La hostelería rechaza las nuevas medidas de la Junta y pide la dimisión de Moreno
Bares y restaurantes anuncian movilizaciones contra un plan que califican de «tomadura de pelo»
La Junta ha colmado definitivamente el vaso de la paciencia de los hosteleros. La nueva desescalada en dos fases anunciada el jueves por la administración ... regional y las limitaciones a la actividad durante toda la Navidad han caldeado el ánimo en un sector que ya estaba demasiado encendido. Tanto, que nada más conocer las nuevas medidas, han decidido romper relaciones con la administración regional y han exigido la dimisión del presidente Juanma Moreno.
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Tras meses soportando restricciones y condenados a acumular pérdidas, la Junta de Andalucía anunció que los bares y restaurantes mantendrán de momento el mismo horario que hasta ahora (tienen que cerrar a las 18 horas), y a partir del 18 de diciembre podrán abrir también de 20 a 22.30 horas. Un pequeño cambio que el sector considera «una tomadura de pelo» porque no responde en absoluto a ningún criterio científico. «Se piensan que los restaurantes somos oficinas que abren y cierran con cita previa», claman.
En un ambiente de total indignación, desde la asociación de hosteleros de Málaga (Mahos) anunciaron que no se van a quedar de brazos cruzados y que saldrán a la calle a defender su legítimo derecho a trabajar. En palabras del presidente del colectivo, Javier Frutos, la decisión anunciada «es un atropello a un sector que sólo quiere trabajar». «La Junta está maltratando al sector; parece que somos el único culpable», añade.
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A nivel regional, la federación Horeca argumenta que la decisión de romper relaciones responde al «maltrato evidente y continuado al sector, al que la Junta de Andalucía no ha dudado en señalar desde el punto de vista institucional como una actividad de riesgo aun a pesar de las evidencias científicas aportadas por el propio Ministerio de Sanidad que demuestran que no es así».
Por contra, denuncian que el presidente andaluz ha utilizado al sector para sus propios intereses políticos, no les ha ayudado a compensar las enormes pérdidas acumuladas durante la pandemia, no ha puesto en marcha un plan de rescate largamente pedido, ni ha establecido medidas de relajamiento de horarios. «La Junta ha decidido sacrificar a la hostelería; pero es un sector que tiene memoria y no va a olvidar esta nueva afrenta sin motivo y totalmente inesperada de un gobierno regional que no ha sabido estar a la altura», concluyen.
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A esta petición también se han sumado los empresarios de bares de copas y discotecas, que acumula nueve meses de pérdidas por el cierre obligado de sus establecimientos. Desde la federación de asociaciones de empresarios de ocio y esparcimiento Andalucía de Noche lamentan que la Junta les haya dejado al margen de cualquier decisión y no se les permita abrir tal y como ocurre en otras comunidades autónomas, como Madrid. «Seguimos sin ningún tipo de información sobre posibles ayudas reales al sector y nos encontramos ante un horizonte incierto sobre cuándo podremos volver a abrir nuestros negocios», resumen.
Al margen de las reacciones colectivas, el día de ayer se convirtió en una jornada negra para el sector, que seguía sin comprender los motivos que han llevado a la Junta a limitar la actividad empresarial durante una de las fechas más importantes del año. Uno de ellos es Pablo Gonzalo, gerente de las bodegas El Pimpi, para quien las medidas ha supuesto «un ataque injustificado y van a provocar que todo el sector se asome al abismo».
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Gonzalo confiesa que los empresarios están bastante disgustados y cree que las medidas van a provocar que muchos negocios desaparezcan. «Los que salgamos de esta lo haremos con una deuda importante», confiesa. «Porque nosotros no vamos a cerrar», apostilla. A su juicio, al presidente andaluz le ha sobrado miedo a la hora de tomar decisiones valientes, y más teniendo en cuentas que las personas están mucho más controladas en los restaurantes que en las casas particulares o fiestas clandestinas.
De forma similar se expresa José Gómez, propietario del grupo La Reserva. Tras verse obligado a cerrar varios negocios durante la pandemia, cree que estas medidas «son catastróficas», ya que organizativamente es prácticamente imposible cerrar a las 18 horas y volver a abrir a abrir de 20 a 22.30 horas. «Si esto sirviera para resolver la situación sanitaria, lo vería perfecto; pero creo que no es la medida más correcta que se puede tomar en estos momentos».
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Este empresario, que ha cerrado cuatro de sus ocho restaurantes, teme que las restricciones pueda llevarse por delante muchos otros negocios del Centro y no duda que la gente se echará la calle para poder trabajar. «Esto no es un despacho de abogados que puede abrir y cerrar con esos horarios tan estrictos», insiste. Y eso –añade– por no hablar de las fechas tan importantes en las que se producen estas nuevas restricciones y de la pérdida de las cenas en días tan señalados, como Nochebuena o Fin de Año.
Otro que tampoco entiende las medidas es Rafael Prado, propietario del Café Central. Sin cortapisas, dice: «Jamás he visto un despropósito tan grande; si se concediera un premio a la mayor estupidez, éste se lo llevaría». Como lo anteriores, opina que es inviable establecer turnos de trabajo para abrir sólo dos horas y media. «¿Quién va a pagar a los trabajadores durante el tiempo que estamos cerrados?», se pregunta.
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Este profesional lamenta que ahora deberán pagar por «una ocurrencia» de la Junta, ya que está fuera de lógica pensar que la gente se relaja de 18 a 20.30 horas. «Nosotros vamos a perder las meriendas. ¿Se cree que la gente está tomando copas todo ese tiempo? Ojalá fuera verdad».
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