Árbol sin apenas raíces que cayó sobre un coche en la calle Góngora la semana pasada. Sur

¿Por qué se caen tantos árboles con los temporales en Málaga?

Además de soportar vientos récord, los botánicos señalan problemas para las raíces como los alcorques demasiado pequeños y la rotura por obras de canalizaciones subterráneas

Ignacio Lillo

Málaga

Sábado, 28 de octubre 2023, 00:25

La borrasca del pasado jueves dejó vientos cruzados, variables, que alcanzaron un récord absoluto de racha máxima en el aeropuerto de 98 km/h. El ... anterior era del 29 de octubre de 1955, con 94 km/h. Los vientos, unidos a la lluvia, se cebaron en el arbolado de la provincia. Hasta un centenar de incidencias se registraron por la caída de ejemplares desde la raíz o por el desprendimiento de ramas de gran porte, lo que motivó la mayoría de las intervenciones tanto de los Bomberos en Málaga como en el Consorcio Provincial y los del resto de municipios, según los datos recabados de Emergencias 112 y los ayuntamientos afectados.

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Sólo en la capital malagueña hubo unas 50 actuaciones de Bomberos, Policía Local y el Servicio de Parques y Jardines por la caída de troncos y ramas de grandes dimensiones. Estos incidentes dejaron una estampa muy llamativa en el calle Pacífico, donde toda una hilera resultó gravemente dañada. En concreto, según los datos aportados por el Ayuntamiento, en este punto se perdieron dos de gran porte y otros tres más pequeños. Todavía al día siguiente, ya sin lluvia y con vientos menos intensos, un ejemplar adulto cayó a plomo, desde la raíz, sobre un coche aparcado en la calle Góngora.

En el análisis de las causas de estas incidencias cabe preguntarse: ¿Es sólo la fuerza destructora del viento y el agua? ¿O hay algo más? La respuesta para los botánicos es, sin duda, la segunda. No cabe duda de que sopló con intensidad inusitada, pero los árboles no se habrían caído en otras circunstancias más propicias.

Enrique Salvo es botánico y profesor de Ciencias Ambientales de la Universidad de Málaga (UMA). De entrada, advierte de que las proyecciones sobre el cambio climático anuncian que «este tipo de vendavales van a ser cada vez más hirientes», y con características tropicales y subtropicales. Pero, a renglón seguido, señala a algunas de las imágenes que ha mostrado SUR en los últimos días: «¡Los árboles arrancados apenas tenían nada de raíces!», exclama.

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Y de este modo, Salvo apunta a uno de los problemas principales para la arboleda. Alberto Díaz, botánico, doctorando en Botánica y Biomecánica en la UMA y especialista en arbolado urbano, no para estos días de atender llamadas y peticiones desde muchos ayuntamientos del litoral andaluz donde el temporal ha arrasado la vegetación. Y es que, como apunta este especialista, de entrada en Málaga ha habido muchas menos incidencias que en Cádiz o Huelva.

Alcorques muy pequeños

Ya metido en materia, el principal problema, a su juicio, es que los árboles urbanos están metidos en alcorques que califica de «miserables». «No hay raíces en profundidad, como la gente piensa, sino que estas se hacen en extensión. Si el alcorque es pequeño, no hay posibilidad de expansión».

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A ello, añade una segunda amenaza, y es que las obras subterráneas de canalizaciones de agua, luz u otras con frecuencia eliminan parte de estas. El sistema radicular funciona como la zapata de un edificio, por compresión o como un encepado de pilotes a tracción. «Si cortas esas raíces reduces la zapata y por tanto la capacidad de carga», e ilustra: «En la ciudad, cuando no se hace una zanja para meter el teléfono es para meter líneas digitales, luz o agua, y eso las va cortando».

Y el tercer factor negativo es que el suelo se compacta muchísimo en la ciudad, para evitar que el terreno se hunda, con zahorras, hormigón y finalmente el mortero con la baldosa. «Por tanto, el árbol se encuentra secuestrado y no puede expandir sus raíces».

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«En un alcorque pequeño el árbol se encuentra secuestrado y no puede expandir sus raíces»

Alberto Díaz

Botánico y especialista en arbolado urbano

Pero también hay otras razones, como la calidad «pésima» de algunas plantas procedentes de vivero; e incluso a las plantaciones mal hechas desde el origen. Como conclusión, el botánico sentencia: «Queremos árboles grandes que nos den mucha sombra, pero no cuidamos del suelo».

Los árboles, mejor grandes

En cambio, los grandes ejemplares son los que más beneficios ecosistémicos ofrecen: 70 veces más que 70 árboles pequeños, según los estudios. El volumen de copa de un gran ficus puede ser similar al de miles de naranjos, y por tanto, para la ciudad lo más importante es tener árboles adultos y de gran porte. Para ello, deberían estar, según Alberto Díaz, «en porte natural y sin podar, cuanto más grandes, mejor, porque ya no se habla sólo de que den sombra, sino que son refugios climáticos».

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Tener árboles grandes implica mejores cuidados y suelos propicios. Por tanto, de entrada, los alcorques deben ser más grandes. También reclama planes de protección del arbolado frente a las obras, para que «a cualquier subcontrata no se le pueda permitir levantar el acerado y cortar raíces».

«Este tipo de vendavales con rachas muy fuertes van a ser cada vez más hirientes»

Enrique Salvo

Profesor de la UMA

El investigador coincide con Salvo en que cada vez hay episodios más repentinos y fuertes de vientos y lluvia. «Todavía no se comprende que estos fenómenos antes no pasaban: que en una ciudad entren vientos de 90 km/h, con la posibilidad de que se encañonen por determinadas calles, genera turbulencias y situaciones más caóticas, que tenemos que empezar a entender para poner soluciones».

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No criminalizarlos

Dicho todo esto, el botánico quiere mandar a la sociedad un mensaje «tranquilizador». «Aunque se pone el foco en ellos, los árboles no son más culpables que otras cuestiones en las incidencias (como cornisas, laderas, muros, etc)». «Sobre millones de árboles, los que se han caído no son tantos, hay que tratar los datos en su justa medida», advierte.

Según sus cálculos, el riesgo de sufrir la caída de una rama tiende casi a cero (una probabilidad de uno entre diez millones), mientras que cada año mueren cientos de personas por golpes de calor, y «los árboles son los que protegen» de estas situaciones. «Son casos muy excepcionales y por eso son llamativos, pero los datos hay que tratarlos con objetividad: los árboles son muy necesarios».

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