César Ramírez, en el Hospital Quirósalud Málaga, en el que trabaja. MIGUE FERNÁNDEZ
Jefe del servicio de cirugía general y aparato digestivo del Hospital Quirónsalud Málaga

César Ramírez: «Los cirujanos tenemos la llave de la puerta que abre la curación del cáncer»

«La cirugía, como decía un maestro que tuve, es el arte de saber cuándo no hay que operar. Fíjese qué paradoja»

Ángel Escalera

Málaga

Domingo, 27 de junio 2021, 01:03

La vida de César Ramírez gira alrededor de una mesa de operaciones. En un quirófano es donde este cirujano malagueño se ha ganado el prestigio. ... Lo suyo es vocación temprana (a los cinco años dijo que de mayor quería ser cirujano), una pasión que le hace esforzarse por ser cada día mejor en su profesión. Jefe del servicio de cirugía general y aparato digestivo del Hospital Quirónsalud Málaga, es el único cirujano europeo que ha obtenido por examen seis diplomas de la Unión Europea de Médicos Especialistas. César Ramírez, especializado en cirugía oncológica, dice en esta entrevista que los cirujanos tienen la llave que abre la puerta de la curación del cáncer, pero es consciente de que la batalla final contra los tumores se ganará de la mano de la investigación y de la prevención. Casado con una médica endocrinóloga y padre de tres hijos, en sus ratos libres lee libros de medicina y se entretiene con películas de acción en Netflix.

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–¿El cirujano nace o se hace?

–El cirujano nace. El que tiene vocación real de cirujano nace con ella. Es verdad que luego te vas haciendo y vas viendo si te gusta más o menos lo que llevas a cabo. La mayoría de los cirujanos que yo conozco, que considero que tienen talento, capacidad y vocación, es gente que desde muy joven ha dicho: «Yo quiero hacer esto».

–Usted tiene dos hermanos que también son médicos: uno es facultativo de familia y el otro trabaja en urgencias. ¿Por qué usted eligió la cirugía?

–Yo fui el primero que manifestó en mi familia que quería ser médico. Desde pequeño tenía la vocación de ser cirujano. Con cinco años me hicieron una entrevista en la radio tras haber ganado un concurso de redacción sobre la provincia de Málaga y, a la pregunta del periodista de qué quería ser de mayor, respondí que cirujano. Y cuando él me dijo: «Entonces ¿quieres ser médico?», yo contesté: «No, mire usted, señor, yo quiero ser cirujano». Con cinco años ya marcaba una tendencia y una forma de querer entender la vida desde el punto de vista de la medicina y de la cirugía.

«Con cinco años, en una entrevista que me hicieron en la radio tras ganar un premio de redacción, dije que quería ser cirujano»

–Vamos, que lo tenía usted claro. No dudaba de lo que quería ser.

–Yo soy una persona activa, inquieta. En el mundo de la medicina, el que tiene más ganas de hacer cosas y cuenta con más capacidad para improvisar y para desarrollar la imaginación, al final se encamina hacia especialidades que permiten hacer cosas por sí mismo y con las manos.

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–¿Es cierto que los cirujanos son más echados para adelante que otros médicos especialistas?

–En general, sí, pero con el paso de los años eso se va restringiendo en un 30-35 por ciento. La cirugía, como decía un maestro que tuve, Vicente Delgado, es el arte de saber cuándo no hay que operar. Fíjese qué paradoja. Tienes que saber cuándo hay que operar a un paciente, pero sobre todo es muy importante no operar al enfermo que no lo necesita. Hay que ser echado para adelante y disponer de capacidad de decisión en la cirugía de urgencias o cuando aparecen problemas en el quirófano sobre los que hay que improvisar. Ahí sí se nota algo más el carácter y el entrenamiento de cada uno.

–¿De qué se habla en un quirófano mientras se opera?

–El 70-80 por ciento de las intervenciones que hacemos son programadas. En ellas no es habitual que surja algo que se desvíe de la normalidad y de lo previsto. Por tanto, las ejecutamos y asumimos como procedimientos relativamente rutinarios, por lo que en el quirófano hablamos de cómo va el Málaga C. F., de que Sergio Ramos no va a seguir en el Madrid o de muchos temas, pero siempre sabiendo que estamos actuando de forma trascendental sobre la vida de una persona. En el 20-30 por ciento de operaciones restantes, que son de mucha enjundia, como las de cirugía importante de cáncer, no se suele hablar de nada ni hay música en el quirófano. En esa situación, los silencios duran y hay que estar muy concentrado y solo comunicarte para transmitir aquello que es realmente necesario.

