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Las mujeres que llevan el nombre de todas las asesinadas desde 2003 encabezan la manifestación por este 25-N. Salvador Salas

Cientos de personas se manifiestan en Málaga contra la violencia machista

Alrededor de 1.500 personas, según la Policía Nacional, y 5.000, según la organización, marchan en una protesta que, a diferencia de lo que ocurre en otras ciudades españolas, en la capital costasoleña, es unitaria

Lunes, 25 de noviembre 2024, 19:50

La cita era a las siete y media de la tarde en la Plaza de la Merced. Y, casi con puntualidad de reloj suizo, la ... marcha comenzó a desfilar por las calles de Málaga con los nombres de todas las mujeres asesinadas -las que se cuentan desde el año 2003- escritos en un enorme lienzo que portaban otras tantas mujeres, algunas de ellas familiares de las víctimas. Ésa era la cabeza de la manifestación. Es en su honor. En su defensa. Para que su nombre no se borre de la historia. Y también para que no haya ni un crimen más. Al final, en la Plaza de la Constitución, el homenaje se rindió a las más de cuarenta asesinadas en España en este año. Se pronunciaron todos sus nombres, la fecha del crimen, la condición del criminal y el lugar de su asesinato. Desfilaron por el escenario personas que portaban sus siluetas, para hacerlas completamente visibles aunque fuera sólo un momento.

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Mañana, posiblemente, la cifra de víctimas se haya quedado desactualizada. Como lamentaba Silvia, de 32 años, en la pancarta que portaba: las 40 víctimas que tenía escritas en el cartón ya son 41 y, quizás, mañana sean 42. «Esto significa que no estamos a salvo ningún día. Seguimos teniendo motivos para salir a la calle. El machismo mata más que cualquier otra cosa», afirma. Pero, ¿sirve manifestarse, reivindicar cada 8 de marzo, cada 25 de noviembre, lo mismo? Todos los años hay un número parecido de asesinadas, le preguntamos: «Claro que sirve, para hacer ruido, para visibilizarlo, para que identifiquemos lo que nos pasa», asegura esta joven. Esa ya es una victoria: saber lo que nos sucede y por qué. El diagnóstico es precondición para la cura.

A diferencia de lo que sucede en otras ciudades españolas, la convocatoria en Málaga es unitaria: sólo hay una manifestación en la que todas las mujeres marchan unidas, aunque puedan diferir en algunas posiciones políticas -la ley trans o si legalizar o abolir la prostitución, por ejemplo- y se hagan visibles en las consignas que se canten tras unas u otras pancartas de la manifestación. Pero es que ésa es otra reivindicación que se reitera: las mujeres no son un colectivo. Son la mitad de la humanidad y, como el otro 50%, son diversas. Las hay conservadoras y liberales, de izquierdas y de derechas, empresarias y trabajadoras. Pero si las matan, si sufren las innumerables formas de violencia existentes, visibles e invisibles, es por el hecho de ser mujeres. Y por eso existe este día, 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, desde cuando hace un cuarto de siglo así lo decretaron las Naciones Unidas.

Por la manifestación desfilaban pancartas de varios partidos políticos, el PSOE o Podemos, y ondeaban banderas de los sindicatos de clase, con sus líderes visibles. Pero el de hoy era el día de los hombres y las mujeres comunes y corrientes y de su idea, la de la igualdad y de las consignas que se gritan: «Machista, culpable; sistema, responsable», coreaban algunos. Fueron 5.000 personas, según la organización, y 1.500, de acuerdo con la Policía Nacional.

Irene Jurado tiene 30 años y portaba un banderín de Comisiones Obreras: ¿Ayuda un sindicato a conseguir la igualdad de género en la empresa, en el espacio de trabajo?, le planteamos. «Sí, hay que usar los planes de igualdad, las comisiones de seguimiento, la negociación colectiva, y en último extremo, la justicia. Pero hay que formarse en feminismo. ¿Por qué soy feminista y sindicalista? Porque soy mujer: cuando sufres el patriarcado es más fácil identificarlo. Esta es una lucha colectiva, además. Y necesaria», afirma Jurado, que también observa la necesidad de luchar por la igualdad en el seno del propio sindicato: «En un sistema patriarcal ningún espacio está libre de violencia machista».

