quiere decir que vaya a haber una malversación, que nadie me malinterprete. La realidad es que hay cientos de personas que necesitan que el PSOE gobierne para mantener el sueldo que se llevan a su casa. Y no es precisamente el presidente del Gobierno o los ministros, que tienen su futuro asegurado con las puertas giratorias, sino todos los que hay detrás de los mismos. Desde secretarios de Estado, pasando por directores de empresas públicas, directores generales y secretarios de los ministerios, subdelegados del Gobierno y todas las personas que trabajan como asesores de los mismos. Pueden salir unos cuantos cientos. Igual que ocurriría con el PP. El problema es que el PSOE se ha quedado prácticamente sin poder institucional, salvo en el Gobierno central. Por eso, desde sus propias filas se da apoyo a lo que haga el presidente del Gobierno, al que se ve como el gran patrón que tiene que colocar a esta legión de demandantes de empleo. Y es que hay que comer todos los días. Los socialistas ya no tocan bola en la mayoría de comunidades autónomas, ni en los principales ayuntamientos del país. Se agarran como un clavo ardiendo al Ejecutivo, que sigue siendo una fuente importante de trabajo. Pero eso ocurre en todos los niveles. No hay que engañarse. El caso más reciente lo tenemos en Málaga. En el Ayuntamiento de Mijas, donde una moción de censura va a acabar con la alcaldía del socialista Josele González, que sin duda no ha hecho demérito en estos primeros cien días de gobierno para que sea desalojado de su puesto como primer edil. No tengo dudas de que Juan Carlos Maldonado ha actuado pensando en su futuro económico. Sabe que tiene asegurado el sueldo los próximos cuatro años, pues ya no puede haber otra moción de censura que lo aparte del equipo de gobierno de la localidad mijeña. Y sabe también que este apoyo al PP tendrá su recompensa en el futuro, como le ha ocurrido a Juan Cassá, que ha visto recompensada su lealtad con De la Torre al ser repescado en esta legislatura con un puesto en la Diputación Provincial. ¿Alguien cree de verdad que Maldonado en este caso actúa de esta manera para cambiar el modelo de gestión de Mijas? Es humano además que actúen de esta forma, porque así está establecido el sistema. No hay que ser hipócritas, porque todos los líderes políticos al final están presionados por cientos de personas que esperan que lleguen al poder para poder compartirlo consiguiendo un puesto de trabajo como asesor u ocupando un cargo institucional. Por eso después hay un seguidismo ciego de todo el partido a lo que establezcan sus máximos dirigentes, porque saben que el que se mueve no sale en la nómina. ¿Es normal que sólo sean las viejas glorias del PSOE las que critiquen la amnistía? ¿De verdad se puede pensar que todos los dirigentes regionales y provinciales están a favor de la misma? Ocurre lo mismo en el PP. ¿Todos están de acuerdo con pactar llegado el momento con VOX para alcanzar un ayuntamiento, una comunidad autónoma o el mismísimo Gobierno de la nación? Hay que seguir siempre la pista del dinero para entender una serie de comportamientos en el ámbito de la política. Eso nunca falla. Ya lo decía Quevedo. Poderoso caballero es Don Dinero...