Más de 20 malagueños esperan un hígado: estas son las claves para decidir quién es el receptor

Tal y como explica el doctor Julio Santoyo Santoyo, responsable de la Unidad de Cirugía Hepática y jefe de Cirugía General Digestiva y Trasplantes del hospital, son muchas enfermedades las que pueden atacar a este órgano, aunque las que suelen desembocar en un trasplante son la cirrosis por enfermedades virales como la hepatitis C, que con los antivirales que se desarrollaron hace 15 años ha dejado de ser la causa más frecuente; la cirrosis provocada por el consumo excesivo de alcohol y la que está asociada al hígado graso o esteatosis hepática, «que emerge a nivel mundial», estando muy relacionada con la obesidad y el trastorno metabólico. Esta última tiene especial prevalencia en Estados Unidos, pero España, dice Santoyo, «va por el mismo camino». La cirroris es un proceso de inflamación crónica que contribuye a la formación de cicatrices en el órgano, dificultando así su función normal. «Entre el 40% y el 50% de los trasplantes hepáticos son por esta causa», explica el doctor.

Otra causa muy frecuente, aproximadamente un 30% de los casos, se da cuando esa cirrosis se estabiliza pero, al estar el hígado enfermo, se desarrolla un cáncer.

Actualmente hay más de 20 malagueños en la lista de espera, cuyos perfiles se incluyen de forma paulatina, tras el análisis exhaustivo del expediente por parte de un comité que se reúne todas las semanas. Los requisitos para que se dé un trasplante son los de gravedad, que se valora por una escala llamada MELD (Model End Liver Disease), la compatibilidad de grupo sanguíneo entre donante y receptor, así como también se valoran el peso y la altura, que han de ser similares en ambas personas. «Intentamos que no haya mucha diferencia de tamaño entre emisor y receptor», dice el doctor.

Cada año, indica Santoyo, se realizan 50, 60 o 65 trasplantes, aunque el ejercicio récord fue 2024 con un total de 85, de forma que «fuimos el segundo centro a nivel nacional. El Hospital Regional es el complejo de referencia para Málaga, Almería, Ceuta y Melilla», explica.

El alcohol y la obesidad, por tanto, están tras buena parte de los casos que acaban en una camilla de operaciones, por lo que prevenir el desarrollo de patologías hepáticas no es difícil: «Ya tiene la respuesta». Hay que limitar el alcohol y bajar kilos. «Con eso, limitaríamos bastante la enfermedad cirrótica hepática», recalca, para explicar que la operación suele realizarse a través de una laparotomía habitual.

Aquí también se aplica lo que se conoce como código cero, un complejo protocolo que se pone en marcha cuando un receptor de hígado lo necesita de forma inmediata y, de no recibirlo, corre peligro de muerte. «Es una codificación nacional: cuando un paciente con una enfermedad hepática está en una situación crítica, con posibilidades de fallecer, se busca el primer órgano que haya en España», subraya Santoyo, siempre con la coordinación de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). «Se le asigna urgencia nacional», agrega, para indicar que un dispositivo de esta envergadura implica un esfuerzo colectivo de más de 50 personas, «es el paradigma del trabajo en equipo: participan hepatólogos, hematólogos, anestesistas... desde que se comunica un posible donante hasta que se hace el trasplante. Somos líderes mundiales en donación y trasplante».

«La gente es muy generosa. Estamos muy orgullosos de los códigos cero, que son menos del 10%» de los casos de trasplante, subraya. Los coordinadores de Trasplantes detectan un posible donante, se activan el código y el equipo correspondiente, de forma que se avisa luego al equipo de Málaga y se pone en marcha el dispositivo, «buscando al mejor receptor posible».