La pandemia y las restricciones a la movilidad apagan la llama del comercio en la provincia de Málaga
El confinamiento de los pueblos da la puntilla a un sector que ya venía tocado por la falta de turistas y el descenso del consumo en el mercado interno
Si se hiciera una radiografía de dónde se sustenta el sector comercial en la provincia de Málaga, la placa reflejaría tres grandes pilares: el ... mercado interno de las ciudades grandes y medianas; los turistas y turistas residenciales, y la población de las pequeñas localidades que se traslada a las cabeceras de comarca para hacer sus compras. Ninguno de los tres ha conseguido salir indemne de la pandemia y ello explica en gran medida que un sector que se nutre de miles de empresas medianas, pequeñas y en muchos casos familiares se encuentre al borde de la muerte por inanición.
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Las ayudas largamente prometidas por las administraciones desde el comienzo de la crisis sanitaria, que podrían funcionar como respiración asistida hasta que la situación mejore, no terminan de llegar y por ello se ha extendido el temor de que cuando lo hagan ya sea demasiado tarde. Muchos de quienes han bajado las persianas en estos días es muy probable que no vuelvan a abrirlas. El paisaje de locales cerrados en vías emblemáticas como la avenida Ricardo Soriano en Marbella, la calle La Bola en Ronda o calle San Miguel en Torremolinos resulta en estos días más que elocuente. El panorama que ofrecen escenarios como Puerto Banús o el casco antiguo de Marbella es desolador.
El confinamiento de la pasada primavera fue el primer golpe para el sector, que cuando pudo volver a abrir se encontró con que muchos de los clientes habituales habían perdido el empleo y con ello gran parte de su capacidad de consumo.
La drástica bajada del turismo quitó la segunda fuente de sustento, que en los municipios de la Costa del Sol es claramente y con gran diferencia el primero. En plazas como Marbella o Fuengirola los visitantes nacionales permitieron salvar parte de la temporada, pero en toda la Costa del Sol la falta de clientes británicos y de otras nacionalidades lastró durante el verano, y lo sigue haciendo, el comercio en un tejido en gran parte enfocado a este público.
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Durante el verano el turismo residencial también dio un cierto respiro que ahora se ha terminado, especialmente en los municipios donde los propietarios de segundas residencias suponen un mercado de peso cuya ausencia desde que aumentaron las restricciones a la movilidad se está dejando sentir. Hay menos residentes no habituales y los que hay salen menos.
A ello se suma la realidad geográfica y económica de los municipios de la Costa del Sol que conforman una única aglomeración urbana y donde la aplicación de las recientes restricciones de movilidad afecta directamente al comercio. La prolongación de los núcleos urbanos desde Torremolinos hasta Mijas ha creado incertidumbre entre los vecinos (más de 300.000 entre las cuatro localidades). Entre Mijas y Fuengirola y entre Benalmádena y Torremolinos la movilidad suele ser fluida. Los cierres perimetrales han perjudicado de manera directa a la actividad comercial.
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Ahora, el cierre perimetral de los municipios ha dado la puntilla al sector en municipios como Ronda, Antequera o Vélez donde gran parte del negocio depende de los clientes que se trasladan desde localidades cercanas en las que apenas hay comercios.
En efecto, en el interior de la provincia, la situación no es menos crítica que en litoral. En el caso de Ronda, el cierre perimetral de los municipios ha rematado al sector, puesto que el flujo diario de vecinos de la comarca que se deplazaban hasta la ciudad del Tajo para realizar sus compras ha desaparecido, dejando casi sin clientes a la mayoría de las tiendas que se localizan principalmente en la popular calle de la Bola.
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En esta vía conviven negocios que están dirigidos a turistas, como tiendas de souvenirs y alimentos gourmet, entre otros; ya tocados desde hace meses; y otros enfocados al público en general, como zapaterías, establecimientos dedicados a la venta de ropa y ópticas, entre otros; prácticamente vacíos tras la nuevas restricciones y consolados con el mercado local. En la actualidad, turistas y serranos faltan en el centro de Ronda que está literalmente vacía, cada vez con más persianas bajadas de forma definitiva.
Una situación similar tiene lugar en Antequera, donde los comercios también echan de menos a los visitantes de otros pueblos de la comarca. Las restricciones a bares y comercios, obligados a cerrar a las seis de la tarde, ha llevado al inicio del cierre de establecimientos ante la situación que empeora por días.
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En Vélez Málaga, cuyo tejido comercial también se nutre de los clientes del casi medio centenar de localidades de la Axarquía, el confinamiento perimetral de los pueblos ha supuesto un golpe letal.
En el Valle del Guadalhorce, la crisis se ha dejado sentir por otro motivo. La comarca, retaguardia de la Costa del Sol, está considerada la 'despensa' de Málaga, y ha notado un descenso en muchos de sus sectores, especialmente en las empresas y productores que cuentan con clientes en el ámbito del turismo y la restauración de la Costa del Sol. «En general ha habido un enfriamiento de la economía. Muchos productores trabajan con hoteles, salones de celebraciones y hostelería, y ahora todo eso está parado», explica Sebastián Hevilla, gerente del Grupo de Desarrollo Rural (GDR) Valle del Guadalhorce.
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Según Hevilla, aunque no toda la industria alimentaria se ha visto afectada por igual, la sensación es de bajada, especialmente en las empresas dedicadas a actividades que actualmente están paradas, como las grandes celebraciones. Asimismo, el cierre perimetral de los municipios ha afectado a los mercados ambulantes de la comarca, ahora con menos clientela. «La distancia entre Coín y Alhaurín el Grande es mínima, hay zonas que colindan, y tradicionalmente siempre ha habido mucho movimiento», cuenta el gerente del GDR.
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