Dos malagueños, en la flotilla que viaja hasta Gaza: «Estar aquí es un privilegio»
Los dos activistas se muestran «alegres» y «sin miedo» pese a que no descartan ser atacados o encarcelados
La flotilla inicial parte desde Barcelona, el sur de Italia y Túnez. Pero la tripulación está formada por activistas de todo el mundo. En la ... Global Sumud Flotilla, una escuadrilla creada con el objetivo de llevar ayuda humanitaria a Gaza, se hablan lenguas de los cinco continentes. Un tailandés comparte camarote con un venezolano, un estadounidense revisa el barco codo con codo con un checo y un español comprueba el avituallamiento junto a un francés. En esta especie de Torre de Babel del Siglo XXI se encuentran Manolo García, de 72 años, y Rafael Borrego, de 30. Dos malagueños que han decidido pasar a la acción en el conflicto de Israel y Gaza ante la pasividad de los gobiernos del mundo. Aunque aquí, a diferencia de aquel relato bíblico del Génesis, no impera el desentendimiento.
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La historia de Borrego
El malagueño Rafael Borrego (30 años), con fuerte presencia en redes sociales (@rafaborregop), es uno de los tripulantes que conforman la Global Sumud Flotilla, formada por decenas de barcos y cientos de voluntarios. Abogado, politólogo y firme defensor de los derechos de los refugiados, en cuanto vio la oportunidad de formar parte en la última y más grande de las misiones llevadas a cabo por esta iniciativa internacional decidió, «ante la inactividad de los gobiernos», unirse a la tripulación para tomar cartas en el asunto.
Borrego, criado entre Fuengirola y Mijas, dedica gran parte de su tiempo a la defensa y promoción de los derechos de los refugiados desde hace algunos años, trabajando y cooperando con algunas ONG. Aunque el auténtico hecho que determinaría el rumbo de su carrera profesional y personal se remonta a 2019, cuando estuvo estudiando durante unos meses en Palestina. «O Israel, según a quién le preguntes», matiza. Esta experiencia le permitió conocer de primera mano la realidad que se vivía en el terreno y anticipar que el atentado de Hamás, perpetrado el 7 de octubre de 2023, desataría una oleada de violencia sumamente destructiva. «Ya el segundo día supe que se venía una masacre impresionante, porque ya conozco la brutalidad de los israelíes, algo más ajena al mundo por aquel momento».
Desde entonces, Borrego empezó a utilizar sus redes sociales (donde acumula cerca de 50.000 seguidores) para concienciar de la situación que se vive en la Franja. «Ya se veía venir que se venía un genocidio. Lo que pasa es que el mundo ha tardado un año y medio en darse cuenta». A pesar de ello, el abogado malagueño confía en las redes como herramienta para generar movimiento sin necesidad de quitar protagonismo a los medios más tradicionales. «Si hubiésemos tenido TikTok o Instagram en tiempos de la guerra de Irak seguramente se podría haber unido mucha más gente en contra de lo que estaba haciendo Estados Unidos».
La flotilla
La flota, compuesta por decenas de barcos (se estima que, con los barcos que se unirán procedentes de Italia y Túnez, la escuadrilla ronde las sesenta embarcaciones y unos quinientos voluntarios), está conformada en su mayoría por barcos de segunda mano y cesiones particulares, según comenta Borrego.
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Los comienzos de esta nueva misión humanitaria han sido algo turbulentos, con la retirada de parte de la flota de nuevo a Barcelona (punto inicial de salida y en la que viajan la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y la popular activista Greta Thunberg) debido al mal tiempo. Actualmente la flotilla ha recalado en aguas de Menorca, a la espera de los barcos rezagados que tuvieron que regresar a Barcelona y de unas condiciones meteorológicas más favorables. Al momento de realizar esta entrevista, Borrego se muestra algo impaciente, pues esperan retomar el viaje esa misma tarde. Poco después ya estaban rumbo a Túnez.
El malagueño viaja en un barco de unos diez metros de eslora junto a otros seis tripulantes, acoplados entre todo el alimento y material médico que son capaces de cargar. «No es de los más cómodos. Probablemente porque no está creado para un viaje tan largo». Aunque en la flotilla existen embarcaciones de tamaño muy superior con tripulaciones por encima de las veinte personas.
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Se trata de la misión a mayor escala que envía la flotilla hasta la fecha, por lo que entre los imprevistos cuentan con la posibilidad de sabotajes. De hecho, una de las activistas, Yasemin Acar, asegura que existen drones persiguiendo a los barcos. Para financiar esta misión, la Global Sumud Flotilla ha sufragado todos los gastos a través de donaciones de particulares y las delegaciones de distintos países. «La delegación de Malasia, por lo visto, es de las que más ha podido aportar. Porque esto no es una cuestión europea. Esto es cosa del planeta entero», sentencia Borrego.
La historia de García
A Manolo García el activismo le cala desde bien temprano, ya en la época franquista. Actualmente preside la asociación de amistad hispanocubana de Málaga y pertenece a la junta directiva de Unadikum, una asociación centrada en la solidaridad con Palestina. Y es que, desde hace ya más de una década, la defensa de este pueblo se ha convertido en una de sus prioridades. De hecho, esta es la tercera vez que se sube a una flotilla, aunque la primera vez que sale de puerto.
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El activista malagueño también formó parte de la flotilla que quiso salir de Atenas en 2011 y la de Estambul el pasado año, ambas infructuosas por las presiones políticas. «Estoy muy feliz. Esta tercera vez, por fin, estamos navegando». Además de los intentos de incursión a bordo de las flotillas, García participó en la marcha de El Cairo el pasado 15 de junio (que también terminó cancelada debido a la fuerte represión del gobierno, con numerosas detenciones y deportaciones) y en 2012, García estuvo en Gaza, aprovechando la caída de Mubarak en 2011 y la llegada de los hermanos musulmanes (Mohamed Morsi), que trajo algo de oxígeno al pueblo palestino con la reapertura del paso de Rafah: «No fue una apertura total, pero si permitieron lo que antes no se permitía: un trasiego de personas diario entre la Rafah egipcia y la palestina, lo que mi asociación aprovechó para mandar equipos de solidaridad a Gaza y recaudar ayudas».
García viaja en el Sirius, una embarcación bastante más grande que en la que viaja Borrego. Se trata del 'Sirius', un velero bergantín de 107 años con dos palos mayores, aunque también se ha adaptado para funcionar a combustible, «que es como vamos, a gasoil». La edad y estado de los barcos es, junto al temporal, el primer problema que ha tenido que enfrentar la flotilla. «Como un coche viejo: le arreglas una cosa, lo echas a andar y le sale otra».
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Sin embargo, estos problemas no son más que el comienzo para una misión que contempla cuatro escenarios posibles: que la misión sea exitosa y consigan entregar la ayuda humanitaria, que en algún momento impidan el avance por cuestiones burocráticas, la detención de los tripulantes y, por último, que reciban un ataque.
Un final feliz y tres trágicos, cada uno peor al anterior. Pero ni García, ni Borrego, ni la tripulación en general tienen miedo o están desanimados. «Hombre, yo creo que la mayoría de la humanidad, si pudiera, se subiría a uno de estos barcos». Según comenta García, más de 30.000 personas se apuntaron para formar parte. «Estar aquí, sobre todo, es un privilegio».
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