El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a su esposa, Begoña Gómez. reuters
REPASO SEMANAL

Se acepta el amor como causa de dimisión...

Javier Recio

Málaga

Domingo, 28 de abril 2024, 02:00

El presidente del Gobierno puede irse por amor. Qué bonito. Qué pena. Qué hombre más sensible. Lo que no ha podido desalojarlo por sus pactos ... maquiavélicos lo puede conseguir su profundo enamoramiento de Begoña Gómez. Y es que no puede soportar que su mujer pueda ser sometida a una instrucción judicial para hacerle daño a él, por su culpa, por su gran culpa. El credo sanchista. Con lo bueno que es. Él, que nunca ha atacado las conductas de los familiares de sus oponentes políticos... Ni que su esposa fuera como el hermano de Ayuso. Hasta ahí podíamos llegar. Ni que fuera una española más. ¡Quiénes son los jueces para comprobar si ha cometido un delito de tráfico de influencias! El presidente del Gobierno mantiene una cruzada contra el Poder Judicial desde hace años. Los ha intentado domesticar, pero hay algunos que no se dejan. Les ampara la Constitución. Las cosas que tienen las democracias occidentales. Hay que ver. A los jueces les da por investigar si hay una denuncia con indicios de criminalidad. Ya se verá si hay delito o no, pero tendrán que indagar, ¿o acaso deben desestimarla a la primera de cambio porque se trata de la mujer del presidente del Gobierno? El problema de esta denuncia no es Begoña Gómez, sino el propio presidente del Gobierno, ya que el tráfico de influencias se basa en que se ha influido en alguien con capacidad decisoria, que en este caso sería el propio presidente del Gobierno. Sánchez culpa de todos sus males a la derecha y a la ultraderecha, o sea, al PP y a Vox, aunque todavía no ha dicho ni mú si efectivamente su mujer firmó una carta en favor de una UTE para que recibiera fondos públicos, que los recibió, pese a que al parecer no era la mejor situada en la baremación objetiva de puntos, y si es verdad que uno de los miembros de esta unión de empresas es el que financiaba sus actividades profesionales, entre ellas el máster universitario del que es directora pese a que no dispone de un título universitario. ¡Qué mérito tiene esta mujer! Debe ser muy inteligente, o muy lista, que no es exactamente lo mismo. De sus reuniones y recomendaciones no se ha dicho nada de nada. A lo mejor es que el presidente no ha visto nada. El amor es ciego. Aunque tampoco hay que perder de vista la reapertura del 'caso Pegasus'. Es mucha casualidad que Sánchez, que ha demostrado durante años que supera toda clase de vicisitudes, se haya tomado estos días de reflexión tras conocerse que se volverá a investigar este asunto de espionaje de su teléfono móvil. Sólo él y los que lo han espiado saben la información que tienen sobre el máximo dirigente del Gobierno. Y la sombra de Israel, que tiene uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo, siempre es alargada en estos temas. Sobre todo, después de que el presidente esté abanderando a nivel internacional el reconocimiento de Palestina como un estado. O sea, que puede desatarse una tormenta perfecta contra él.

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Mañana dará a conocer a la ciudadanía, que vive sin vivir en sí y que en tan alta vida espera, qué va a hacer. Pedro Sánchez, que a partir de ahora también se le podrá conocer como 'El Enamorado', debe estar repasando estos días y estas noches las poesías de Santa Teresa de Jesús. Lo lógico es que dimita, pues de lo contrario sólo podría calificarse su actitud como un numerito electoral cara a los comicios de Cataluña y las europeas que se celebrarán en junio. Y el jefe del Ejecutivo de un país como España no puede dejar cinco días la Presidencia en 'stand by' por una supuesta cuestión personal. Sánchez se ha sometido estos días al escrutinio de la sociedad, sobre todo en redes sociales, donde algunos le han mostrado su adhesión inquebrantable mientras otros están deseando su marcha. Las dos Españas que tanto ha fomentado desde su llegada al Palacio de La Moncloa. A ver si renuncia. Que no sufra más. Que no someta a su familia a este escarnio público. Venga, se acepta el amor como causa de dimisión. Que no muera porque no muere...

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