Los cinco 'magníficos' de la FP malagueña
La Consejería de Educación reconoce los brillantes expedientes de Jemina Karen Fernández, Miguel Merino, Carmen Paniagua, Celia Expósito y David Rojo
Se han esforza durante sus estudios y el duro trabajo ha tenido finalmente su recompensa con un premio extraordinario. Cada uno tiene detrás una historia, ... en la que el denominador común ha sido el empeño por conseguir mejorar profesionalmente. Y, en este camino, encontraron la Formación Profesional, unas enseñanzas que les han permitido cumplir sus sueños o encontrar un empleo. La Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional ha reconocido a estudiantes malagueños con premio extraordinario. Terminaron sus estudios en el curso 2021/22. Málaga ha sido, con siete, la provincia andaluza con más premiados, con 23 para toda Andalucía.
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Los premiados han sido Jemina Karen Fernández Schmidt, que ha estudiado el grado Superior en Diseño y Amueblamiento en el IES La Rosaleda; Miguel Merino Gil, que ha cursado el grado Superior en Automoción en el Ave María; Carmen Paniagua Ocaña ha estudiado el ciclo Superior de Laboratorio de Análisis en el IES n.º 1 Universidad Laboral; Celia Expósito Monjas, el de Administración y Finanzas en la cooperativa de enseñanza Santa María de los Ángeles y David Rojo Martín Desarrollo de Aplicaciones Web en el IES Politécnico Jesús Marín. La Junta también ha premiado a Ángela Fuertes López y a Natividad Poveda Vidal, alumnas de MEDAC. Ángela vive en Madrid y Natividad, en Aranda de Duero. Ambas estudiaron en la modalidad 'online' o a distancia.
Jemina Karen Fernández Schmidt
Jemina Karen Fernández Schmidt tiene 28 años. Vive en Lagos y cada día acudía al IES La Rosaleda para estudiar el grado Superior en Diseño y Amueblamiento. Recuerda que el primer día de clase su profesor, Miguel Cardona, le dijo «coge un serrucho y corta una madera», algo que reconoce, «me sorprendió. Pero al final me he enamorado de la madera», dice. Estudió el Bachillerato de Artes en el IES Reyes Católicos de Vélez Málaga y, analizando las posibilidades de continuar sus estudios, «encontré este ciclo que tenía modelado 3D con diseño de carpintería, y me encantó la idea de trasladar el mundo digital al real». Es un ciclo muy demandado, con listas de espera, y ella comenzó los estudios un mes más tarde, esperando a que corriera la lista para conseguir plaza.
Su padre es asturiano y su madre argentina. Por asuntos familiares se trasladó durante unos años a Argentina, por lo que al volver a España tuvo que comenzar sus estudios de Bachillerato. La joven reconoce que «como en España no se está en ningún sitio». Después de terminar el grado Superior de Madera, se matriculó en el de Proyectos y Edificación, en el Miraya del Mar. Su objetivo es ahora estudiar la carrera de Arquitectura, profesión a la que le gustaría dedicarse. «Me gusta mucho proyectar cosas, pensar en algo que luego se pueda llevar a la vida real», dice.
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En verano trabaja de socorrista en las playas de Torrox, para poder pagarse los estudios. «Estudiar es un lujo, es una pena que muchos jóvenes no lo valoren», señala. Jemina tiene muy buenos recuerdos de sus profesores y les agradece sus buenos consejos. «Me decían que podía llegar a ser arquitecta, esa motivación no la encontré en el instituto, vieron mi capacidad y me animaron a continuar», afirma.
