Plytix, el mejor lugar para trabajar en Málaga
Los empleados de la empresa tecnológica gozan de horarios flexibles, teletrabajo ilimitado, cobertura sanitaria, salarios competitivos y oficinas diáfanas. Unas condiciones que le han valido un premio como la empresa que más bienestar proporciona a sus empleados
En la calle que da entrada al edificio que luce en la fachada el número 24 se alzan de manera suave unos ficus como si ... un pintor los hubiera plasmado en un cuadro. Aquí una terraza agradable para tomar el aperitivo y ahí el humo que sale de un pequeño puesto de castañas. En el fondo, el comienzo de la calle Larios que se percibe alumbrada por el reflejo de un agradable sol. El frío del otoño parece otra cosa menos frío. Personas van y otras vienen. Las caras de algunos guardan una expresión bienaventurada, que se deja intuir detrás de la mascarilla. Si las instituciones quieren que un folleto hable de Málaga como un entorno laboral agradable que recuerde a escenas del paraíso, si se busca ese lugar en esta vida y en este mundo, probablemente se parecería a la Alameda Principal. Incluso promete tener una parada de metro para finales de 2022.
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Aquí se ubica una empresa tecnológica que responde al nombre de Plytix. Alex López, uno de los socios fundadores, un ingeniero informático malagueño, criado en la calle Carretería, tampoco sabe muy bien si la pronunciación debe realizarse con entonación inglesa, que sería 'Playtex', o si dejarlo en un españolizado 'Plitik'. «Es casi lo de menos», deja caer.
Alex, alrededor de los 40, pelo corto, camisa negra y gafas de pasta que van a juego. Habla con pausa y tono didáctico. Cuando gesticula, lo hace hacia la derecha y hacia la izquierda. En 2015 creó Plytix y lo hizo como mandan los cánones en el mundo de las 'start up'. En un chalet alquilado, en el barrio de Miraflores de los Ángeles, con pocos medios, pero alimentado por una idea poderosa.
Entonces eran dos. Él y un socio de nacionalidad danesa. Ahora, seis años después, una pandemia mundial entre medias, la plantilla roza los 60 trabajadores y está en fase de ampliación. Explicado de forma muy sintetizada, Plytix provee una plataforma que ayuda a enriquecer la información de los productos que venden sus clientes a través del comercio electrónico. «Somos un hub que centraliza toda la información, que ayuda a colocar a las empresas, por ejemplo, en la tienda de Amazon», señala Alex. A un crecimiento fulgurante y a unas perspectivas de futuro halagüeñas, puede sumar ahora un nuevo atributo: haber sido designado como el mejor lugar de Málaga para trabajar. Un reconocimiento que otorga Great Place to Work, una institución privada que mide la calidad laboral que le brindan las empresas a sus empleados.
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Los trabajadores de Plytix se podrían calificar, por lo tanto, como los trabajadores más felices de Málaga. La realidad, sobre el papel, es la siguiente: Plytix proporciona a sus empleados sueldos competitivos. Un ingeniero senior llegaría a los 50.000 euros anuales sin problemas. En Plytix se proporcionan seguros privados que incluyen la cobertura dental. Plytix paga la cuota del gimnasio a sus empleados y Plytix facilita plaza de parking a los que vienen en coche. Un servicio de catering se encarga de cocinar todos los días tres menús diferentes, que incluye una alternativa vegana.
Si se abren los muebles de la gran cocina que está ubicada en el extremo de una segunda planta, que abarca unos 300 metros cuadrados, aparecen diferentes tipos de cafés en cantidades industriales. Hay leche normal, de soja y de almendras. La opción del teletrabajo existe de manera ilimitada. «Creemos que la productividad se incremente a través de la flexibilidad horaria. Quien quiera trabajar desde casa, lo puede hacer sin problemas. No obligamos a nadie a venir. Aunque a casi todos les gusta pasar por la oficina», explica Alex.
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Acto seguido, se define como un gran detractor de las jornadas de trabajo maratonianas. «La clave está en la confianza. Tienes que confiar en tus empleados. Aquí, los viernes, a las una y media, ya está todo el mundo de cervezas».
Plytix encaja como un guante en esa proyección de Málaga como el Silicon Valley del sur de Europa, del que no pocos políticos creen que el futuro va a tener aquí un nuevo hogar. Algunos detractores, viendo como suben los alquileres, advierten de que en realidad lo que se está haciendo es abrir las puertas a un infierno. Si eso es así, en todo caso, el infierno se ha puesto un bonito disfraz.
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Cuando uno pasa por la puerta que da entrada a Plytix, el primer recibimiento corre a cargo de Coco, un caniche de pelo blanco que se mueve con la misma libertad que un boxeador dominante por el cuadrilátero. Un trabajador sale de la cocina y se dirige a su ordenador. En la mano derecha, como si fuera un verificador de estereotipos, porta un bol de avena, frutos rojos y semillas de chia.
Si los empleados de Plytix tienen que entrar en una reunión, cuentan con dos salas. 'La Rosaleda' y 'Anfield'. «Mi socio es fan del Liverpool. Yo soy muy del Málaga y hater de todo lo demás», aclara Alex. Tomar un café o desconectar un momento se puede hacer en la cafetería. De la pared cuelgan ilustraciones y la decoración, en general, es de estilo industrial. Los tubos de ventilación están pintados de color morado y quedan expuestos a la vista.
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Google fue quien marcó la tendencia. Hizo del diseño extravagante de sus oficinas una característica. Un visitante las debe identificar enseguida con la marca. Además, deben fomentar el bienestar y la comunicación entre trabajadores. El mismo concepto, salvado las lógicas distancias, aplica en Plytix.
La oficina se plantea como un gran espacio diáfano. Las únicas paredes que existen son las que separan la cocina y los servicios. Las oficinas, detalla Alex, se diseñan como si fueran un gran paisaje. «Una de las partes fundamentales de nuestra cultura de empresa es el liderazgo horizontal. Eso también se tiene que notar en la arquitectura de nuestros espacios», apunta y remarca con el dedo la ausencia de despachos que dibujan una jerarquía clásica.
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Que se produzca el intercambio entre trabajadores es un deseo. Para ello, las oficinas deben fomentar la comunicación. En el caso de Plytix, se logra en la cocina, en la cafetería o jugando una partida en la mesa billar que ocupa una parte central. Una oficina innovadora también puede servir para que el trabajador se sienta identificado con su empresa. Pedro Liévano lleva seis años trabajando en Plytix como ingeniero informático: «Aquí se está muy bien. Los proyectos son interesantes y todo lo demás encaja». En un soporte metálico están aparcadas cuatro bicicletas y un patinete eléctrico.
Un paseo por las instalaciones de Plytix evoca a un recorrido por una ciudad abierta y moderna: la recepción es como el campanario y la cafetería y la cocina son el parque. Una oficina clásica, con sus escritorios grises, ahora se antoja como una pesadilla.
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Si el trabajo fuera un matrimonio, en Plytix se podría incluir en el contrato una frase que diga hasta que la jubilación nos separe. La mesa de billar, reconoce Alex, cumple más una función ornamental. Preguntado por si planea incluir una sauna en la ampliación de las instalaciones que se están realizando en estos momentos, niega con la cabeza. No vaya a ser que no quede nadie que se ponga al frente del ordenador.
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