Salto al vacío
Lo más curioso de todo está arriba: un amasijo de cables que repta por el paramento, introduciéndose cada tanto en cajas de conexiones
En una primera mirada, la iglesia de San Juan captará por completo la atención del paseante: la escenografía es especialmente lograda, pues la fachada del ... templo asoma de modo parcial encuadrada por el desfiladero de la calle Calderón de la Barca. A medida que va superando el embeleso, quizá su visión periférica comience a percibir otros aspectos menos armoniosos: el espacio público aparece colmatado por mesas, sillas, pizarras y patinetes, estos últimos varados ante el único local de la calle que no está consagrado a la hostelería y que, por lo tanto, no ocupa su porción de acerado.
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Pero lo más curioso de todo está arriba: un amasijo de cables que repta por el paramento, introduciéndose cada tanto en cajas de conexiones antes de tomar impulso y saltar a la fachada de enfrente por encima de los peatones, ajenos a la maraña que se entrelaza sobre sus cabezas.
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