Organizaciones benéficas de Málaga piden recursos y más voluntarios para poder seguir trabajando
El Aula de Cultura de SUR que organiza este periódico con Cervezas Victoria y Fundación Unicaja da voz a la red de solidaridad que presta apoyo a los pobres, a los sinhogar, a los enfermos y a los solitarios
Una casa que acoge a familias con hijos hospitalizados; un ejército de voluntarios que acompaña a mayores que viven solos y no tienen redes sociales, ... de las reales, no de las de internet; un banco de alimentos que también inserta laboralmente y educa a sus beneficiarios; quienes dan de desayunar y de comer a los más invisibles de la sociedad, al último escalafón de la estructura social; el gran entramado que conforman todas las parroquias de España; o la institución que provee de fondos y de estructura a prácticamente la totalidad de iniciativas sociales que hay en la provincia... Esta media docena de organizaciones, Casa Ronald McDonald de Málaga, Fundación Harena, Banco de Alimentos de Málaga, Ángeles de la Noche, Cáritas Española y Fundación Unicaja fueron los protagonistas de una tarde muy especial, de una sesión algo atípica del Aula de Cultura de SUR que organiza este periódico en colaboración con Cervezas Victoria y Fundación Unicaja y que quiso rendir homenaje al tercer sector malagueño, y a quienes sostienen las redes de solidaridad tejidas en Málaga, sus voluntarios, en su día, que se celebra este viernes, 5 de diciembre.
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Según definió Alberto Gómez, redactor jefe de este periódico encargado de conducir el evento, la labor de estas organizaciones y de su legión de voluntarios «es fundamental para mantener la convivencia y el tejido social de la provincia». El desfile por la fábrica Victoria de los responsables de esta media docena de organizaciones, entrevistados por Gómez, fue un repaso de los males sociales sistémicos que sufre Málaga: la pobreza y su cronificación, la soledad o el sinhogarismo. También fue una exhibición de sus proyectos apelando al compromiso de más personas, de toda la sociedad malagueña para que colabore con sus iniciativas, llegando ahí donde no alcanzan las administraciones, prestando su mano con ayuda cercana e inmediata, resolviendo problemas aquí y ahora: requieren más voluntarios y más recursos. Aunque no por ello dejaron de apelar a los responsables políticos: «Nos dan mucho cariño», afirmó, irónico, uno de los portavoces de estas asociaciones, dejando traslucir que quizás poco más que cariño les prestan. Y otro se preguntó si las aportaciones públicas al tercer sector suben como lo hace la inflación.
Casa Ronald McDonald: «Cuando a un niño le diagnostican una enfermedad grave, enferma toda la familia»
Casa Ronald McDonald tiene cerca de 400 casas repartidas por el mundo que se convierten en refugios para las familias que tienen a sus hijos enfermos y hospitalizados o que requieren un tratamiento en un centro sanitario determinado. Es una iniciativa que data de los años setenta, cuando en Filadelfia se pidió una colecta entre restaurantes de esta cadena de comida para sufragar el coste de las casas que necesitaban familias con niños hospitalizados. Una de esas casas ahora está en Málaga, al lado del Hospital Materno Infantil de la capital, y cuenta con 1.700 metros cuadrados y catorce habitaciones para ese mismo número de familias. «La casa es un hogar fuera del hogar para esas familias. Cuando a un niño le diagnostican una enfermedad grave, enferma toda la familia. A veces tiene que hacer las maletas y trasladarse kilómetros dejando su trabajo y su casa. Llegan en shock; están en una situación crítica. La vivienda está a un minuto del hospital y así pueden descansar después de largas jornadas», explicó Belén Collantes, gerente de la entidad en Málaga. Esa casa no es sólo un techo sin coste para las familias, lo que alivia la economía del hogar. Además, los voluntarios organizan actividades para los mayores y los pequeños, para que puedan sobrellevar de la mejor manera posible el trance. «Tiene las necesidades de un hotel y vive de donaciones», deslizó Collantes, respecto a la casa, dando a entender que necesitan recursos y que se puede ser socio de la organización aportando desde un euro al mes. También apeló a las empresas, porque ya las hay que colaboran. Otra fuente de recursos es la organización de eventos a su favor. Así como las donaciones en especie como colchones o la pintura de las habitaciones, ejemplificó.