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«En la comunicación de una mala noticia se pasa muy mal. Yo siempre que opero intento ponerme en la piel del paciente»

–¿Se siente poder cuando se tiene un bisturí en la mano?

–Los cirujanos tenemos la capacidad de curar con las manos. Eso nos hace diferentes y tiende a darte mucho poder, o a tú creerte que lo tienes, pero, ¡ojo!, también existe una relación directa entre las cosas que no se hacen bien, y que has ejecutado con las manos, y el daño o el perjuicio que se genera al paciente. Es cuando te dices a ti que es una equivocación sentir poder. Hay que tener mucha responsabilidad y saber que ayudas con tus actos, pero que eso no te confiere ninguna impunidad. Es un poder mal entendido.

–¿Cómo afronta tener que dar una mala noticia a un enfermo o a su familia?

–En la comunicación de una mala noticia se pasa muy mal. Yo siempre que opero intento ponerme en la piel del paciente y de su familia. Cuando informas en una consulta de que no hay posibilidad de curación, eso influye de forma trascendente en la vida de una persona. Peor se pasa cuando informas desde el quirófano, después de abrir y cerrar, que, afortunadamente, es algo que cada vez se hace menos, y dices que no puedes hacer nada. El aforismo de que sin cirugía no hay cura para el cáncer continúa vigente. Los cirujanos seguimos teniendo la llave de la puerta que abre la curación del cáncer. Cuando el tumor no se puede quitar, las posibilidades de curación se cierran, aunque luego la quimioterapia y la radioterapia puedan paliar la situación y prolongar la vida del paciente. Ahí es cuando se pasa peor y donde hay que ser más empático.

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–Supongo que la muerte de un paciente es lo peor para usted.

–Con todos los enfermos que operas de cáncer terminas estableciendo una relación especial. Ellos te interpelan como la persona responsable de que se puedan curar. Por eso, cuando la enfermedad progresa y fallecen, tú lo vives como una pérdida personal. Yo he aprendido a conocer la muerte a través de mis pacientes. He acompañado a muchos de ellos hasta el final y los he visto morir. Esas vivencias me han enseñado a entender lo que es la muerte y a ver cómo esas personas saben pelear y mueren con dignidad. Es algo que me ha enriquecido muchísimo personal y profesionalmente.

«No me ha dado tiempo a echar de menos a la sanidad pública; estoy todo el día trabajando. Ahora opero más que nunca»

–¿Echa de menos trabajar en la sanidad pública?

–No me ha dado tiempo a echarla de menos, porque estoy todo el día trabajando. Ahora opero más que nunca. Además, para echar algo de menos tienes que no hacerlo, y yo sigo haciendo sanidad con mayúsculas, que es lo que me gusta e intentando hacerla lo mejor posible, que es lo que realmente importa. Antes la hacía en el escenario público, pero me hicieron la vida imposible para seguir allí y pasé a la medicina privada. Así que como sigo haciendo sanidad, que es lo único importante para mí y ayudando a solucionar problemas desde el bisturí, que es lo mío, no echo de menos nada.

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–Pero en la sanidad privada no puede hacer trasplantes hepáticos y de páncreas. Y creo que le gustaría realizarlos.

–Los trasplantes han sido parte de mi carrera en el tiempo que permanecí en la sanidad pública. Tanto en los años que trabajé en el SAS fuera de Málaga, y no por decisión propia, como ahora mismo, si hubiese voluntad por parte de la sanidad pública para que yo colaborase en el proceso de los trasplantes, lo haría muy a gusto. Si no lo hago no es porque no quiera.

«He aprendido a conocer la muerte a través de mis pacientes. He acompañado a muchos de ellos hasta el final»

–Aunque realiza todo tipo de operaciones de cirugía general y digestiva, donde mejor se siente es en las intervenciones de pacientes con cáncer. ¿Por qué eligió ese difícil camino?

