Voluntarios de Málaga Acoge trabajan para prestar apoyo a las personas inmigrantes.

Guardianes de la convivencia

Málaga Acoge cumple 25 años velando por la integración de los inmigrantes

Amanda Salazar

Jueves, 15 de enero 2015, 01:25

En sus orígenes, Málaga Acoge nació con el objetivo de atender a los miles de inmigrantes que llegaban a la provincia para cruzar en barco ... hasta Marruecos en la que hoy se conoce como operación Paso del Estrecho. Corría el año 1989 y los extranjeros sobre todo marroquíes que aprovechaban las vacaciones para dejar sus lugares de trabajo en el centro de Europa para regresar a sus países de origen podían pasar días, incluso semanas, para poder embarcar con sus coches cargados hasta la bandera. Las condiciones eran muy diferentes a las de ahora. La espera al sol, durante horas, en pleno verano, sin agua ni aseos se convertía en algo insoportable.

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Lourdes Ruiz, que entonces era una joven de 27 años sensibilizada con la situación de los inmigrantes y que acababa de regresar de una misión en Zaire con las Hermanas Blancas, se dio cuenta de la grave situación que estaba ocurriendo en el puerto de Málaga. Miles de personas vivían en condiciones infrahumanas durante días, pasando desapercibidas para el resto de los ciudadanos.

Ruiz acudió al entonces obispo de Málaga, Ramón Buxarrais, para hablarle sobre el problema y le dio permiso para empezar a trabajar en el puerto junto con Matilde Frades, hija de la Caridad. Ambas se dieron cuenta pronto de que la situación de los inmigrantes en la provincia iba mucho más allá.

En enero de 1990, a semejanza de otras asociaciones existentes en Sevilla, Granada o Almería, nace Málaga Acoge con el propósito de «acoger a las personas inmigrantes, ayudarles en el camino de integración en la sociedad local, defender sus derechos o promover la creación de asociaciones de inmigrantes» de forma que «ellos mismos lleguen a asumir el protagonismo de su acción», según señalan sus estatutos fundacionales. Un documento en el que queda patente su vinculación con la Iglesia, ya que tanto Cáritas como la Delegación Diocesana de Migraciones, aparecían como miembros natos, aunque con los años la ONG se desvinculó de su carácter religioso y hoy en día es aconfesional y apolítica.

La ONG empezó a funcionar en la parroquia de la Amargura, ofreciendo asistencia social, jurídica y sanitaria a los extranjeros que llegaban. José Luis Rodríguez, abogado de la entidad, llegó en aquellos primeros meses. «Yo acababa de colegiarme y para mí fue un reto, porque en la carrera no aprendíamos nada de extranjería», dice. En aquellos tiempos, las consultas eran básicamente sobre cómo acceder a los colegios o los centros de salud. También empezaron a ofrecer apoyo a los extranjeros del centro penitenciario. «Entre los logros que conseguimos fue permitir a los inmigrantes encarcelado optar al tercer grado, porque hasta entonces no podían solicitarlo al carecer de domicilio fijo en muchos casos», recuerda Adela Jiménez, presidenta en la actualidad del organismo sin ánimo de lucro.

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Málaga Acoge asesoró a muchos inmigrantes en la primera gran regularización que se realizó en el año 1991. Luego, las peticiones y las circunstancias de los inmigrantes fueron evolucionando. «Al principio, casi el 80% de las personas que llegaban eran hombres; con los años, empezaron a llegar las mujeres gracias a la política de reagrupación familiar», explica Lourdes Ruiz. Ahora, muchos de los programas que realiza la asociación están orientados a los niños, descendientes de aquellos inmigrantes que llegaron de forma masiva ante la llamada de la bonanza económica y el boom de la construcción y que han nacido en suelo español.

La ONG también ha sido protagonista en algunos de los hitos más importantes en la lucha por los derechos de los inmigrantes. Fue una de las entidades más activas en la batalla contra el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE). «Cuando empezamos, la opacidad de todo lo que pasaba allí dentro era total; fueron unos años muy intensos para denunciar la situación deplorable que vivían los extranjeros allí, tanto por el mal estado del centro como por el trato que se tenía hacia los inmigrantes», dice. Una guerra que llegó a su fin en el 2012 con su cierre.

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Trayectoria

Poco a poco, la entidad ha ido creciendo. Con el tiempo, se instalaron en la sede de la calle Bustamante, aunque mantienen una parte de sus infraestructuras en la calle Ollerías. También abrieron delegaciones en Torre del Mar, Fuengirola y Antequera, para acercarse a los extranjeros que se habían afincado en otras comarcas. Por la entidad han pasado más de un millar de voluntarios y atiende cada año a 5.000 inmigrantes en sus diferentes programas, además de realizar campañas de concienciación como la de Stop Rumores que desarrolló el pasado año.

Para Alejandro Cortina, actual director de las ONG, el valor de Málaga Acoge es que ha mantenido su carácter reivindicativo durante todos estos años y que ha sabido ganarse el respeto de los ciudadanos y las administraciones. «Es muy difícil cambiar la realidad social y tenemos que seguir luchando contra actitudes racistas y xenófobas, pero hemos conseguido visibilizar los problemas de las personas inmigrantes», dice. Todo gracias a la labor de los voluntarios y guardando un espíritu independiente que huye del asistencialismo y que pretende acompañar a los inmigrantes y velar por la convivencia entre culturas.

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