Cáritas: «Creemos que el desarrollo económico por sí solo mejora la situación social, y no es así»
El abanico de acciones de Cáritas es muy amplio: sinhogarismo, enfermos de sida, personas mayores, gente que busca un empleo, migrantes, exconvictos... Ahí donde hay una persona necesitada, ahí está Cáritas. O donde hay una parroquia, tal y como reivindicó José Miguel Santos, director de Cáritas en Málaga, que, además, insistió en su buena obsesión, la de la necesidad de crear espacios de encuentro con los demás para curar prejuicios e incomprensión: «Decir que vamos a ayudar es importante, pero hay que encontrarse con la realidad de las personas. Encontrarse con la gente lo cambia todo». Por ejemplo, enfatizó, ayuda a desmontar los estereotipos que se fabrican sobre los migrantes. También invitó a las organizaciones a acercarse con humildad a sus beneficiarios: «No tenemos que ser tanto los que vamos a aportar soluciones a las personas, sino quienes las vamos a acompañar. No tenemos que dotarlas de autonomía, porque ya la tienen, otra cosa es que se hayan enfrentado a impedimentos». En este afán por el encuentro y por la escucha, reveló que el plan que Cáritas envió al Congreso de los Diputados para tratar el sinhogarismo fue fruto de un proceso participativo en que intervinieron las propias personas sin hogar: «Las personas a las que acompañamos también tienen una voz, también tienen que participar en cómo las acompañamos. Tenemos que ser humildes porque ellas saben más».
Santos repasó también los problemas sociales de Málaga y en general del país: «Creemos que el desarrollo por sí solo mejora la situación social, pero vemos que en realidad la exclusión severa y los indicadores de pobreza se mantienen. En épocas de bonanza no conseguimos reducir los datos de pobreza. Hay que transformar la realidad. Si no atacamos lo estructural, la pobreza se cronifica». E insistió en la cuestión de la vivienda: «Es clave, porque condiciona a mucha gente y repercute en que haya familias sin hogar, que es un problema que como no nos gusta ver, no somos capaces de afrontarlo. Ésta es una realidad que está ahí: familias que tienen que decidir si pagan la vivienda, la alimentación o las medicinas».
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El director de Cáritas en Málaga dejó un recado a las autoridades: por un lado, se preguntó si las aportaciones que las administraciones realizan a las organizaciones del tercer sector se actualizan con la inflación y, por otro lado, lanzó: «A las administraciones hay que hacerles partícipes, porque hay cosas en las que no nos estamos poniendo las pilas».
Fundación Harena: «Cada vez nos llegan personas de menos edad que están solas»
El testimonio de Susana Serrano, técnica de voluntariado de Fundación Harena, tocó especialmente el corazón: se acerca la Navidad y muchos mayores es posible que tengan que pasar en soledad estas fechas marcadas en el calendario. Por eso ha iniciado una campaña que tiene como objetivo que no haya ninguno en esa situación: cero mayores solos en Navidad. «Vamos a mil por hora y nos olvidamos de quienes tenemos al lado, de nuestros mayores que no pueden salir tanto. Todos vamos a llegar ahí, a esas edades», afirmó, para revelar que si bien su actividad comenzó acompañando a personas mayores de setenta años, la mancha de aceite de la soledad se va extendiendo y cada vez requiere compañía gente más joven porque sus hijos, por ejemplo, están fuera de España, y porque la jubilación conlleva la pérdida de redes sociales. «Muchas viviendas en Málaga no tienen ascensor y muchos mayores no pueden salir aunque lo único que necesitarían sería un brazo al que agarrarse», ilustró Serrano.
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Ahora mismo, la organización cuenta con 500 voluntarios en activo que acompañan a más de mil personas mayores durante al menos un año, para que se puedan crear lazos de confianza. Además de ese requisito los voluntarios también reciben formación continua para que la atención personal sea excelente.
En estas navidades los mayores a los que acompañan también tendrán sus Reyes Magos. En las cartas apenas piden un jersey o una bufanda: «A veces no tienen ni quien les compre un pijama». De las empresas donantes de esos regalos, salen voluntarios a quienes se les rompe el corazón porque alguien pueda tener que afrontar una Nochebuena solo.
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Fundación Unicaja: «Queremos humanizar los proyectos y no quedarnos sólo en la ayuda económica»
Fundación Unicaja se encuentra, de una manera o de otra, en prácticamente todos los proyectos e iniciativas sociales que existen en la provincia. Además, una de sus líneas estratégicas de actuación es la potenciación del voluntariado: «El voluntariado es algo vivo, es algo en lo que creer y que potenciar», afirmó Manuel Dorado, responsable del área de voluntariado de Fundación Unicaja. De hecho, la entidad tiene operativa una herramienta donde los colectivos pueden inscribir sus actividades y así captar voluntarios. Su compromiso va más allá, además, de esta iniciativa o de aportar financiación, dado que, en palabras de Dorado, también quiere «humanizar» los proyectos con los que colabora, que son sobre todo de ámbitos relacionados con la acción social, educativo, cultural, deportivo o medioambiental, entorno este último en el que puso un acento especial: «Lo tenemos subrayado en amarillo. No hay planeta B», enfatizó. Y también incidió en un diagnóstico: «Ahora ya no tenemos una línea de acción, estamos en todas. Antes podíamos pensar que la lucha contra la pobreza era lo que necesitaba más ayuda. Pero es que todo es transversal. Queremos humanizar los proyectos y no quedarnos sólo en la ayuda económica».
