Una marea violeta se echa a la calle en Málaga para clamar «ni una menos»
Pese a la pandemia y la lluvia, unas 1.500 personas según datos de la Policía Nacional salieron a la calle para secundar la marcha en este 25-N
Una marea violeta recorrió este jueves las calles del Centro de Málaga para exigir el fin de la violencia machista. Ni la pandemia ni la ... lluvia, que comenzó a hacer presencia unos minutos después de que arrancase la marcha, desanimaron a los asistentes –1.500 según la Policía Nacional y en torno a 4.000 de acuerdo con la Plataforma Violencia Cero– para hacer llegar su mensaje, alto y contundente: «Ni una menos».
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La manifestación partió de la Plaza de la Merced a las 19.30 horas. A la cabeza, una pancarta que parecía interminable y contenía los nombres de cada una de las 1.118 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o sus ex parejas desde que hace 18 años comenzaron a contabilizarse las víctimas mortales de esta lacra en España. Si algo quedó claro es que nadie las olvida, porque son mucho más que un número que engrosa una fatídica lista que nunca tendría que haber existido. Sobrecogía el dolor y la rabia con la que se repetía: «Somos las voces de las asesinadas»
Decenas de personas portaban en sus manos figuras de cabezas, elaboradas con cartón. Cada una de ellas contenía el nombre de una de las 37 mujeres asesinadas por la violencia de género en lo que llevamos de 2021. Entre ellas, María de los Ángeles y Oxana, a quienes sus parejas arrebataron la vida en Málaga y en el Rincón de la Victoria, respectivamente.
Unos metros atrás, un grupo de adolescentes daba los primeros pasos conversando sobre una realidad con la que ya convive a diario, solo por ser mujeres. «Tenemos miedo de volver solas a casa y siempre nos estamos escribiendo por el móvil para comprobar que hemos llegado a salvo. Sabemos que algo nos puede pasar en el camino. No es solo que nos vayan a pegar, es que pueden violarnos y matarnos», apuntaba Raquel, de 15 años. Y tiene razón.
Pocos minutos después de que se iniciara la manifestación, a la altura de la calle Alcazabilla, hicieron acto de presencia las primeras gotas. Esta lluvia pilló desprevenida a algunas personas, que no tenían con qué cubrirse. Otras, como Jimena, de ocho años, sí que fueron preparadas para la ocasión. Bajo un paraguas violeta sujeto por su padre, la niña lucía una pancarta que elaboró en casa, en la que escribió de su puño y letra «No es no» y representó en dibujos de resistencia feminista.
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«No son casos aislados»
La marcha avanzó a paso ligero, pero sin perder ni un ápice de fuerza en sus reivindicaciones. Se gritaron, hasta vaciar los pulmones, todas aquellas consignas que recuerdan que nadie tiene derecho sobre ellas. «Si nos tocan a una, nos tocan a todas». «No son casos aislados, se llama patriarcado». «Sola y borracha, quiero llegar a casa». Lemas que se repiten año tras año, porque la violencia de género sigue siendo una lacra social que destruye todo a su paso, dejando cicatrices.
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En poco más de una hora, las primeras filas de la manifestación ya habían alcanzado la Plaza de la Constitución. Durante unos minutos, junto al decorado navideño que esta noche se encenderá, dando paso a otro día, reinó el silencio. Solo fue interrumpido por la lectura de los nombres de las mujeres y los menores asesinados por esta lacra en 2021. También se dijo el nombre de cada uno de los autores de estos crímenes, para que la vergüenza pese sobre ellos como un castigo.
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La periodista Irma Soriano fue la encargada de cerrar el acto con la lectura de un manifiesto en el que puso el acento en la importancia de «no dejar atrás a ninguna mujer», además de recordar que la intervención del Estado y la implicación de la sociedad son claves necesarias para acabar con la violencia machista. Al cierre, solo un deseo: que no haya que conmemorar más 25N.
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