Jaime Ojeda, 'La Vida de Jaime', pinchando en una de sus sesiones de Recreo Club. Fran Ortega
La Granizada

Jaime Ojeda: «Soy tan afortunado que me siento hasta culpable»

«En el centro solo quedan alquileres turísticos, tiendas de souvenirs o pubs irlandeses. Parece Isla Mágica», lamenta el DJ

Lunes, 29 de julio 2024, 00:11

A Jaime Ojeda le ha dado por la boina. Nacido en Torremolinos treinta años atrás a Ojeda, su tío Javier Ojeda, más conocido por Danza ... Invisible, le inculcó la música desde muy temprano. Al final acabó dando carpetazo a su carrera periodística y se centró en su futuro como DJ. Le pudo la sangre. Desde entonces no ha dejado de cosechar éxitos: su carrera musical, donde se le conoce como La Vida de Jaime, va viento en popa. Y la fiesta que creó junto a su socio José Sánchez, Recreo Club, empieza a dar el salto a la esfera nacional. Todo va bien. Perfecto incluso. Y llueven los halagos. Sin embargo, a Ojeda le ha dado por la boina. Desde hace unos meses ha perdido algo de cabello y ha ganado en inseguridades. Tan irracional como normal. «Porque dentro de La Vida de Jaime y la imagen que pueda proyectarse en las redes existe una persona que, como todos, tiene miedos e inseguridades», reconoce Ojeda, quien, con la boina puesta pero la mente desnuda, atiende a SUR para conocerlo un poco mejor.

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Jaime, no preguntarte por un álbum siendo DJ sería delito.

–Rumours, de Fleetwood Mac. No tiene nada que ver con el tipo de música que pincho y produzco, pero para mí es un sitio seguro al que acudir en muchos momentos de mi vida. Me parece una música tan sencilla como maravillosa.

¿La Vida de Jaime mola tanto como parece en las redes?

–Bueno, en primer lugar, gracias por verlo así -ríe-. Lo que muestro en redes no es falso. Te puedo decir que esa parte de compadreo, ganas de pasarlo bien y felicidad existe. Pero La Vida de Jaime es también un chaval lleno de inseguridades, que no para de preguntarse si el rumbo que está llevando con su vida es el correcto y que necesita muchas veces del reconocimiento ajeno para reforzar su autoestima. Una cosa es la marca y otra la persona. Y yo como persona soy mucho más de lo que se ve en mi marca. Creo que no hay ningún problema en decirlo. Hay artistas de mi generación mucho más conocidos que también pasan por esos procesos de inseguridades y falta de autoestima. Procesos que, al fin y al cabo, nos hacen personas, que es lo que somos.

Recreo Club, los recreos del Jaime adulto, pero ¿cómo fueron tus recreos en la infancia?

–Divertidos hasta el punto de que siempre quiero volver a eso, de ahí Recreo Club. Mis recuerdos de la infancia son un sitio seguro en el que siempre cobijarme. Mis recreos, que fueron en el colegio Los Rosales, eran una marabunta de jugar al fútbol, de cambiarnos cromos, luego llegaron los Beyblade… Además, en mi colegio existían dos recreos. Estaba el chico, de once y media a doce. Y para los que almorzábamos en el comedor, como yo, existía también el grande, de una a dos. Allí los partidos se vivían con el mismo fervor que si se tratase de la Eurocopa. He tenido la suerte de tener la infancia más feliz que podría haber tenido.

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Y ahora, ¿sigues siendo igual de feliz?

–La verdad, no podría ser más feliz. Muchas veces me siento tan afortunado con lo que me pasa y me rodea, que me siento hasta culpable. Mi trabajo, mi pareja, mi estado de salud, mis amigos, mis padres, lo que como, donde vivo… A veces me da miedo de que se rompa todo.

A ver, tengo muchos frentes abiertos y los episodios de ansiedad, la sensación de que no llego a todo, están ahí. Pero cuando me voy a la cama duermo tranquilo y me levanto en paz. No cambiaría nada. La década de los veinte a los treinta sí que fue más complicada: desilusiones con amigos y parejas me hicieron hundirme un poco en el pozo.

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¿Lo has pasado mal por amor?

–¡Pues tío! La verdad es que lo he pasado mal, sí. Ahora que tengo una pareja estable, un amor sencillo, real, me doy cuenta de que a lo mejor el culpable era yo por poner demasiadas expectativas en algo que aún se estaba cociendo. Las expectativas, al final, son solo problema de uno. La otra persona no tiene culpa de que tú le hayas cargado esa mochila de lo que quieres construir con ella.

