Los negocios apuraron al máximo el horario de cierre para no perder tantas ventas. Salvador Salas

Toque de queda adelantado para los bares y restaurantes de Málaga

Los establecimientos hosteleros de la ciudad apuran al máximo el horario de cierre y lamentan que la Junta no les haya permitido trabajar una hora más

Juan Soto

Málaga

Jueves, 29 de octubre 2020, 23:43

Minutos antes de las once de la noche, en el Centro se respira el silencio. El toque de queda adelantado a las 22.30 horas ... para los bares y restaurantes ha provocado este jueves una estampida de clientes antes de lo habitual. Fieles a las normas marcadas por la Junta de Andalucía, los negocios de la ciudad han bajado la persiana media hora antes de que comenzaran las restricciones de movilidad con dolor en el corazón y en la caja registradora. Para ellos, una simple hora supone la vida o la muerte, y así se lo hicieron ver a los pocos clientes que quedaban a esas horas por las calles.

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Salvatore Ciliberti es uno de ellos. El propietario del bar Vúala, en la plaza de las Flores, decidió cerrar a las 21.30 horas para que sus trabajadores pudieran recoger con tranquilidad y llegaran a casa sin problemas. «Lo hemos decidido así porque hay muchas dudas y no queremos tener problemas», confesaba. De forma habitual, él cierra a las 00 horas, de lunes a viernes, por lo que este cierre adelantado le va a reducir un 20% la facturación. «A esa hora se venden muchas copas, sobre todo los fines de semana; pero no queda otra que acostumbrarse».

Algo más justo de hora cerró el bar Old Town, en la plaza de Uncibay. En su caso apuraron hasta las 22.30 horas y no les quedó más remedio que echar a los últimos clientes para no tener problemas. Uno de sus propietarios, Marcus Anfor, reconocía también que el cierre le iba a suponer un importante perjuicio económico, ya que muchos clientes estaban viendo el fútbol a esa hora y hubieran seguido consumiendo. No obstante, «mejor esto que volver a vivir un confinamiento como el de marzo».

Salvador Salas

Tampoco parecía muy satisfecho con el cambio Mossin Shakil, un empresario pakistaní que vende showarmas en la calle Calderería. En su caso ha perdido más del 90% de las ventas, ya que vivía fundamentalmente del público de las discotecas. Los fines de semana trabajaba hasta las 8 de la mañana, por lo que ahora apenas resiste con el público joven que sale por la tarde. «Esto es muy duro, no podemos hacer nada», repetía una y otra vez.

En el primer día con cierre adelantado a las 22.30 horas se vivieron muchas carreras, ya que los propietarios de la mayor parte de los establecimientos apuraron al máximo el cierre. De hecho, una imagen habitual fue ver a camareros recogiendo mesas mientras los clientes terminaban sus bebidas. «Aquí lo tenemos claro: si el cliente no ha acabado, le ponemos la bebida en un vaso de plástico y que se lo lleve para casa», adelantaba Marcus Anford. Al menos la policía no hizo acto de presencia y los más rezagados fueron cerrando sin incidencias. Y así repetirán, cada noche, hasta el próximo 9 de noviembre.

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