Así es la enfermedad que dificulta el sueño y que afecta sobre todo a embarazadas o mujeres con menstruación abundante
Más de 5.000 malagueños, el 70% féminas, padecen el síndrome de piernas inquietas, un mal asociado con el déficit de hierro
El síndrome de piernas inquietas (SPI) es una enfermedad neurológica caracterizada por la necesidad de mover las extremidades inferiores debido a sensaciones de hormigueo o ... picazón, dolor o malestar. Estos síntomas suelen aparecer o intensificarse durante periodos de inactividad, sobre todo al estar sentado o acostado y se alivian con el movimiento. Los síntomas suelen hacer acto de presencia durante las últimas horas de la tarde o primeras de la noche, lo que impide conciliar el sueño y descansar para hacer frente al día siguiente. Hay más de dos millones de afectados en España, 30.644 en Andalucía y 5.011 en Málaga. De estos últimos, más del 70% son mujeres, según los datos del Servicio Andaluz de Salud (SAS). Buena parte de las afectadas comienza con los síntomas durante el embarazo o en situaciones de regla abundante, dada su relación con la falta de hierro en el organismo.
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La Sociedad Española de Neurología (SEN) ha recordado que hoy se celebra el Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas y destaca que, en todos los grupos de edad, «la prevalencia en mujeres es el doble que en hombres, ya que es frecuente en situaciones que generan déficit de hierro o en alteraciones metabólicas, como ocurre durante el embarazo o en el contexto de menstruación abundante, o cualquier situación que se asocie a niveles de hierro bajos». Así, entre el 11% y el 30% de las mujeres que no presentaban síntomas antes del embarazo desarrollan el síndrome durante la gestación, especialmente en el primer trimestre y, aunque generalmente desaparecen los signos después del parto, en más de la mitad de los casos reaparecen en embarazos posteriores o se manifiestan de forma crónica con el tiempo, siempre según la SEN.
Entre el 11% y el 30% de las mujeres que no presentaban síntomas antes del embarazo desarrollan el síndrome durante la gestación, asegura la Sociedad Española de Neurología
La Consejería de Salud y Consumo, por su parte, se reunió en junio con la Asociación Española Síndrome Piernas de Inquietas (AESPI), que pidió a la Junta que formase a profesionales de Atención primaria en la materia, módulos que habrían de ser impartidos por expertos en Neurofisiología con el fin de reducir los tiempos del diagnóstico. Además, incidió la asociación en la necesidad de visibilizar la patología. Incluso, tanto la Administración como la entidad valoraron realizar un documento piloto que permita impulsar esa formación para el tratamiento y el diagnóstico de la enfermedad.
La Junta destaca que el trastorno está infradiagnosticado
La Junta reconoce que este trastorno neurológico crónico está infradiagnosticado y que, además de causar graves alteraciones del sueño, provoca un deterioro funcional e impacta en la calidad de vida de los pacientes. «Pese a su elevada prevalencia, continúa siendo una enfermedad escasamente reconocida en los ámbitos sanitario, social y laboral», reseña la Junta de Andalucía.
Aunque la prevalencia es mayor entre los 45 y los 65 años, 294 menores de toda Andalucía la sufren, de los que 19 tienen menos de cuatro años. De los 30.644 afectados en Andalucía, 7.512 se encuentran en Sevilla y 5.011, en Málaga, siendo las dos provincias con mayor número de enfermos.
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La SEN calcula que el infradiagnóstico supera al 90% de los casos: es decir, nueve de cada diez personas que la sufren aún no han sido diagnosticadas. Hasta un 10% de la población adulta y el 4% de los niños y adolescentes podrían tener esta patología. De hecho, precisamente es en la población infantil donde se estima que existe un mayor infradiagnóstico, «ya que los síntomas suelen aparecer de forma muy discreta y esporádica en las fases iniciales, por lo que, hasta que no se agravan, suelen atribuirse al crecimiento u otros trastornos como TDAH». Asimismo, dice la SEN, los síntomas suelen confundirse con facilidad con enfermedades reumáticas o trastornos circulatorios. En España se han documentado casos de retrasos de más de 10 años en el diagnóstico.
Falta de hierro
La falta de hierro es uno de los factores que contribuye a la aparición del síndrome, pero no es el único. De cualquier forma, la génesis no se conoce ahora bien, pero sí se sabe que el 65% de los pacientes tienen antecedentes familiares y se asocia a otras patologías tales como la insuficiencia renal crónica, la diabetes y ciertas neuropatías.
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«El SPI no sólo afecta a la salud física, sino que también tiene un impacto significativo en la salud mental y emocional del paciente. Hasta un 60% de estas personas presentan dificultades incluso para sentarse o relajarse. Es una causa sumamente común de insomnio o de mala calidad del sueño, que no mejora con tratamientos clásicos hipnóticos, y en la que incluso el uso de ciertos fármacos puede provocar un empeoramiento de los síntomas. Por ello, cualquier persona con problemas de sueño se debe interrogar acerca de estos síntomas, ya que disponemos de tratamientos muy específicos para tratar esta dolencia», explica la doctora Celia García Malo, coordinadora del Grupo de Estudios de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la SEN.
En su opinión, «determinar la causa subyacente, en caso de que exista, es el punto de partida para abordar esta enfermedad. No obstante, el propósito inicial del diagnóstico es seleccionar el tratamiento más adecuado y seguro para cada persona, minimizando así posibles efectos adversos o complicaciones a largo plazo. Por suerte, contamos con diversas clases de medicamentos eficaces, entre ellos la suplementación con hierro, cuando está justificada, como un pilar básico. La mayoría de los pacientes experimentan una notable mejora tanto en su calidad de vida como en el descanso nocturno, lo que impacta en su salud general. Sin embargo, al tratarse de una patología crónica, los pacientes necesitarán un seguimiento, con visitas sucesivas al neurólogo para reevaluar cómo funciona la enfermedad. Es importante, además, mencionar que a pesar de ser crónica es fluctuante, por lo que las personas con SPI pueden tener épocas con más o menos síntomas, y por ello las necesidades del tratamiento pueden variar dependiendo de la etapa en la que se encuentre cada paciente. Es labor fundamental del médico poder ajustar la medicación en función de las necesidades, para que no haya ni exceso ni falta de medicación para este problema».
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