«Nosotros somos culpables, pero nuestro hermano es inocente»
Tres hermanos presentan un recurso de revisión ante el Supremo para evitar ingresar hoy en prisión por una agresión que, afirman, uno de ellos no cometió
Juan Cano
Domingo, 20 de marzo 2016, 01:40
Eduardo Lozano ya tiene la mochila preparada para entrar en prisión. Lo más duro ha sido decírselo a sus hijos, que tienen 12 y 15 ... años. «Les he contado toda la verdad. Son muy maduros, pero aun así lo llevan regular. La niña está yendo al psicólogo», confiesa antes de derrumbarse. «Y mi mujer... Esto me está ocasionando muchos problemas». Juan Carlos, su mellizo, de 40 años, e Isidro, el mayor de los cinco hermanos, de 46, tratan de calmarlo echándole el brazo por encima del hombro mientras Eduardo se seca las mejillas con las manos temblorosas por la emoción. Se consuelan entre ellos según a quién le toque el trago de soltar la verdad sobre la mesa de la cafetería de la Ciudad de la Justicia adonde los ha llevado María del Mar Martí, la mujer de Isidro, una especie de esposa coraje que mantiene una lucha incansable desde que abre los ojos por la mañana hasta que intenta conciliar el sueño cada noche. «Mientras me quede un poco de esperanza, seguiré luchando. No voy a parar hasta que se sepa lo que sucedió», dice.
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El paso de los días se ha convertido en una losa que pesa cada vez más. Los tres hermanos, Isidro, Eduardo y Juan Carlos, tienen fecha de ingreso en prisión: el 20 de marzo. Hoy se agota el plazo concedido por la Audiencia Provincial, que ha ordenado la ejecución de la sentencia, confirmada por el Supremo, en la que se condena a cada uno de ellos a cuatro años y seis meses de prisión por agredir a un familiar de María del Mar y al novio de éste en la puerta del centro médico Hospiten, en Estepona. También tienen que pagarles, en total, unos 14.000 euros de indemnización, que con los intereses superan ya los 21.000 euros.
Mientras agotan los recursos en los tribunales, han tratado de seguir adelante con sus vidas. Eduardo trabaja en una empresa de productos ecológicos en el mercado municipal de Marbella; su jefe ha enviado una carta a los jueces pidiendo que reconsideren su ingreso en la cárcel y alegando que es un trabajador «puntual y honesto», que se ha comportado siempre de manera «humilde y amable». Juan Carlos, que está a punto de casarse, se dedica a la hostelería e Isidro, al sector de la construcción en la empresa levantada por su difunto suegro, Ricardo Martí, que en los años sesenta fue un futbolista conocido (jugó en Primera División en el Córdoba). La familia, residente en Marbella el padre era anticuario, tiene una posición económica desahogada. Los hermanos siguen siendo una piña, pese a que «todo esto nos ha traído muchos problemas entre nosotros, porque aparecieron también los reproches...», reconocen.
Su única esperanza reside en las peticiones de indulto que han solicitado y, sobre todo, en un recurso de revisión presentado el lunes ante el Supremo en el que insisten en una prueba que, a su juicio, exculparía a uno de los hermanos: un certificado de la Clínica USP (ahora, Hospital Quirón) de Marbella que según ellos acreditaría que Isidro estaba allí ingresado con un margen de error «nulo» en los horarios de la asistencia cuando se produjo la agresión. Eduardo y Juan Carlos, conscientes de que las coartadas falsas que se inventaron les han perjudicado a todos, creen que, aunque pueda ser tarde, ha llegado el momento de decir la verdad. «Nosotros dos somos culpables, pero nuestro hermano es inocente. Va a entrar en la cárcel sin comerlo ni beberlo, porque él no estaba allí. En nuestro caso, creo que tampoco es justo que por darle a alguien dos puñetazos, aunque nunca tendríamos que haberlo hecho, vayas cuatro años y medio a la cárcel, y además sin tener antecedentes penales», coinciden. Lo cierto es que el recurso, de ser estimado por el Supremo, también los beneficiaría a ellos, porque no sólo exoneraría a Isidro, sino que además desvirtuaría la circunstancia agravante de abuso de superioridad aplicado en la sentencia y podría suponerles una rebaja de la pena.
