Los embalses del Guadalhorce se vacían y abocan a Málaga al nivel rojo de sequía

Si ya resulta bastante desolador observar el aspecto de las imágenes tomadas en los embalses de la provincia, con mucha tierra, viejas construcciones que afloran y estrechos hilos de agua que serpentean en la cola de los embalses, ahora los números dan la puntilla.

En concreto, el Guadalhorce, Guadalteba y Conde del Guadalhorce han llegado al final de esta semana con 67,9 hectómetros cúbicos. Ese es el consumo de Málaga ciudad durante un año, pero ni todo el agua se puede aprovechar ni sólo hay que suministrar a la ciudad, ya que ahora mismo se están enviando 300 litros por segundo a la Axarquía.

El Guadalteba embalsa algo más de 36 hectómetros cúbicos (23,76% de su capacidad); el Guadalhorce, salinizado, 20 hectómetros cúbicos (16,10%), y el Conde 11,23 (16,89%), en mínimos históricos.

La normativa que regula los niveles de sequía es confusa porque habla del sistema Guadalhorce-Limonero, que resulta de añadir a estos tres el pantano de Málaga capital y el de Casasola (Almogía). Sin embargo, su suministro es testimonial, puesto que en el caso del Limonero no llega al hectómetro cúbico al año y el segundo no aporta ni tres. En Emasa lo tienen claro: el nivel 71 se aplica a los embalses del Guadalhorce. En todo caso, teniendo en cuenta los cinco, los recursos son de apenas 79 hectómetros.

Otro hecho es que en estos días termina el otoño, una estación en la que se depositaban muchas esperanzas, y los datos de lluvia son paupérrimos. Según el registro de la red Hidrosur, en los pantanos del Guadalhorce lo máximo recogido son unos insuficientes 47 litros por metro cuadrado de lluvia este otoño.

Si Málaga capital tiene agua para un año, en el resto de la provincia la carestía es aún más acuciante. Se multiplican las restricciones en la Axarquía (el último gran municipio en empezar con los cortes es Rincón de la Victoria) y se utilizan bombas para tratar de aprovechar hasta la última gota del agotado pantano de La Viñuela, en situación de 'presa muerta' con sus 12 hectómetros.

La Costa del Sol salva el tipo de momento con la desaladora de Marbella, que funciona al máximo de lo que puede (que es la mitad de su potencia original por envejecimiento de sus equipos a la espera de las obras de reforma que se están haciendo y del proyecto futuro para duplicarla). De hecho, el 21% del suministro a la Costa viene de esta planta, mientras el pantano de La Concepción, que paradójicamente tira agua al mar con cierta frecuencia por su corta capacidad, sólo almacena 13,98 hectómetros. Allí sólo se han recogido 42 litros por metro cuadrado de lluvia en el otoño.

El panorama se terminará de poner feo en la Costa en marzo, según las previsiones de Acosol, que suministra agua en alta a los 11 municipios de la zona.

Pasar de nivel de sequía es abrir la puerta a nuevas restricciones. Hay que ahorrar todo el agua potable posible, especialmente la de los pantanos.

En esto, hace tiempo que los ayuntamientos de las zonas en nivel rojo han adoptado medidas para ahorrar un 20% de suministro. Es el veto al llenado de piscinas, fuentes, limpieza de vehículos fuera de lugares establecidos, riego de parques y jardines, campos de golf, duchas y lavapiés en las playas...

En esto Málaga ha hecho los deberes con antelación y ya ha bajado el consumo en ese 20%. Lo ha hecho bajando la presión en cinco zonas de la ciudad, obteniendo nuevos recursos y ahorrando agua para riegos y baldeos.

El sector más sacudido por esta coyuntura es ahora el campo. En el Guadalhorce, bajar del citado nivel rojo implicará que los riegos para el año 23/24 pasarán de un «máximo de 20 hm³ a 10-15 que podrán ser revisados en función de la evolución de la situación», según se recoge en el Decreto de Sequía, cuya 'cuarta entrega' está a punto de ver la luz, con las conocidas medidas de traer agua en barco e instalar desaladoras portátiles.

A nivel general, la Diputación de Málaga calcula que el impacto en el producto interior bruto de la provincia puede alcanzar el 40% si la situación persiste. El impacto turístico sería grave.