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ENCARNI LLAMAS
Málaga.
Domingo, 17 de marzo 2024, 01:00
Daniel, Diego, Ismael, David, Huberto, Cristian, Juan Alfredo, Juan Carlos, José Francisco, José Ignacio, Antonio, Javier y Feliciano son los nombres de los seminaristas que forman este semillero de curas de Málaga junto al rector Juan Manuel Ortiz y al vicerrector Fernando Luque.
Este domingo, 17 de marzo, el más cercano a la fiesta de san José, se celebra el Día del Seminario que tiene como lema este año: 'Padre, envíanos pastores'. Bajo la mirada del Buen Pastor, en la Capilla construida por san Manuel González, estos futuros evangelios vivos con pies de cura se preparan para el momento en que sean enviados.
La Iglesia Católica de Málaga cuenta con un Seminario joven, la edad media es de 25 años. En palabras de su rector, Ortiz Palomo, «es una institución muy querida en la ciudad y en toda la diócesis, pues a lo largo de su dilatada historia ha tenido una importante presencia en la sociedad malagueña, siendo una fuente de cultura y educación para muchas generaciones de malagueños desde su creación a finales del siglo XVI».
Además, «nuestro Seminario goza de buena salud porque hemos sabido adaptarnos a la realidad que nuestro mundo y nuestra Iglesia piden para aquellos que van a ser sus pastores», añade el rector.
Uno de los frutos de esa buena salud es que desde 2013 han sido 31 los sacerdotes que han salido de este centro, que estos días se encuentra en plena campaña vocacional, con la que se trata de dar a conocer el día a día de un cura.
A veces se puede pensar que la vida en el Seminario es monótona y aburrida y se conoce poco. José Francisco Fernández, seminarista de quinto curso, explica que, es más, «a veces puede parecer que en el Seminario andamos únicamente entre libros de Teología. Pero, aunque el estudio es esencial, nuestra formación va mucho más allá de lo académico. Se busca, en primer lugar, formarnos como personas maduras, capaces de relacionarse con otras personas, sensibles al sufrimiento y a las necesidades de los demás, que sepan salir al encuentro de todos. Esencial es también la formación espiritual y pastoral. Nadie da lo que no tiene, y por eso es básico el encuentro personal con Dios. Una amistad y un trato cotidianos con Jesús que lleva a imitarle y a querer llevarlo a los demás. Pero aún hay tiempo para otras muchas actividades de formación. Tenemos de todo, desde clases de canto a cursos de comunicación. Y por si alguien entra al Seminario sin haber tenido oportunidad de hacer una tortilla de patatas, aquí también aprendemos nociones básicas de cocina».
¿Cuál es el papel del cura hoy día? Es una de las preguntas que a los jóvenes seminaristas les lanzan en este tiempo de campaña. Antonio del Río, seminarista también de quinto curso, afirma que «en una sociedad tan compleja como la nuestra, donde vivimos juntos tantos momentos, tan diferentes y a toda velocidad, sin pararnos para tomar un café y conocer al de al lado, donde están faltando valores y referentes, el sacerdote juega un papel muy importante: pone a Dios en todas las cosas, dándole sentido a nuestra existencia. Nos acompaña en todas las etapas de la vida, especialmente en los momentos importantes, ya sean alegres o tristes. Está a nuestro lado en el caminar, siempre disponible para servir, ayudándonos a encontrarnos con Jesús que es quien nos anima, nos consuela, nos da la paz y quien se detiene a tomar ese café porque le importamos y nos quiere conocer».
José Ignacio Postigo, compañero de Antonio y José Francisco, explica que otra de las preguntas que más le hacen durante la campaña vocacional es: «A ti, ¿cómo te dio por entrar en el Seminario? ¿Cómo sentiste eso de ser cura?», a lo que responde: «Mi historia vocacional es de lo más normal y corriente, no hay ninguna visión, ni ningún suceso extraordinario o paranormal. Digamos que Dios se sirve de mediaciones para ir comunicando el plan que tiene preparado para cada uno de nosotros».
Asegura que en su caso, la primera de estas mediaciones fue su familia. «Mis padres no son practicantes, pero desde primera hora han querido educarnos, a mi hermano y a mí, en la fe cristiana. Para mí, mi familia es fundamental en mi proceso».
Asegura que cuando empecé a salir en Misa como monaguillo, la ilusión por ir a catequesis y a Misa los domingos fue cada vez mayor. Además de ver al sacerdote como un referente, empecé a verlo como un amigo que me ha acompañado y me sigue acompañando en este camino vocacional. Aún así, seguía sin tenerlo muy claro y empecé a cursar Pedagogía. Fue en un retiro que hice, cuando estaba todavía en la facultad, cuando sentí en mi interior algo tan profundo, que los esquemas que tenía en la cabeza se me rompieron, y noté con fuerza esa llamada de Dios a seguirlo desde el sacerdocio».
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