Sentencias en contra
La verdad judicial de la historia, confirmada por dos tribunales, es que Isidro tuvo un primer incidente con Antonio nombre ficticio atribuido al familiar de su esposa para preservar su intimidad al tratarse de una víctima y con Fernando, el compañero sentimental de éste, la mañana del 21 de junio de 2008 en una calle de la urbanización Sun Beach de Estepona. Discutieron porque, al parecer, la pareja ocupó la vivienda de al lado «sin derecho» según declaró Isidro ante el juez que él y su mujer pretendían comprar, lo que supuso una «fuente de problemas familiares» y originó una «animadversión» entre ellos. «No voy a parar hasta que os mate, maricones», aseguran las víctimas que les dijo, según la sentencia, aunque él lo niega. Y llegaron a las manos. Isidro agredió a Fernando, causándole un traumatismo leve, y él también se lastimó en el forcejeo.
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Fernando acudió acompañado de su pareja a Hospiten. La resolución de la Audiencia dice que, al salir del centro sanitario, entre las 13 y las 14 horas, se dirigieron al aparcamiento para coger su coche, donde fueron abordados por tres personas los hermanos Isidro, Juan Carlos y Eduardo que se bajaron de un BMW X5 de color blanco. Según el fallo judicial, que da credibilidad a la versión de las víctimas, uno de ellos comenzó a agredir a Antonio, que ocupaba el asiento del conductor, y los otros dos a Fernando, que estaba en el del copiloto y que logró salir del vehículo y corrió hasta la entrada de urgencias, donde fue interceptado y nuevamente golpeado por los tres. Tras ello, los agresores se dieron a la fuga y la pareja volvió al hospital. Antonio sufrió una contusión maxilar, que se curó en siete días, y Fernando un «traumatismo alveodentario con pérdida de masa ósea maxilar y de dos piezas dentales, fractura de huesos propios, síndrome adaptativo y rotura del menisco interno de la rodilla derecha», según la resolución de la Audiencia.
La denuncia se presentó días más tarde y los tres hermanos fueron citados en comisaría, donde se les leyeron los derechos por un delito de lesiones. «Era la primera vez que me ocurría algo así. Me confié porque soy inocente y estaba convencido de que no me iba a pasar nada», sostiene Isidro, que ha sufrido un tromboembolismo pumonar y ha sido operado de una fibrilación auricular, un cuadro médico por el que ha pedido aplazar su ingreso en prisión hasta que se resuelva el recurso de revisión. Su hermano Juan Carlos alegó que no participó en la agresión porque estaba en una romería. Y el mellizo de éste, Eduardo, en un hotel de Granada para celebrar su aniversario con su mujer e hijos. El tribunal no dio crédito a sus coartadas y ellos menos Isidro reconocen ahora que mintieron. «Ese fue nuestro segundo error. El primero, la pelea. Nos involucramos en un problema ajeno, pero en una situación así, cuando tu hermano te dice que está en un hospital, uno pierde la razón. Teníamos 30 años... », explica Eduardo, que reconoce que Juan Carlos siempre abogó por decir la verdad.
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La Audiencia rechazó también la versión de Isidro, quien reconoció ante el tribunal el primer incidente, pero negó su participación en el segundo al estar ingresado en el hospital marbellí, situado a unos 20 kilómetros de Hospiten. «La atención médica es correcta y cierta», dice la sala, «y finaliza antes de las 12.30 horas, lo que implica que no exista imposibilidad de efectuar la posterior agresión (una hora aproximadamente más tarde), siendo también reconocido por los agredidos».
Los tres hermanos presentaron un recurso de casación ante el Supremo centrado principalmente en los horarios de la agresión con una prueba que, a su juicio, es clave, pero que «no se está teniendo en cuenta». Isidro, que también resultó lastimado en el primer enfrentamiento, aportó «desde el principio» el certificado de su asistencia en la Clínica USP, el cual recoge que ingresó a las 11.23 y que recibió el alta a las 13.06 horas. «La Audiencia yerra al situar la salida de Isidro del hospital a las 12.30 y también en ubicar la segunda agresión entre las 13 y las 14 horas. Estos dos errores concatenados conducen a la condena penal de un inocente», aseveran en el recurso.
