Aires de Libertad en Los Asperones
Libertad Fajardo Cádiz es la única de su familia con el graduado y una de las últimas en sumar su estrella al mural del colegio María de la O
Rocío Nadales
Lunes, 1 de septiembre 2025, 00:14
En la fachada exterior del colegio María de la O, en el corazón del barrio de Los Asperones, hay colocadas 117 estrellas. Cada una representa ... una historia de superación, un paso adelante en un lugar donde el futuro, a veces, parece detenerse antes de empezar. Una de esas estrellas lleva un nombre que es, en sí mismo, una declaración: Libertad Fajardo Cádiz.
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Libertad, o Libe, como la llaman, acaba de cumplir 18 años y ha conseguido algo que no todas las chicas gitanas de su entorno pueden contar: se sacó el graduado. Completó infantil y primaria en el propio María de la O y terminó la ESO en la Universidad Laboral. Hoy estudia el grado de Auxiliar de Enfermería y sueña con llegar más lejos. Su historia es una excepción que no debería serlo en un barrio creado en 1987 que sigue hoy en día sin bancos o luces en sus calles.
Sus orígenes
«Nadie en mi familia tiene el graduado. Desde pequeña sabía que de aquí tenía que salir, no podía quedarme sin estudios ni conocer a más gente», dice con sencillez. Nació en 2007. Su madre y su gran apoyo, María, la tuvo con solo 14 años. Su historia y sobre todo, su nombre, tiene un significado especial: «Mi madre me iba a llamar Georgina. Pero como mi padre siempre ha estado preso y en ese momento estaba con ella y no tenía nada, dijo que tenía que llamarme Libertad», relata la joven.
El nombre no pudo ser más acertado. Libertad es responsable, constante y madura: «Soy muy independiente. Por la noche lo dejo todo preparado. Hago los deberes en casa los días que no tengo clase de apoyo. Y cuando termino, salgo a darme una vuelta, porque es lo que puedo hacer aquí».
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Vive con su madre y sus dos hermanos pequeños, Salvador, de 13 años, y Francisco, de 5. Con Salvador insiste cada día: «Estoy todo el día diciéndole que se ponga y no haga el tonto. Por ahora me está haciendo caso». Ella sabe que para cambiar las cosas no basta con quererlo solo para una misma.
Aunque habla con serenidad, su infancia no fue fácil: «Hay niñas peores que yo. ¿Me gustaría cambiar algo de mi infancia? Pues claro, como todo el mundo». Pasó un tiempo viviendo en Santa Julia con su abuela. Creció viendo situaciones duras que la ayudaron a decidir pronto qué tipo de vida no quería para ella.
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Los Asperones
«El barrio te lo da todo», afirma. Sobre nacer en Los Asperones hace una reflexión: «Te hace pensar y ser madura. Estando aquí hay cosas que veo y sé que no las quiero en mi vida». Al mismo tiempo, describe una rutina que a veces pesa: «Esto es vivir día a día, muy aburrido. Siempre es lo mismo y las mismas caras».
Habla con claridad de la realidad de su entorno. «Las niñas de aquí están todo el día bebiendo. No hay nada. La gente no lo comprende, pero una persona que vive aquí no tiene nada para hacer. ¿A dónde te vas? Si no hay ni un sitio para sentarte a charlar o comerte unas pipas».
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Lo que realmente le marcó fue el colegio: «El María de la O es lo que me ha hecho a mí ser lo que soy ahora. Si hubiese estado en otro colegio no sería así». En sus pasillos, en sus profesores, encontró algo que no siempre se encuentra: apoyo. Por eso, cuando le entregaron su estrella, sintió que no era solo una placa en la pared: «Estaba muy feliz, tenía muchas ganas de tener mi estrella».
La iniciativa del mural comenzó hace una década. Cada vez que un alumno o alumna del barrio consigue el graduado escolar, su nombre se pinta en una estrella. Es un gesto sencillo pero poderoso: mostrar, con hechos, que se puede. Que hay camino, y que se puede recorrer. Libertad es una de las últimas en incorporarse. Y también una referente. Porque marca el camino y demuestra que sí es posible.
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Después del colegio, Libe cursó la E.S.O en la Universidad Laboral. «No me costó», recuerda. Allí hizo amigas que aún conserva. Ahora acaba de terminar el primer curso del grado de Auxiliar de Enfermería, algo que llevaba dentro desde pequeña: «Siempre supe que quería ayudar a los demás».
Pero su meta no se queda ahí. Quiere seguir estudiando y hacer un grado superior de Educación Infantil. Le gustaría hacer las prácticas en la guardería del barrio. Tiene un plan: trabajo, casa y coche propio. «Me estoy sacando el carnet», dice con ilusión. Y aunque en su entorno casarse joven es algo habitual, ella tiene otras prioridades: «No me quiero casar tan rápido. Me gustaría conocer bien a una persona, no hacerlo deprisa. Mi madre tampoco quiere que me case».
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Pese a todo lo que ha logrado, Libertad no olvida las barreras. El aislamiento del barrio pesa: «El autobús tarda 40 minutos. Las cosas están muy lejos». Hace tiempo instalaron unas farolas, pero los vecinos las arrancaron. «No lo entiendo. Veo lógico que pasen de nosotros».
También confiesa que ha sentido el estigma por ser de Los Asperones: «Por ser gitana y decir que eres de los Asperones se te quedan mirando. Tienen que conocerte bien. Hay gente que todavía se cree que aquí las familias te obligan a casarte o que no te dejan estudiar».
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Cuando sale con sus amigas, ella suele tomar la iniciativa. «A mí no me cuesta nada, a los demás les da como miedo. Cuando salimos a cenar a Teatinos soy la que tiene que pedir». Le duele ver que muchas chicas como ella no dan el paso, aunque podrían: «Han tenido la oportunidad y la siguen teniendo. Yo soy igual que ellas. La cosa es que les gustaría y no lo hacen. Cuando les digo mis notas se motivan, pero no dan el paso».
Para Libertad, todo empieza en tener ganas: «Si tienes ganas de hacer algo, preguntas, te informas, buscas ayuda. En la vida, con pereza no tienes nada». Aunque a veces cueste. «A veces me da pereza levantarme temprano, pero es lo que hay que hacer. Hay que querer y hay que sacrificar muchas veces cosas».
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Una vida diferente
A menudo sueña con una vida diferente: «A veces pienso que me gustaría que quitaran el barrio, pero lo echaría de menos. Me gustaría que tuviésemos otra vida. Poder bajar al parque o al supermercado andando. Que pusieran luces, que las cosas estuvieran en condiciones».
De momento, ella sigue. Para sus hermanos, para sus amigas, para todo un barrio que la observa. En el mural del María de la O, su estrella brilla. Y no es solo un símbolo. Es una señal de que otro camino es posible. Porque Libertad no es solo su nombre. Es también lo que ha elegido ser.
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