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«La vergüenza tiene que cambiar de bando y el miedo, también. Pero estamos desaprendiendo: escucho conversaciones entre jóvenes que me dan miedo»

Pero una de las mujeres más tempraneras en llegar a la manifestación fue Rosa, de 69 años. Antes de las siete de la tarde ya estaba en la Plaza de la Merced. «La mayoría de las mujeres no hablan por vergüenza; la vergüenza tiene que cambiar de bando y el miedo también. Los maltratadores tienen que comenzar a avergonzarse de lo que hacen y tener miedo del castigo por lo que están haciendo», afirma. Pero le preocupa sobre todo lo que sucede entre la juventud: «Estamos desaprendiendo. Escucho conversaciones que me dan miedo: consideran normal que los chicos les controlen la ropa y el móvil. A las que hemos sufrido lo que pasaba antes nos choca mucho. Pero, ¿en qué nos hemos equivocado? Parece que hay un eslabón perdido. Nos hemos desviado del camino», reflexiona. Al menos, un pequeño consuelo: cuando se conoce a alguna mujer víctima, ahora sí hay lugares a los que remitirla, gente e instituciones que pueden ayudarla.

Sí, parece que los más madrugadores en esto de llegar a las convocatorias reivindicativas fueron los mayores, hombres y mujeres que se dieron cita en La Merced. Ana Martos, de 74 años, clamaba: «No me gusta que haya tanto machista y tanta matanza». María Rodríguez, cuarentañera, añadía: «Ojalá este día no existiera, ojalá fuera un sólo un mal recuerdo». Pero ella misma tiene una amiga víctima de violencia de género. ¿Cómo se la ayuda?, le preguntamos: «Acompañándola en todas sus decisiones. Yo no soy nadie para decirle nada, tampoco para darle consejos. Lo que no hay que hacer es dejarla sola. Pero a ella le costó mucho darse cuenta. Lo tenía normalizado. O normalizaba la violencia por sus hijos», contesta.

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La lucha contra la violencia de género, contra el machismo, tiene que ser conjunta. Lo saben Juan Miguel, de 74 años, y sus dos amigos, que también están en la manifestación. «Somos machistas, lo sabemos, pero estamos deconstruyéndonos», bromean. «La lucha de las mujeres es necesaria: las mujeres padecen económicamente el desprecio de los hombres, que ocupan el poder», agrega Juan Miguel, ya más serio.

«La violencia está en muchas casas y en mucha gente que no aparece en los periódicos, que no está en las redes sociales. Hay personas que no vienen a la manifestación por vergüenza, porque están solas, pero éste es el momento de abrazar tu dolor»

Pero las y los jóvenes, muy jóvenes se sumaron pronto, en bloque, como el grupo en el que se integraba Silvia, de 19 años, que confiesa que ha tenido la violencia de género muy cerca: «El machismo es un patrón estructural que se ha ido perpetuando. La violencia está en muchas casas y en mucha gente que no aparece en los periódicos, que no está en las redes sociales. Se oculta por miedo. Es importante venir aquí. Los derechos de las mujeres no están completos. A veces no se viene a la manifestación por vergüenza, porque hay gente sola, pero éste es el momento de abrazar tu dolor».

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Sí, en la marcha hay mujeres que han sufrido en sus carnes la violencia de género. Como María Ángeles, que tiene 53 años, y quiere dejar testimonio: «He aprendido mucho a estar pendiente de las señales. Y, ahora, cada vez que cuento mi historia, ayudo a un par de mujeres a identificarlas y también a que descubran que son o han sido víctimas. Porque todas de alguna manera hemos sido víctimas».

Carmen y Shakira tienen 17 años y detectan esa normalización de la violencia entre los más jóvenes y el control de la que toda la semana han hablado los políticos: «Nos dicen que no nos vayamos de fiesta, que no seamos muy sueltas». Pero hay esperanza entre sus casi coetáneos: Alejandro, de 20 años, y Ángel, de 21, llegaron después de clase a la Plaza de la Constitución: «En mi ámbito cercano no hay negacionistas de la violencia de género. No tiene sentido serlo: ahí están los datos. Aunque siempre hay alguno que derrapa por algún lado». Para Ángel ésta ha sido su primera manifestación y, como estudiante de periodismo, reflexiona: «En alguna asignatura se hace hincapié en cómo tratar este tema, si hay que dar detalles muy explícitos, o no, porque se puede hacer daño a la víctima y a la familia. A veces hay mucho morbo». ¿Ven machismo estos jóvenes? Sí, en actitudes y en comentarios, lo reconocen. Pero en su curiosidad y en su apetito por la verdad y los datos está el antídoto que tienen que inocularse las nuevas generaciones. Y las viejas. Para que la pancarta de Silvia nunca más se quede desfasada y el día 1 de enero de 2025 esté a cero, igual que la del 31 de diciembre, pasando por la siguiente cita con el próximo 25-N, cuando la volveremos a ver.

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