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«Siento una impotencia tremenda de que mi marido pague por algo que no ha hecho»
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María del Mar no se resigna y sigue llamando a todas las puertas que están a su alcance para evitar que Isidro, su marido, acabe en la cárcel. No pierde la esperanza, ni siquiera cuando faltan horas para que expire el plazo que le ha dado la Audiencia para que él y sus dos hermanos ingresen en prisión y cumplan una pena de cuatro años y seis meses de prisión. Su vida, en los últimos meses, se ha convertido en una lucha constante por evitar. «Intento ser fuerte, pero no lo llevo bien. No quiero afrontar la realidad. La pesadilla es el día a día, porque también es un día menos. A Isidro lo veo cada vez más nervioso a medida que se acerca la fecha, y siento una impotencia terrible de ver que mi marido es inocente y va a pagar por algo que no ha cometido», asegura ella, que además es familia de una de las víctimas. «Lo tengo que asumir, pero no lo acepto. Y pienso seguir luchando hasta que se sepa la verdad y se vea que mi marido no hizo nada», insiste.
Isidro relata que aquella mañana, cuando se encontraba en urgencias con su mujer, llamó a sus hermanos y les dijo que había tenido una pelea con Antonio y Fernando el primer enfrentamiento y que estaba en el hospital «no especifiqué en cual», se lamenta ahora porque le dolía el cuello. «Nosotros estábamos juntos, íbamos con el manos libres en mi coche el BMW X5, que era propiedad de Eduardo, y que una testigo sitúa en el lugar y dimos por hecho que se encontraba en Hospiten porque está más cerca de su casa». Reconoce que fueron a ese centro sanitario y se toparon en el aparcamiento con la pareja. «Los vimos reírse y nos peleamos. Le di dos puñetazos (a Fernando)», confiesa Eduardo. «Y yo otros dos (a Antonio)», admite Juan Carlos, quien añade: «Casi me hizo más daño él a mí que yo a él».
En las actuaciones figuran igualmente los dos partes médicos de Fernando agredido las dos veces y Antonio sólo en el segundo enfrentamiento y aparecen reflejados los horarios de asistencia. Según dicha documentación, Antonio fue atendido a las 12.59 horas por un cuadro de una hora aproximadamente por traumas contundentes múltiples. Curiosamente, Fernando, que presentaba las lesiones más graves, fue asistido después, a las 14.06. Durante la instrucción, Fernando declaró que no recordaba la hora de la agresión porque estaba sedado. Antonio dijo que se produjo a las dos o las tres de la tarde. Ambos coinciden en señalar como autores a los tres hermanos. Para los jueces, su testimonio no presentó fisuras y en los tribunales siempre les han dado la razón.
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¿Error humano?
El Supremo, en su respuesta al recurso de casación, considera que la ubicación horaria de un suceso «generalmente tiene un valor aproximativo por la dificultad que entrañaría medir la dimensión del tiempo». La resolución añade: «Ignoramos si los datos de constancia horaria que aparecen en los distintos documentos a los que se refiere el recurso fueron consignados automáticamente por la correspondiente aplicación (informática), o si hubieron de ser en cada caso incorporados por la persona que introdujo la información. En este caso, podría plantearse un posible error humano al consignar la hora, y en el primero sería necesario conocer la dinámica en concreto y el posible margen de error de la aplicación». Para el Alto Tribunal, dado que Fernando fue atendido a las 14.06, «no puede considerarse irracional la conclusión que la sentencia (de la Audiencia) alcanza sobre este particular». Para el abogado Tomás Fernández, que representa a los condenados, supone una vulneración del principio de in dubio pro reo (en caso de duda, a favor del reo) y de la presunción de inocencia.
El recurso de revisión presentado por la defensa se centra precisamente en resolver esa duda y, para ello, han aportado un nuevo certificado del hospital donde indica que los datos de entrada y salida se introducen de forma automática y que el margen de error de la aplicación informática, en cuanto a horarios, es nulo. «La agresión tuvo que producirse necesariamente antes de las 12.59 horas, porque a esa hora y a ninguna otra Antonio fue atendido de las lesiones» derivadas de la misma», dice literalmente el recurso, en el que piden la suspensión de la ejecución de la sentencia. El reloj, entre tanto, sigue descontando minutos de su libertad.
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