Por último, invitó a todas las organizaciones a presentar sus proyectos a las convocatorias que la Fundación tiene abiertas para aportar financiación a las iniciativas sociales de la provincia. «Estamos abiertos todo el año», insistió.
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Banco de Alimentos de Málaga: «Hoy llevo corbata y mañana no la llevo porque la rueda de la vida te ha puesto abajo»
Bancosol lleva 27 años llenando neveras de personas necesitadas. Además, trabaja en la integración laboral de sus beneficiarios. Y también ha puesto en marcha una iniciativa educativa para concienciar a los niños y adolescentes sobre la pobreza. Por eso conoce muy bien la fotografía de la situación social de Málaga: «La persona vulnerable ha cambiado mucho. Casi el 80% tiene una vida normalizada», afirmó Diego Vázquez, presidente de Bancosol. «La vida te da un disgustillo, llevas corbata y el nudo te aprieta la garganta. Nosotros tratamos de que el nudo no termine de ahogarte. Por eso el tejido asociativo es importante», ilustró. Insistió para destacar que nadie está exento de un revés vital que lo lleve a una situación de dificultad extrema, de abrir la nevera y que no haya nada: «Hoy llevo corbata y mañana no la llevo porque la rueda de la vida te ha puesto abajo. Y con los sueldos precarios que hay no se pueden pagar los compromisos adquiridos que se tenían antes».
Esbozó, además, algunos de sus planes de futuro, como su colaboración en la iniciativa de la Diputación de 'Málaga no caduca' para que no haya desperdicio alimentario y se use en una buena causa. Y llamó al voluntariado: «Necesitamos voluntarios. El voluntariado hay que hacerlo para disfrutar. Además, después llega uno y descansa mejor. Recomiendo el voluntariado. Nada, un día. Te entra en vena. Te sientes útil. Das algo y no pides nada». Pero también planteó otras necesidades: «Amor, reflexión, cordura, no gastar energías en cosas innecesarias, seguridad y que las carreteras tengan los menos boquetes posibles».
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Vázquez también tiró de ironía para apelar a las administraciones: «Nos dan mucho cariño. Nos dicen también que llegamos donde ellas no pueden llegar. Pero ponen cariño, mucho cariño».
Ángeles de la Noche: «Nuestros usuarios son los invisibles de la sociedad»
Pero el testimonio más crudo fue el de Adolfo Aldana, de Ángeles de la Noche. «De nuestros 300 usuarios, 200 duermen en cartones. Son los invisibles de la sociedad. En Málaga hay un núcleo de 300 personas que no están apuntadas en ninguna lista», describió. La organización da 300 desayunos y 300 comidas diariamente. Ello, con sólo dos trabajadores en nómina; el resto son voluntarios. En origen, los alimentos se repartían en la calle. Después, para dar dignidad a la comida y al desayuno, se sirven en un local. «Pensábamos que la comida era muy importante, pero lo que es muy importante es el desayuno. La gente no es persona hasta que se toma el chocolate o el café. Hace frío en Málaga. Dormir en un cartón debe ser mortal», relató Aldana.
Los Ángeles de la Noche dan de comer a todo el que llega a su puerta. «Igual no lo hacemos bien, pero si alguien llega a Puerta Única y no hay otro sitio, lo manda a los Ángeles Malagueños. O si va al comedor de Santo Domingo y tampoco hay sitio, también lo mandan a los Ángeles Malagueños. Somos ese comedor de guardia», continuó Aldana. Son el último recurso, la última red. Además, para unos usuarios que señaló que no quieren salir de la calle: «Queremos organizarlo todo, pero es muy difícil, porque nuestros invisibles no quieren dormir en un albergue. Son gente difícil. No se quieren meter en la sociedad. Pero alguien se tiene que preocupar de ellos. Son usuarios en el último escalafón. Duermen en la calle. Vienen muy nerviosos».
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Aunque también puntualizó que, además de los invisibles sociales, también tienen otra tipología de usuarios: esos señores de la corbata que momentáneamente necesitan ayuda. Esos, dijo, van a visitarlos: «'Yo estuve viniendo y ya he conseguido trabajo', nos dicen. La gente sale, pero los mínimos», lamentó.
También requirió voluntarios que quizás tienen que tener una pasta especial. O ser tan jóvenes y aún tan poco curtidos como los estudiantes de Erasmus que llegan a Málaga y a los que requieren trabajar en alguna iniciativa social.
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