Manuel Peláez Santiago, en la bodega de El Palustre, peña que fundó en El Palo en 1967. Marilú Báez

Peña El Palustre: donde estuvo Camarón de madrugada y Chiquito cantó

Manuel Peláez Santiago fue el primer presidente y es uno de los pocos fundadores que quedan de este histórico lugar de El Palo que nació en 1967 por el impulso de un grupo de albañiles malagueños

Sábado, 28 de junio 2025, 00:15

Manuel Peláez Santiago o, mejor dicho, Manolo, como le gusta que lo llamen, entra con la elegancia que le da su sombrero a la que ... prácticamente es su casa. La Peña El Palustre, de la que ya quedan tan sólo seis fundadores –él es uno de ellos– pero en la que hay mucha historia desde aquel año 1967 en el que se fundó. «Mi mujer dice que esto ha sido un 80% de mi vida, yo digo que mejor lo dejamos en un 50%», confiesa con humor sentado en el rincón taurino de la peña que lleva su mismo nombre.

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A sus 84 años, Manolo Peláez puede decir que lleva toda una vida en esta peña, un lugar que empezó siendo un modesto local de El Palo y que terminó ampliándose hasta tres más hasta llegar a 350 metros cuadrados. Sus paredes albergan museos y, sus rincones, miles de anécdotas y recuerdos de este grupo de albañiles que decidió crear una peña por un curioso motivo que el mismo Manolo desvela en esta conversación: «Hacíamos una de las casetas de la feria y pensamos que teníamos siendo profesionales de la construcción, hacer una caseta en la Feria de Málaga nos iba a costar menos que a cualquiera», recuerda. El principal motivo era reunirse y tener un espacio en la feria para divertirse entre amigos, familia y profesionales del sector. En 1967 esa fue una realidad. Y ahora, 58 años después, se ha convertido en un refugio castizo de los que ya no quedan en Málaga. Y del que él mismo habla en el libro que acaba de lanzar 'Historia de la Peña El Palustre (1967-2024)', que se convierte en el cuarto libro que escribe Manolo Peláez sobre la peña y la albañilería.

Cuando la fundaron eran 36 socios, han llegado a tener hasta más de 300 y en estos momentos suman alrededor de 180. Muchos ya no están y esta tradición no es fácil de conservar: «Tenemos el problema de la falta generacional, la juventud no está por la labor de continuar con las peñas», lamenta. Habla con nostalgia, al igual que del oficio al que se ha dedicado desde los 13 años hasta que se jubiló en 2006: «La albañilería se está perdiendo, desgraciadamente, porque el sistema socioeconómico apuesta por la prefabricación. Por ejemplo, en las torres de Martiricos ha entrado poco ladrillo, la mayoría es plástico, elementos de resina, goma... Todo prefabricado».

Recuerda como su pasión por la albañilería le viene de su abuelo y cómo aprendió en la obra de la mano de su hermano y su padre, a los que llevaba el desayuno a media mañana. «Me quedaba allí por la tarde y me ponía a aprender como podía. Mi abuelo era un fenómeno de la albañilería y formó parte de la obra de Miramar o el Ayuntamiento; mi padre y mi hermano, otros genios. Yo soy el último de la generación», señala Manolo Peláez.

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Hablando de recuerdos se para a contar las anécdotas de la peña donde, a pesar del trabajo, pasaban las tardes y las noches. Y El Palustre era un refugio para esos viernes en los que no se acuerda acabar de madrugada, pero al final pasa. Tanto que una noche, al llegar, se encontraron allí a un hombre con una frondosa barba que no formaba parte del grupo habitual del local. Era Camarón. «Nos acercamos y hablamos con él, nos dimos cuenta de quien era y nos fuimos a la bodeguita –el sitio con más solera de la peña– y allí estuvimos hasta las tres de la madrugada charlando. Él decía que estaba muy a gusto y que no se quería ir», cuenta.

Peláez, en el rincón taurino de la peña que lleva su nombre. Marilú Báez

Políticos de la Diputación de Málaga, del Ayuntamiento y de la Junta; flamencos de la época y muchas personalidades han pasado por la Peña El Palustre. Entre otro de los grandes que recuerda, Chiquito de la Calzada: «En sus últimos momentos vino y tuvo una actuación increíble. Antes, de más jovencito, vino como cantaor», rememora Manolo.

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El Concurso Nacional de Albañilería es uno de los referentes de la peña, que recibe a profesionales de toda España

Y es que en El Palustre se ha hecho de todo: desde cruces de mayo, concursos de saetas, acciones en el barrio como la plaza del Niño de las Moras, teatro, comidas, premios... Y el gran evento que aún perdura desde 1967: el Concurso Nacional de Albañilería-Certamen Manuel Peláez Santiago. En él, albañiles de toda España se reúnen en la playa de El Palo para realizar una figura que suele parecer casi imposible de hacer, pero que lo es porque antes los albañiles de la peña la han probado tras el diseño que crea el propio Manolo Peláez. Este certamen se ha convertido en todo un referente a nivel nacional y muchos llegan a llamarlo 'la Champions League de la albañilería'.

Manolo Peláez es entonces como un Cristiano Ronaldo o Messi de este concurso y de la peña, donde se despide de su entrevista con SUR con una caña y un plato de chorizo, salchichón y queso. Seguramente tal y como lo hubiera hecho en 1967. Y es que las buenas costumbres de Manolo Peláez y la Peña El Palustre, aunque falte relevo generacional, nunca morirán.

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