Urbanismo atornilla una nueva farola de Carretería sobre pinturas murales barrocas
La luminaria se instaló en la fachada de un palacete que está siendo rehabilitado por la Diputación pese a que la decoración estaba a la vista
Una de las joyas barrocas más desconocidas del Centro de Málaga vuelve a estar de actualidad después de que la Diputación Provincial reactivara el pasado ... mes de marzo las obras para su recuperación. Se trata del Palacio de Valdeflores, levantado a mediados del siglo XVIII y que debe su nombre a Luis José Velázquez de Angulo y Cruzado (Málaga, 1722-1772), quien además de ser el segundo marqués de Valdeflores, fue un prolífico arqueólogo, historiador y escritor. El edificio, ubicado en el número 60 de la calle Carretería, albergó el Servicio Provincial de la Mujer y ahora está siendo objeto de un proyecto de rehabilitación que incluye sacar a la luz las pinturas murales barrocas que se vislumbran en las catas realizadas años atrás en su fachada.
Publicidad
Sin embargo, la sensibilidad que el Ayuntamiento ha exigido a la Diputación para la recuperación de esa singular decoración mural, que será realizada por expertos restauradores, no se ha apreciado en el tratamiento dado a esta fachada por parte de la Gerencia Municipal de Urbanismo a la hora de ejecutar la reforma de la calle Carretería. En el borde norte de la fachada de este palacio barroco, en una zona donde las catas ya dejaron a la vista años atrás parte de la valiosa decoración mural que puede esconder este inmueble, Urbanismo atornilló una de las nuevas farolas de la calle, sobre pinturas que simulan unas pilastras.
Según ha podido conocer SUR, técnicos vinculados a la obra de rehabilitación de este palacio que acomete la Diputación dirigieron a Urbanismo un escrito para hacer ver al Ayuntamiento esta circunstancia y consultarle respecto al modo de proceder para que la farola no dañe las pinturas murales. Según las fuentes consultadas, ese escrito derivó en una reunión técnica en la que el Consistorio dio carta blanca a la Diputación para reubicar esa luminaria en otro espacio de la fachada una vez que se lleve a cabo su restauración y se descubra si hay algún hueco sin pinturas barrocas al que pueda trasladarse.
Por lo pronto, la farola sigue colocada sobre esa decoración mural que da valor tanto a este palacio, catalogado con protección arquitectónica de grado 1, como a otros muchos edificios barrocos del Centro Histórico de Málaga. Al parecer, desde Urbanismo se ha desaconsejado la instalación de este brazo en el aplacado que existe a su izquierda porque detrás de este revestimiento, situado junto al tramo de muralla medieval que se recuperó al completo años atrás, no existe un muro sino una escalera metálica que da acceso a la zona alta del cerco.
Publicidad
Historia
El palacete de la calle Carretería tiene su origen en la singular historia del segundo marqués de Valdeflores, que fue miembro de la Real Academia de Historia; participó en las excavaciones del yacimiento de Cártama; escribió sobre los orígenes de la poesía castellana, los anales de la nación española hasta la llegada de los romanos o sobre los alfabetos prerromanos; y, por encargo del marqués de la Ensenada, recorrió el país durante tres años para recopilar la historia monumental de la Península. Dejó huella con sus obras, pero en Málaga también lo hizo con este edificio levantado a mediados del siglo XVIII y adosado a la antigua muralla de la ciudad.
De estilo barroco, el palacio fue explotado por el marquesado como una posada con caballerizas. Posteriormente tuvo otro propietario, pero no hay registros. Sí los hay para corroborar su uso como residencia cuando en 1895 fue comparado por la condesa de Albarede, que le hizo varias reformas de calado.
Publicidad
Casi un siglo después (1985) y tras pasar por varias manos, este edificio tan valioso como desconocido por los malagueños fue adquirido y restaurado por la Diputación, que ahora lo volverá a reparar para recuperar su esencia original, para lo que, según el proyecto del arquitecto Rafael Salas, suprimirá los dos ventanales en forma de ojo de buey que fueron abiertos en la última reforma en 1987.
En el interior, se van a restaurar los arcos de medio punto apoyados en seis columnas de mármol cuya conservación no es precisamente óptima. En mucho mejor estado se encuentran las pinturas al óleo en uno de los techos de la primera planta firmadas por José Fernández de Alvarado (discípulo de Muñoz Degrain y Moreno Carbonero), al igual que ocurre con la cubierta del patio y la carpintería interior, con una de las pocas cristaleras con ventanas de guillotina que se conservan en el casco antiguo de la capital.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión