Los dos tatuajes malaguitas de Eloisa López, vecina de El Palo. p. R. q.

Dos tatuajes de Málaga que lo petan

La malagueña Eloisa López estuvo 47 años trabajando en Suiza, y cuando volvió en 2017 había echado tanto de menos sus orígenes que se tatuó al Málaga CF en una pierna, y en el antebrazo, una biznaga, y 'Mi Málaga', en la raíz

Jueves, 29 de septiembre 2022, 13:13

Nunca pensó que tendría que irse de su ciudad, pero quería prosperar y las cosas no estaban por aquí, en abril de 1970, como ella ... esperaba. Quería un futuro para sus hijas así que, con el boca a boca de los que emigraban y empezaban a vivir bien y a «ganar un buen dinerito», decidió irse a Ginebra. Es Eloísa López, vecina de El Palo, cuyos orígenes están en la calle Los Negros, en la Cruz Verde. «Allí nací yo, viendo a Miguel de los Reyes cantar, a Tijeritas, a la Repompa, a Marisol, no podía haber más arte junto», cuenta hoy día, que vive a la verita del mar y que es paleña de pro.

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«Nunca olvidó Málaga, en los 47 años en los que estuvo desde 1970 a 2017. Los siete primeros años estuve en restaurantes, al principio no podía llevarme a mis hijas, Carmen María y Eloisa, que me han dado cinco nietos y seis biznietos», cuenta orgullosa con 79 años que parecen 70. «Tengo la misma edad que el alcalde, él cumple el 21 y yo, el día 11 de diciembre, pero yo soy socialista», dice riéndose.

Eloisa López muestra sus tatuajes en la plaza de las Cuatro Esquinas, en El Palo.

Recuerda que cuando consiguió llevarse a sus hijas, acabó divorciándose de su marido en el 76, pero que en España no lo estaba porque no existía legalmente. «Mira, cuando volvía de vacaciones era un follón. Pero él ya no estaba conmigo, las cosas de la vida». Después de los restaurantes, trabajó en la fábrica ginebrina de mecheros de alta gama 'La Nacional', en la que usaban plaqué de oro y plata, y una temporada en el restaurante de Rolex, «que estaba en el barrio de las Acacias, en Ginebra». Su último sueldo fueron unos 3.000 euros al cambio, pero allí era el salario mínimo, y daba realmente para poco, como explica. Sin embargo, ahora su jubilación sí que es bastante buena para la media del país. Dice la cantidad bajito. «Eso no lo pongas, hija», añade.

En Ginebra ahorró y se compró un piso en El Palo, que es donde hoy vive, y cuando aterrizó en Málaga tanto la había echado de menos, que se lanzó a la moda tatoo. En la pierna se tatuó el escudo del Málaga CF, «es que yo soy muy malaguita, ¿sabes?», se ríe. Y en el antebrazo, una biznaga, con 'Mi Málaga' en la raíz. «Tengo dos tatuajes maravillosos, ¿verdad?», dice feliz mientras de dirige desde la plaza de las Cuatro Esquinas a una cafetería que hay cerca. «Me vine a vivir a la calle Padre Lerchundi y tengo de todo, cementerio, médico, bomberos, policía local, fútbol e iglesia; estoy completita», dice entre risas junto a sus amigas, a lo que añade que su piso es una especie de consulado suizo porque en ella acoge a muchos ciudadanos del país centroeuropeo. «Me he traído a media Ginebra a mi casa. Hace poco estuvo mi médico y se quedó maravillado. Lo llevé a la Casa Natal de Picasso, vio su estatua en la plaza de la Merced, y volverá para conocer la Alcazaba, la Catedral y el Museo Picasso. Aquí me tienen».

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