Miguel Merino Gil
Miguel Merino Gil tiene 36 años y ha cursado el grado Superior en Automoción en el Ave María. El suyo es un ejemplo de tesón y esfuerzo por mejorar a través de la educación y la formación. Comenzó la carrera de Informática, pero por problemas familiares tuvo que dejarla para ponerse a trabajar. «12 horas al día de repartidor», recuerda. Después se sacó el carnet para conductor de autobuses, con el objetivo de entrar en la EMT. «Me quedé a dos puestos de conseguirlo», dice. Y así llegó a Avanza, donde estuvo de conductor varios años, hasta que con la pandemia entró en ERTE y se quedó sin trabajo. Fue el momento de replantearse su futuro y ahí, su mujer, Tania, fue fundamental. «Desde hacía tiempo quería continuar estudiando, y mi mujer me animó a aprovechar aquella situación para intentarlo», recuerda. Realizó entonces varios cursos de formación, solicitó varios institutos y consiguió plaza en el Ave María. Miguel trabajaba por las mañanas repartiendo agua, de 6 a 14 horas y acudía al colegio por la tarde, a las 15.30. «Lo que he conseguido no ha sido regalado», afirma. «A veces me dormía en clase, apenas paraba entre el trabajo y los estudios», dice, y agradece la ayuda de su mujer que, embarazada, no dejaba de animarle a continuar. «Ha sido un camino duro, retomar los estudios después de tanto tiempo no es fácil, y menos trabajando y con dos hijos» (de 5 y año y medio).
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«Aquí era el hermano mayor o el padre de mis compañeros. No entendían ese esfuerzo, trabajar y estudiar» y no comprende la actitud de muchos jóvenes que no aprovechan las oportunidades que se les brindan. «Yo venía aquí a estudiar, no a perder el tiempo», puntualiza.
Miguel es ahora mecánico en Transfesa Logística, una subcontrata de Renfe. «Aquí estoy en mi salsa, disfruto del trabajo, aplico lo estudiado y me esfuerzo en buscar soluciones a los problemas», señala, empeñado en seguir aprendiendo.
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Víctor Padilla, uno de sus profesores, destaca de Miguel su «ambición por aprender y trabajar, siempre pedía más; ha sido uno de esos alumnos que te motiva a mejorar y esforzarte como profesor».
Carmen Paniagua Ocaña
Carmen Paniagua Ocaña es uno de los ejemplos de estudiantes universitarios que, tras acabar la carrera, buscan en la FP la oportunidad laboral que no les brinda la universidad. Tiene ahora 29 años y se graduó en Bioquímica en la UMA, donde también cursó el máster en Biología Molecular.
Estudió en el IES El Palo, con matrícula de honor, y en selectividad sacó un 12,5, una nota que le impidió estudiar lo que quería, Medicina. Por eso se decidió por Bioquímica, «que es la que más se parece a Medicina». Es de la segunda promoción de esta titulación en la UMA, que terminó con un 7,5 de media.
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Como no encontraba trabajo empezó a prepararse las oposiciones de Biólogo Interno Residente (BIR), pero llegó la pandemia. «Fue el momento de replantearme mi futuro, me pensé mejor lo de las oposiciones y opté por estudiar un ciclo Superior». No le fue fácil, pues el que ha estudiado, en el IES n.º1 Universidad Laboral, Laboratorio de Análisis y Control de Calidad, es muy demandado y hasta noviembre no logró plaza.
Con su formación previa «lo he tenido fácil», reconoce, y sí destaca que «ha resultado mucho más práctico; todos los días y en todas las asignaturas estamos haciendo prácticas, que es como realmente se aprende», explica.
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En junio de 2022 terminó sus estudios, tras el periodo de formación en la empresa SGS. En diciembre la contrataron en Mayoral, como técnica de seguridad y salud del producto.
Carmen se alegra enormemente de la decisión que tomó en aquel momento. «El problema es que donde iba a buscar trabajo me pedían experiencia, y si nadie te da esa primera oportunidad no hay manera de adquirir esa experiencia», señala. Veía muchas ofertas de empleo de control de calidad, por lo que «cuando me admitieron en la Laboral vi el cielo abierto». Por esto recomienda a los jóvenes que se animen a estudiar Formación Profesional. «A mí me ha ido muy bien, estoy muy contenta; he tenido muy buenos profesores, que se implican en la formación de sus alumnos, que están pendientes de nosotros y aconsejándonos en todo momento y, al ser una formación tan práctica, se hace más llevadera». Aunque «no lo ponen fácil, aquí no te regalan nada», asegura, y como muestra su propio expediente, que no ha llegado al 10 porque algún profesor se resistió a subirle la nota de un 9.