También estaba mi miedo al rechazo. Cuando una chica me decía «hasta aquí» me martirizaba muchísimo, hasta el punto de sentirme insatisfecho con mi físico o mi ropa. Ahora me doy cuenta de que se trata de ser lo mejor que tú puedas ser, y ya habrá quien te quiera tal y como eres.

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¿Luchas por dar tu mejor versión?

–Lo intento. Mi última incorporación ha sido el deporte y creo que es de lo mejor que he hecho. Practico deporte cuatro o cinco días por semana y el sentimiento, tanto al terminar como a la larga es maravilloso. No me quiero poner modo 'Llados', que es un impresentable, pero si algo se puede rescatar de su discurso son los beneficios de hacer deporte.

¿Estás abierto a nuevas amistades?

–¡Pues, tío, sí que lo estoy! Soy una persona con un fuerte sentido de la familia. Ellos son como mi núcleo duro. Pero además tengo a mucha gente. Mis socios de Katibu son también mis colegas, la relación con mi pareja la voy cultivando día a día. Pero también gente que me voy encontrando por el camino. Estas dos últimas semanas, por ejemplo, he viajado muchísimo por toda España y he conocido a un montón de gente. Eso es algo que me encanta. Me encanta salir por ahí y saber que hay gente fuera que te puede aportar un montón. Estoy totalmente dispuesto a conocer gente nueva.

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¿No te da miedo la conveniencia?

–Bueno, creo que en el estado de mi carrera artística actual no he crecido lo suficiente como para que la gente se acerque a mí por conveniencia. No es falsa modestia, creo que lo que hago está teniendo repercusión en Málaga, pero aún no estoy a ese nivel. Tampoco me sentiría cómodo creando una relación con alguien que solo siento que es mi fan.

¿A qué dedica su tiempo libre Jaime Ojeda?

–Pues, además de hacer mucho deporte, -ríe- estoy jugando un montonazo al Fortnite. Todo empezó en casa de Nitro, de La Plazuela. Hace cosa de un mes empecé a jugar en su casa y, ¡joder!, me lo pasaba súper bien. Al final tuve que terminar bajandomelo en casa. El otro día jugando con Mica, mi pareja, gané mi primera partida y me dio un subidón de adrenalina enorme. Terminé corriendo por toda la casa de felicidad y a mis adentros pensaba: «madre mía Jaime, quién te ha visto y quién te ve».

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Además de La Vida de Jaime tienes tu agencia Katibu, ¿podrías vivir siendo solo 'La Vida de Jaime'?

–Podría vivir de cualquiera de las dos cosas, pero no bien. Cada vía me produce una media de unos 1.300 euros al mes. Mi intención es ir desligándome poco a poco de Katibu y ser solo 'La Vida de Jaime', pero ahora mismo estoy en un momento que me permite compaginar ambas facetas. No me malinterpretes, Katibu no es un trabajo. Es mi empresa, un proyecto personal que llevo adelante con gente maravillosa. No es que quiera abandonar un proyecto que he 'parido', si no que espero que en un futuro crezca lo suficiente como para que pueda andar solo.

¿Acabas de comprarte una casa?

–¡No! -ríe- cuando subí eso a las redes creo que hubo un malentendido. Es un piso de alquiler, pero para mí solo, lo cual ya es un gran paso. Para que te hagas una idea, llevo compartiendo piso desde los diecinueve, así que el hecho de poder vivir solo después de diez años, ya me parece un paso importante. Aunque si todo va bien, espero poder meterme en mi propia casa en un par de años.

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¿Te la comprarás en Málaga?

–Claro que sí, pero no capital. Aquí, en Torremolinos, concretamente en Playamar.

Para ti Málaga es tu sitio.

–Sin duda. Y eso que me considero una persona con una enorme vocación viajera, pero cuanto más mundo conozco más claro tengo que no hay mejor sitio para vivir que este.

¿Y qué opinión te merece el alcalde de Málaga?

–¡Ostras! Esta si que no me la esperaba -ríe-. A nivel personal no tengo nada en su contra. De hecho, te diría que después de tantos años le tengo hasta cierto cariño. Es un señor muy educado y correcto. Al menos no me da vergüenza que represente a Málaga, lo cual es mucho decir con el nivel político actual. Pero a nivel de gestión no comparto su visión. Creo que capitanea de una forma que mira más hacia el turismo y los intereses empresariales que al de los propios malagueños.

