Daniel Maldonado

José Antonio Satúe, obispo de Málaga: «No podemos poner más sufrimiento en homosexuales y divorciados»

Jesús Hinojosa

Málaga

Jueves, 18 de septiembre 2025, 00:28

–Hablaba en la homilía de su toma de posesión que la Iglesia tiene que promover «procesos de liberación, justicia y santidad entre las personas ... marginadas que se encuentran en las afueras de la sociedad y de la Iglesia». ¿A qué personas se refería?

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– A personas que habitualmente se sienten excluidas. Me refiero a personas con pobreza económica y a otro tipo de personas que por su situación pues han podido sentirse rechazadas por parte de la Iglesia. Creo que la Iglesia se dirige a todos, a toda la humanidad, a toda la sociedad, pero si quiere dirigirse a todos tiene que tener presente especialmente aquellas personas que habitualmente han estado más excluidas porque se han separado o porque la Iglesia no las ha sabido acoger bien.

– Le hacía esta pregunta porque homosexuales y divorciados se sienten rechazados y marcados por la Iglesia. Y también la mujer sigue teniendo un papel desplazado. ¿Qué opina al respecto?

– Creo que en esos grupos de personas ha habido mucho sufrimiento, porque en algún momento concreto, o a lo largo de mucho tiempo, han podido percibir que la Iglesia no los acogía tal y como eran. Ciertamente esos grupos que acaba de nombrar, el colectivo homosexual... pues no cabe duda de que hay que hacer todo lo posible para que la Iglesia y las religiones en su conjunto no pongan más motivos de sufrimiento, sino que ayuden a acoger a las personas tal y como son, cada una, como decía Francisco, con su vida a la espalda.

– Parece claro que Francisco abrió una puerta en ese sentido. ¿Fue suficiente o no le dejaron hacer todo lo que él quería?

–Esa pregunta habría que hacérsela a él… No cabe duda de que abrió una puerta con las famosas bendiciones de parejas homosexuales, creo que es un camino abierto. Con el tiempo se darán otros pasos, porque lo que no puede ser en la Iglesia es que haya personas que se crean santas y otras a las que consideramos pecadoras por cuestiones que ni siquiera ellas han elegido.

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