Antonio Bermúdez, en su puesto del Puente de Tetuán . FRANCISCO HINOJOSA

Málaga se impregna del olor a otoño con los puestos de castañas

Arranca la temporada para los negocios familiares más característicos de esta época del año con ventas bajas a causa de las temperaturas y la crisis del Covid-19

cristina pinto

Martes, 13 de octubre 2020, 00:14

Los bonitos atardeceres que se han podido ver en este puente festivo han tenido a uno de los mejores aliados de la temporada: los puestos ... de castañas. El aroma más característico de esta época del año ya impregna cada rincón de la capital de la Costa del Sol. Durante este fin de semana, los malagueños más castañeros no se han podido resistir y paseaban por las calles de la ciudad con su cucurucho entre las manos, y no precisamente de un helado.

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Ya desde que arrancó este mes de octubre estaban listos los permisos para que los puestos de castañas volviesen a echarse a las calles. La humareda que trae el viejo olor de las estaciones más frías del año ya se respira en Málaga. Dando un paseo de domingo por una de las calles más concurridas, hay una nube blanca rodeando la esquina de la Alameda Principal con la calle Córdoba que anuncia que su puesto está cerca. Ahí está Carlos Santiago Soto, nacido en el barrio de Cruz Verde y castañero desde hace catorce años, aunque desde que era pequeño vive el otoño y el invierno tras el calor de la cacerola. «Este puesto puede llevar unos sesenta años en el mismo sitio. Era de mi abuela, de mi padre, de mi madre... Desde que no están ellos estoy yo aquí», rememora sus comienzos el malagueño.

Los puestos de castañas volvieron a las calles de la ciudad a principios de este mes de octubre

No hay duda de que detrás de cada puesto se esconde una historia pero, sobre todo, muchos recuerdos familiares y un negocio que más que beneficio económico, aporta un plus de cariño y recuerdo de lo que sacaron adelante sus familias. Uno de los casos es el de Sonia Núñez y su marido, Antonio Bermúdez, que tras la jubilación de la madre de ella, siguieron con la tradición del puesto justo entre la Alameda Principal y el inicio del Puente de Tetuán. Desde agosto, esta pareja lleva pensando en mejorar su puesto un año más para que todo estuviese listo en el arranque de la temporada: «Yo ya me puse a arreglar cosas, pintar, poner los plásticos, la mampara para el Covid-19... Es que nos gusta mucho, teníamos ganas», asegura Bermúdez. Al igual que María Teresa Segura, a la que el negocio le viene de cuna: «Desde los años 40 o 50 que empezó mi abuela llevo viviendo los meses de las castañas», explica.

Los gajes del oficio

La crisis de la pandemia no deja de afectar a negocios, sea en el sector que sea, y los puestos de castañas, a pesar de llevar apenas dos semanas, ya lo están notando. «Vamos a la ruina todos», señala Francisco Robledo desde la Avenida Plutarco. Es algo en lo que coinciden la mayoría de castañeros, como Manolo Marín, que acompaña a su mujer, María Teresa Segura, en las tardes de castañas en el barrio La Unión. Este malagueño asegura que «no se vende nada». «Si hacemos 60 euros, pero las castañas valen casi a cinco euros el kilo y el carbón vale 19... Te pones a hacer cuentas y muchas veces ganas 10 o 15 euros al día», reflexiona Marín. Y, además, influye el miedo por la situación del Covid-19 y los protocolos, aunque los puestos, en su mayoría tienen la mampara de plástico para atender a los clientes con total seguridad: «La gente pasa y te mira como si fueras un bicho raro, les da cosa comprar. Nos salva la clientela fija de estos 30 años», afirma Antonio Bermúdez.

«Como esto siga así me voy a tener que esperar a que llegue el frío»

carlos santiago soto, alameda principal

«El año pasado llegué a irme de aquí a las dos de la madrugada»

francisco robledo, avenida plutarco

Las idas y venidas de las temperaturas en este arranque del otoño tampoco están colaborando en este inicio de la venta de castañas. En los últimos días los termómetros han oscilado entre los 20 y 30 grados y ese factor no ha ayudado mucho. «Como esto siga así me voy a esperar una semanita a que llegue el frío», confiesa Carlos Santiago Soto. Tras el humo de su puesto allí por Teatinos, Francisco Robledo compara la situación con otros años y no encuentra la parte buena de esta temporada. «El año pasado llegué a irme de aquí a las dos de la mañana. Yo estoy aquí hasta las doce y media de la noche, pero no es lo mismo», comenta. Este castañero lleva cinco años en este nuevo barrio porque, tras 37 años en la Plaza de la Victoria, su mujer sufrió daños a causa de uno de los visitantes habituales de esa zona del barrio. «Eso fue un problema y nos costó tiempo conseguir cambiarnos de sitio», recuerda Robledo.

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«Pasan y nos miran como a bichos raros, les da cosa comprar»

antonio bermúdez, puente de tetuán

«Desde los años 40 llevo con mi abuela en el puesto de castañas»

maría teresa segura, la unión

El aroma del otoño sigue esperando a que llegue su temperatura idónea y las mejores condiciones para seguir adelante con estos negocios llenos de recuerdos familiares y con mucha tradición. Mientras tanto, los castañeros no se resisten y vuelven un año más a salir a las calles de Málaga.

Castañas del puesto de Avenida Plutarco.

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