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No tengo nada en contra del turismo, que cuando uno dice algo así parece que le tiene fobia a los turistas. Que venga quien quiera, pero que la ciudad no se adecue a los hábitos de compra extranjeros. No tiene ningún sentido que en el centro de Málaga solo tengamos apartamentos vacacionales, taquillas para dejar tu maleta, pubs irlandeses o tiendas de souvenirs. Parece Isla Mágica. Creo que las ciudades necesitan conservar su cultura, sus negocios locales y una estructura de la vivienda que no eche a la población local de sus casas. Cosas básicas que los malagueños echamos en falta.

Málaga, ¿ciudad de la cultura?

–Hace unos diez años se apostó mucho por la cultura como elemento diferenciador de Málaga respecto a otras capitales. Se abrieron un montón de museos, se trajo aquí a Marina Abramovic… Se hicieron muchísimas cosas para hacer de Málaga un centro cultural que, sintiéndolo mucho, creo que se han ido todas a tomar por el ojete porque no se ha premiado a la gente de Málaga. Nuestro Soho, por ejemplo. Un soho no se crea, eso es algo que nace y el nuestro fue forzado, de ahí su fracaso.

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¿Eres ambicioso?

–Sí. Pero creo que la gratitud y la ambición son compatibles. Si ser ambicioso significa querer crecer, coger las riendas de tu vida y emprender nuevos proyectos, lo veo como algo bueno. Pero también me siento muy agradecido cada día que me levanto y veo todo lo que tengo. Creo que se trata de encontrar el equilibrio entre querer seguir creciendo y ser agradecido con lo que tienes. Hay muchas cosas que vienen dadas por donde has nacido y la familia que te ha tocado, y no por tus logros personales.

¿Qué es para ti una red flag?

–Una persona que habla mal de alguien no presente. O la gente que trata mal a los camareros. Esa es la clase de personas que se cree que el resto está a su servicio y que el dinero puede comprar un poco a los demás. Se coge una estructura de cliente servidor que deshumaniza a la otra persona.

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Dejaste el periodismo para empezar a ser DJ.

–Se podría decir, sí.

¿Qué crees que se te da mejor?

–Padezco síndrome del impostor. Hay días que me levanto y me digo: «Pues oye, no se te da nada mal comunicar, eh». Y otros que me levanto y me digo: «Chato, ni una ni otra». Pero si me ciño a mi trayectoria en ambas carreras he tenido mucho más reconocimiento en mi faceta como Dj que en mi carrera periodística. ¿Soy mejor Dj que periodista? Pues tampoco sabría decirte.

¿Alguna vez echas de menos el periodismo?

–No. Y te cuento por qué. Creo que el periodismo es una profesión esencial en la sociedad pero que no está lo suficientemente valorada. Debería de ser una de las profesiones mejor pagadas en la sociedad y al mismo tiempo profesionales conscientes de la labor tan importante que hacen. Aunque el principal problema es lo primero. Es un trabajo muy sacrificado que al final hace que tu vida gire en torno a tu curro.

Por otro lado, una vez tuve una experiencia muy mala con la profesión. Trabajando para la Agencia EFE me enviaron a Mollina a cubrir el asesinato de una mujer. Su marido la mató y luego se suicidó. Me forzaron a entrevistar al hermano de la fallecida, cosa que yo no veía procedente. Su hermana acababa de ser asesinada y sus declaraciones no aportaban nada. Ahí fue cuando me desencanté de la profesión. En ocasiones, en aras de la noticia y la verdad deshumanizamos a las personas cuando realmente que ese hombre nos dijera que la familia estaba consternada por lo ocurrido no aportaba nada.

¿Crees que la profesión está jodida?

–Sí, de verdad lo creo. Prueba de ello es el éxito que tienen a nivel político papas fritas como Alvise. La gente tiene un nivel de desconexión con los medios de comunicación y la política que basta con que salga un tío con un mínimo de carisma para que la gente no se cuestione nada de lo que dice.

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La gente que cree que Alvise es una buena opción política es como los que pensaban que Paco Jémez era buen entrenador. Que no tengo nada en contra de Jémez, pero como el hombre daba muchas voces y tenía carisma la gente pensaba que era mejor entrenador de lo que era. Lo mismo que pasa con Alvise.

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