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–Porque soy una persona de desafíos, que quiere llegar lo más lejos posible. He sido ambicioso y la cirugía del cáncer es la más compleja y la que ofrece mayor capacidad de desarrollo técnico, puesto que tienes que dominar técnicas y entrar en terrenos anatómicos dentro del cuerpo donde el resto de la cirugía no entra. Eso supone un desafío y una capacidad de mejora para mí y, sobre todo, poder ofrecer al paciente cosas que antes no se ofrecían. Por eso, en 2007 me acredité en cirugía oncológica. Fui el primer cirujano andaluz que lo hizo. Pasé los exámenes con mención de honor. A partir de ahí, decidí que lo que más me gustaba hacer era la cirugía del cáncer.

–Me imagino que las oncológicas son las intervenciones más complicadas de llevar a cabo.

–Los pacientes con cáncer son los más complejos, los que están en una situación de más debilidad, los que más trabajo cuesta sacar adelante y los que más sufrimiento tienen, pero también los que más hacen sufrir al cirujano, porque tú vives las complicaciones y sus problemas.

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–Usted está acreditado a nivel europeo en la cirugía oncológica. ¿Qué pruebas tuvo que pasar?

–Superé unos exámenes promulgados por la Unión Europea de Médicos Especialistas, que desarrolla programas de acreditación en distintas disciplinas. Es una manera de demostrar que estás a la altura del conocimiento que se requiere en la cirugía del cáncer, la biología del cáncer, el diagnóstico del tumor y el seguimiento e integración de la oncología médica y la radioterápica junto con la cirugía para dar el mejor tratamiento y enfoque al paciente.

–Dentro de la cirugía del cáncer, ¿cuál es la más compleja?

–Las más complejas son las cirugías del hígado y del páncreas, por un lado, y de la carcinomatosis peritoneal (el tumor está diseminado por toda la barriga), por otro.

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–¿Qué hace falta para avanzar de forma más rápida en la curación de los enfermos de cáncer?

–Igual que digo que sin cirugía no hay cura para el cáncer de órganos sólidos, también tengo claro que la curación definitiva del cáncer como enfermedad no llegará de la mano de la cirugía. En los últimos 25 años, la supervivencia global ha pasado del 50 al 68 por ciento. Es un paso muy importante. Esos avances nos marcan el camino a seguir. Primero, investigación traslacional, es decir, identificar cuáles son las causas del cáncer desde el punto de vista bioquímico y biomolecular para utilizar dianas terapéuticas y fármacos cada vez más efectivos que, sin hacerlo desaparecer, bloqueen el desarrollo del tumor. En segundo lugar, el diagnóstico precoz, que es algo clave. Y en tercer lugar, para el cáncer ya diagnosticado, la aplicación del refinamiento y la tecnificación de los cirujanos, que somos capaces de hacer cosas más complejas desde la preservación de la funcionalidad de la persona. Se ha pasado de ser muy agresivos para quitar un tumor, sin mirar tanto la calidad de vida del paciente, a buscar el mínimo tratamiento efectivo.

«La pandemia en España se define como una desinformación a tiempo real»

–Usted ha sido muy crítico por el modo en que desde la política se ha gestionado la pandemia. ¿Tan mal se ha hecho?

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–Se ha hecho mal porque en muchos parámetros hemos estado a la cola de Europa y del mundo. Para mí, la pandemia en España se define como una cuestión de desinformación a tiempo real. No hemos tenido certeza de lo que ha ido pasando. No ha habido líderes, ni a nivel nacional ni a nivel regional, que hayan sabido dar la cara para hacer entender a la gente de forma accesible lo que estaba pasando y cómo tenía que comportarse. Se ha improvisado mucho.

–¿Cree como médico que el coronavirus será vencido?

–Estoy convencido de que sí. Sería mejor si no hubiera personas negacionistas que se oponen a vacunarse y a ponerse la mascarilla. Esos individuos deberían ser conscientes de que los demás estamos haciendo un sacrificio que les beneficia a ellos también. En el momento en que se pueda administrar a todos los españoles la vacuna del doctor Luis Enjuanes, que es esterilizante, será cuando se podrá decir que hemos vencido la pandemia. Mientras tanto, hay que seguir con la prudencia por bandera.

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–Otro apartado en el que usted destaca es el de la labor solidaria. ¿Qué le aporta personalmente ir a operar a países africanos?

