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Cualquier momento de la vida, por duro que sea, puede convertirse en una oportunidad. Es lo que le ha pasado a la profesora María José González Román, que acaba de publicar 'El insecto que devoraba libros', un libro infantil con unas llamativas ilustraciones que terminó de perfilar en tiempos de confinamiento y que es una lección de superación y de inconformismo en momentos en los que las dificultades pueden llevar al desánimo.
María José González Román es profesora de Lengua y Literatura en el IES Costa del Sol de Torremolinos. La escritura y el dibujo siempre han sido una constante en su vida y la idea de este libro surgió hace unos años, aunque no ha sido hasta ahora cuando se ha animado a publicarlo. El encierro provocó «una descarga de imaginación» hasta adquirir la forma que presenta en la actualidad, explica la autora. En septiembre lo envió a varias editoriales, y ha sido Mr. Momo la que se ha decidido a lanzar el libro, que cuenta con ilustraciones muy llamativas de Roberto Moreno Navarro.
«Por extraño que parezca y pese al malestar psicológico que genera un encierro obligado, la creatividad y la imaginación salen a la luz entre la soledad de unas cuatro paredes», asegura la autora. «Tan solo existe el lector y el libro y el escritor y su obra», afirma, y sostiene que el encierro, el confinamiento o la soledad son momentos creativos: «El encierro ha sido a lo largo de la historia, por causas como epidemias, por estar en prisión o por razones políticas entre otras, el origen de muchos frutos en el terreno de las artes y las letras. Shakespeare escribió dos de sus mejores obras durante la epidemia de peste de 1603 y entre muchos otros escritores y escritoras, Miguel Hernández o Ana Frank dan buena prueba de ello». Y es que «por extraño que parezca y pese al malestar psicológico que genera un encierro obligado, la creatividad y la imaginación salen a la luz entre la soledad de unas cuatro paredes».
La historia está dirigida a un público infantil, entre 8 y 10 u 11 años. Aunque la autora se lo ha leído a sus alumnos de primer curso de la ESO, que ya tienen 12 años, «y les ha gustado», afirma. El deseo de aprender, de comunicarse y de no conformarse con lo cotidiano engancha a los jóvenes.
María José explica que «cuando mis hijos eran pequeños siempre estábamos rodeados de libros, íbamos a cuentacuentos... con ellos viví como una segunda infancia que me animó a escribir los cuentos, una afición que tengo desde los 11 años».
Reconoce que en esta sociedad tan tecnológica «es difícil enganchar a los niños a la lectura», por lo que considera importante que los mayores se involucren: «deben ver que tú amas los libros, debes leerles con pasión, casi escenificándolo, para contagiarles algo de ese gusto por la lectura. Tengo alumnos que leen mucho y otros que no leen nada. La tecnología los absorbe y es tarea de las familias y después de la escuela recortar esas horas con el móvil o la consola. En hogares donde se lee, los hijos suelen leer, pues aprenden por imitación. Un libro desarrolla mucho más la imaginación y nos hace más humanos», afirma.
En 'El insecto que devoraba libros', la autora y el protagonista muestran un mismo interés por conocer y por transmitir cuando los dos están confinados: ella en su casa y él en un tarro de cristal. En la historia será una profesora enamorada del mundo animal quien, sin saberlo, llevará al insecto a conocer la escritura y la lectura. Una historia que invita a niños y, por qué no, a adultos a reflexionar sobre valores como la superación personal, el interés por la lectura y por el conocimiento en general.
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