El operario impasible
Como los músicos del Titanic, nuestro héroe de hoy se entrega a la labor propia de su oficio con ademán impasible, por más que la ... nave en que viaja haya naufragado: el negocio de moquetas cuya fachada decora hace un lustro que cerró. Sin embargo, su mirada pétrea continúa vigilando la colocación del rollo de revestimiento vinílico con la misma precisión de antaño.
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La escultura en piedra artificial del instalador que nos ocupa, intacta aunque algo ajada por la falta de mantenimiento dado el tiempo transcurrido, atempera el cierto rigor de aire totalitario de su torso y de sus desproporcionadas manos con una espalda curvilínea más cercana a Praxíteles que a un relieve moscovita, y constituye un contrapunto logrado a la marquesina dorada que lo flanquea. Ambos elementos han traspasado ya la frontera de lo anticuado para internarse en lo vintage; seguro que el futuro inquilino del local sabrá sacarles partido.
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