–Eso es sentir la vocación del médico en su esencia pura: ayudar y volcarse con los enfermos. No hay personas más débiles, desprotegidas y que necesiten apoyo para su salud que aquellas que no lo tienen en modo alguno, como son las que viven en el tercer mundo. Desde que empecé desarrollarla, esta actividad me ha enriquecido personalmente cada vez más; he conocido un mundo que no sabía el afecto que me podía generar. Hace año y medio hubo que pararlo por la pandemia. Parte de mi tarea médica habitual es ir dos o tres veces al año a operar durante ocho o diez días a algún país de África. Lo hago por vocación pura. Colaboro con Cirujanos en Acción, fundación de la que yo soy patrono.

–¿Qué encuentra cuando opera en esos países desde un punto de vista afectivo y humano?

–Desde el punto de vista humano te encuentras, sobre todo, con personas que te mitifican cuando te ven. La ayuda médica que das genera en esos enfermos una sensación de gratitud que te transmiten de cuarenta mil maneras posibles. Con la mirada ya te ganan.

«La ayuda médica que das en África genera en los enfermos una sensación de gratitud que te transmiten de cuarenta mil maneras posibles»

–Usted ha creado en Málaga la Fundación Bisturí Solidario. ¿En qué situación está el proyecto?

–La fundación la creamos con el objetivo de vehicular el apoyo que nosotros hemos recibido siempre de la gente de Málaga hacia personas que más lo necesitan y que están en el continente africano. Bisturí Solidario se convirtió en fundación en febrero de 2020, justo antes de que estallara la pandemia. La labor humanitaria en África está parada desde entonces, pero el año pasado pudimos volcarnos con la gente de Málaga: compramos mascarillas y equipos de protección individual. También hemos colaborado con el comedor de Santo Domingo y con las Hermanitas de los Pobres llevándoles material cuando lo necesitaban.

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–El deporte es otra de sus aficiones. Usted corre maratones. ¿Le ayuda eso a estar en mejor forma en el quirófano?

–Correr un maratón cansa mucho. Por eso, participo en uno cada año, aunque una vez hice tres. Hasta hace unos meses que me lesioné el menisco tenía la costumbre de correr cuatro o cinco veces a la semana haciendo 70-80 kilómetros en total. Ahora corro solo una vez a la semana, monto en bicicleta y nado. Hacer ejercicio te mantiene con un buen tono físico y te permite llevar una vida como la mía, con jornadas de trabajo de 12-14 horas diarias.

–Madridista como es, ¿qué le parece la no renovación de Sergio Ramos por el Real Madrid?

–Me da pena. Si Sergio Ramos no le hubiese echado un pulso a Florentino Pérez, seguro que se habría quedado en el Madrid. Ya sabemos cómo es Florentino, que tampoco es santo de mi devoción.

–¿Cómo vive la situación del Málaga, el equipo de sus amores?

–Tengo la ilusión de que se están haciendo las cosas bien. José María Muñoz, el administrador judicial, y todo su equipo, así como Manolo Gaspar, el director deportivo, realizan un gran trabajo. Esta temporada el equipo ha salvado la categoría con mucha dignidad. Es uno de los años con más valor en la historia del Málaga. A partir de ahora hay que mirar el futuro con ilusión para a medio plazo poder estar en Primera División.

–¿Teme por el futuro del Unicaja de baloncesto si recibe una aportación económica menor?

–El Unicaja es un equipo claramente en regresión en los últimos años por una mala gestión de la dirección deportiva. Es una cuestión también presupuestaria. Hemos pasado de jugar la Final Four de la Euroliga a inscribirnos en una competición europea menor: la Champions League de la FIBA.

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–En su tiempo de ocio, ¿qué libros lee y qué películas ve?

–Leo libros de medicina. Mis hijos, aunque son pequeños, han leído diez veces más libros de los que yo he podido leer en mi vida, porque mi profesión me exige tanta dedicación que el poco tiempo que me queda libre es para leer artículos, alguna técnica en un libro y ver vídeos, que es una forma de aprender y estar actualizado. Me encantaría tener tiempo para otro tipo de lectura. Y de televisión, por las noches para conciliar el sueño, veo alguna serie de Netflix, a poder ser, de acción.

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