Málaga incorpora el uso de plasma con anticuerpos como tratamiento contra el coronavirus
Un ensayo clínico trata de demostrar su eficacia en todo tipo de enfermos después de que el Hospital Regional lo haya probado con éxito entre inmunodeprimidos
Cuando un paciente joven tuvo que ser ingresado por segunda vez, con peor cuadro por coronavirus que antes, Marcial Delgado recordó los artículos que había ... leído sobre el uso de plasma con anticuerpos. El tratamiento había funcionado en China, aunque no había muchos casos documentados. El enfermo padece una patología de nacimiento que impide que su organismo genere linfocitos B, las células especializadas del sistema inmune que suponen su principal mecanismo de defensa contra patógenos. Por eso Delgado, especialista del Área de Enfermedades Infecciosas en el Hospital Regional de Málaga, planteó la posibilidad de transferirle plasma de personas que habían superado la enfermedad, y por tanto tenían anticuerpos. Lo hizo con independencia del ensayo clínico que ya había comenzado para probar la eficacia de este tratamiento. El paciente aceptó y a los dos días dejó de necesitar oxígeno. Otros dos días más tarde negativizó la PCR, la prueba diagnóstica más fiable: había superado el virus. «La respuesta fue espectacular», resume el médico. Se abría una puerta de esperanza para la recuperación de contagiados inmunodeprimidos, uno de los principales grupos de riesgo de la pandemia.
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No todo fueron buenas noticias. La transfusión no produjo inmunidad, pero los anticuerpos transferidos en el plasma hacían su trabajo: neutralizaban el virus, aunque luego se diluyeran y no generasen inmunidad ante una posible nueva infección. Así ocurrió también en el segundo caso, el de un paciente con linfoma no Hodgkin. El fármaco prescrito contra este cáncer, rituximab, destruye los linfocitos B. Delgado volvió a proponer un tratamiento adicional basado en la inyección de plasma con anticuerpos. Y funcionó de nuevo: tuvo un repunte de fiebre la noche siguiente a la transfusión, probablemente como reacción del combate que su organismo comenzaba a librar contra el coronavirus, pero mejoró pronto. Los anticuerpos procedentes de recuperados donantes lo salvaron. También acabó dando negativo en la PCR, un nuevo caso de éxito de este tratamiento, aún experimental.
El plasma con anticuerpos volvió a hacer efecto en un tercer paciente que llevaba más de dos meses dando positivo en test de Covid-19. Tenía febrícula y otros síntomas. Era, como en los dos primeros casos, un paciente inmunodeprimido, incapaz de superar el virus por sí solo y tratado además con rituximab por un linfoma, un cuadro similar al del segundo enfermo inyectado con plasma en el Regional. Delgado no dudó en repetir la fórmula. A las 48 horas le dieron el alta. Ante la ausencia de un medicamento eficaz contra la enfermedad, el plasma de convalecientes confirmaba su condición de alternativa útil en la recuperación de pacientes que presentan un debilitamiento de su sistema inmunitario, como enfermos de cáncer, crónicos o en diálisis. Pero aún quedaban vías por explorar en la aplicación de este tratamiento, con apariencia de novedoso pero utilizado desde hace tiempo contra enfermedades como la difteria y, más recientemente, frente al brote de SARS-CoV-1: la transfusión de anticuerpos, denominada inmunoterapia pasiva, lleva décadas funcionando.
«Es clave que los médicos conozcan el tratamiento», insiste Delgado, que también ha probado su eficacia en contagiados que, sin ser considerados inmunodeprimidos, desarrollan cuadros severos, con síntomas graves, siempre que no hayan pasado muchos días desde la infección: «Sirve para acelerar el proceso de recuperación de pacientes a los que no les ha dado tiempo a generar anticuerpos, recién hospitalizados. Cuanto antes, mejor». Si la tormenta inflamatoria que provoca el coronavirus en sus víctimas más graves ya se ha desatado, explica el especialista, apenas queda margen de maniobra y la transferencia de plasma con anticuerpos resulta inútil. Pero para sintomáticos ingresados pronto y pacientes con enfermedades crónicas debilitantes supone una tabla a la que aferrarse: «Hay muchas posibilidades de éxito».
Desde entonces, el plasma con anticuerpos se ha transferido en Málaga a cerca de medio centenar de personas, cinco de ellas como parte de un ensayo clínico que pretende confirmar la utilidad de esta opción terapéutica para todo tipo de pacientes, aunque aún necesita un mayor número de enfermos. La experiencia observacional (la elección de enfermos para indicarles el tratamiento, con independencia del ensayo) «ha sido muy buena», en particular entre inmunodeprimidos. Y la tendencia de su uso es claramente ascendente, extendido también al Clínico y otras muchas provincias españolas. La transfusión dura unas tres horas y en cada caso se inyectan 300 mililitros de plasma congelado hasta su uso. De momento, las reacciones adversas no superan el 0,7 por ciento, según fuentes del Hospital Regional. «Se tolera muy bien», certifica Delgado, convencido de que esta vía abre un resquicio al optimismo para miles de contagiados a la espera de un tratamiento efectivo contra el virus.
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Llamamiento para que las personas que hayan superado la enfermedad donen su plasma
El aumento de las transfusiones de plasma con anticuerpos ha provocado que los centros regionales que gestionan las dosis soliciten nuevas donaciones entre contagiados. Aunque se trata de una terapia experimental, ya se ha probado su eficacia entre pacientes inmunodeprimidos. Pero no todos los contagiados pueden donar. Hay que cumplir los requisitos de cualquier donación de sangre: pesar más de 50 kilos, tener entre 18 y 65 años, no tener fiebre ni haber padecido enfermedades transmisibles por vía sanguínea, como hepatitis o sida, ni haber practicado sexo de riesgo. Los donantes idóneos deben tener además un diagnóstico previo que demuestre que han pasado el coronavirus: pueden presentarse PCR o test serológicos o de antígenos. También han de pasar al menos 28 días desde la recuperación. Las mujeres que hayan estado embarazadas en algún momento de su vida, con independencia de que la gestación llegase o no al parto, no pueden ser donantes porque podrían generar anticuerpos potencialmente perjudiciales para los enfermos de Covid-19 que recibieran su plasma.
El proceso de donación es sencillo y dura poco más de media hora. Tras someterse a una encuesta de salud, los donantes acceden a una sala donde les extraerán plasma del brazo, procedimiento conocido como aféresis. Luego les darán algo de comer y beber y podrán marcharse.
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