Celia Expósito Monjas
Celia Expósito Monjas es la más joven de este grupo de premiados, con 21 años. Vive en Alhaurín de la Torre y estudió el grado Superior en Administración y Finanzas en la cooperativa de enseñanza Santa María de los Ángeles, con una nota final de 10. En el IES Playamar de Torremolinos estudió el Bachillerato y por su tutora conoció esta cooperativa de enseñanza. «Hice una visita para conocerla y me encantó desde el primer momento, por lo que rápidamente me incliné por estudiar aquí», dice. Ha sacado la nota máxima en todas las asignaturas de los dos años que dura el ciclo. «Me gusta estudiar y mis padres me inculcaron que hay que esforzarse para sacar lo máximo de uno mismo», explica.
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Se decidió por este ciclo de Administración y Finanzas porque considera que «tiene muchas salidas; puedes trabajar en empresas, en banca o para hacer oposiciones para la administración. A mí también me gustan mucho los números y pensé que este era el ciclo más práctico».
De sus estudios le han gustado casi todas las asignaturas. Quizás la que menos Logística, pero la superó con éxito «porque el profesor es bastante bueno». Y le gustó sobre todo Contabilidad y Recursos Humanos. No se plantea seguir estudiando, ni en la universidad ni ningún otro ciclo superior de FP. Pero sí dice que «siempre tienes que estar haciendo cursos de formación, cada dos por tres hay cambios y novedades que hay que conocer».
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Celia sigue trabajando en la asesoría de Torremolinos en la que realizó las prácticas. A la joven no le llamaba la atención la universidad y en el instituto tenía claro que quería estudiar FP. Por esto es una gran defensora de estos estudios. «La recomiendo totalmente, tanto la FP normal como la dual, que es la que yo cursé. Te permite hacer las prácticas al mismo tiempo que estás estudiando, terminas sabiendo muchas más cosas que estudiando una carrera. En la dual tienes menos horas de estudio en el instituto, pero sales igual o mejor formada porque todo ese tiempo estás trabajando y aprendiendo en la empresa», manifiesta Celia.
David Rojo Martín
David Rojo Martín es otro alumno de 10 en FP. En su caso ha estudiado el ciclo Superior de Desarrollo de Aplicaciones Web en el IES Politécnico Jesús Marín. El Bachillerato lo hizo en el IES Sierra Blanca de su Marbella natal. No llegó a terminarlo, por una asignatura. «Lo pasé bastante mal, no me gustaba lo que estudiaba, no le encontraba sentido», afirma.
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Empezó a trabajar, de dependiente en una tienda, pero vio que ese no era el futuro que soñaba. Es así como se encamina de nuevo hacia los estudios. Pero ¿qué hacer, Informática en la universidad o un ciclo de FP? Se decidió por esto último, y considera que fue todo un acierto. «La universidad se hace larga, quizás para los que quieran investigar pueda ser una opción, pero si lo que quieres es adquirir experiencia para trabajar, el camino es la FP», dice, convencido.
Aunque había otros institutos más cercanos a Marbella en los que podría haber estudiado este ciclo, esperó hasta tener plaza en el Jesús Marín. «Aunque no lo conocía, me daba muy buenas sensaciones. Así que esperé a que corriera algo la lista de espera, porque es un ciclo muy demandado». Para él, llegar de un Bachillerato «que no me gustaba» a un ciclo de FP al que le encontraba sentido «fue todo un descubrimiento. Aquí todo me encantaba, las clases, las prácticas, lo he disfrutado y no hacía más que estudiar», bromea. Y recuerda que suspendió el primer examen que hizo, con un 4,8. «A partir de entonces, todas las notas han sido de 10».
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Su experiencia en la FP ha sido tan satisfactoria, que a su hermano menor le está recomendando que también estudie algún ciclo. Su compañera, Irene Montero, también estudió FP, un ciclo de Administración. Y hace unos años que ganó también premio extraordinario. «Así que me piqué un poco con ella para conseguirlo también», bromea.
Con los compañeros de clase comparte eventos informáticos. Comenta que todos los de su promoción están trabajando. David es el organizador de un evento informático, el BiznagaFest, que reúnen a conferenciantes de empresas tecnológicas, ponencias y talleres. David realizó sus prácticas en una empresa tecnológica malagueña, Mygame development, en la que sigue contratado como desarrollador de proyectos.
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