Juan Francisco Zambrana: «La pandemia no va a cambiar nuestro modelo de consumo de forma radical»
Catedrático de historia económica en la uma ·
El catedrático pide que se aproveche esta crisis para reflexionar, no obstante, sobre si «más siempre es mejor»Juan Francisco Zambrana es catedrático en la Facultad de Económicas de la UMA y dirige el área de Historia Económica. Con la experiencia que ... otorga analizar las realidades con la amplitud de miras de un historiador, aborda en esta entrevista la temática del consumo y de cómo la actual pandemia del Covid puede cambiar nuestra forma de consumir en los próximos años.
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De entrada, como le pasa a los teóricos, es reacio a dictar sentencias, pero se atreve a descartar cambios radicales. Eso sí, apunta a que debemos reflexionar sobre si «más siempre significa mejor». También repasa los efectos de anteriores pandemias sobre la economía y ofrece algunas lecciones que pueden ser valiosas para la que se nos viene encima.
Si pudiéramos describir algo así como una cultura de consumo, ¿cuál ha sido la nuestra antes de la pandemia?
Nuestro modelo de consumo se remonta al principio del siglo XX y es una consecuencia de la segunda revolución industrial. Esta procuró una producción externalizada y facilitó que amplias capas sociales accedieran al consumo. La primera sociedad del consumo fue Estados Unidos, luego este modelo vino a Europa. Después, pasamos a esta última época, la de un excesivo consumo, que se inicia en los años 80 y 90.
¿En qué se basa esta cultura? A uno le viene a la cabeza el intercambio dinámico de productos y experiencias.
Hay muchas maneras de acceder al consumo. Pero, normalmente, hablamos de un intercambio con dinero.
¿Cree que esta pandemia va a cambiar nuestra forma de consumo de manera radical?
Yo creo que no. La pandemia no va a cambiar nuestro consumo de forma radical. Sí va a reforzar ciertas tendencias y nos va a hacer reflexionar sobre los límites de nuestro modelo de consumo. El informe del Club de Roma en 1972 ya hablaba de los límites del crecimiento. La última encíclica del Papa Francisco señala ahora los mismos problemas que ya se planteaban entonces.
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¿Cree que hemos alcanzado ese límite?
No sé si lo hemos alcanzado, pero estamos en un momento en el que debíamos plantearnos si más siempre es mejor.
¿En la naturaleza del hombre está el querer prosperar económicamente?
Mejorar las condiciones de vida y de bienestar, siempre. El hombre siempre ha luchado por eso. Ha salvado guerras, epidemias, sequías, tiempos buenos y tiempos menos buenos. Siempre hay un deseo de encontrar mejores condiciones.
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Pero esta es la primera pandemia que golpea a una economía globalizada e interconectada.
A ver, es la primera que tiene lugar en un momento de globalización. También los historiadores hablamos de una globalización al final del siglo XIX y del siglo XX. En términos comparativos, lo que está ocurriendo ahora mismo, tiene poca importancia con lo que ha ocurrido en otros momentos. En la llamada gripe española, solo en nuestro país, murieron en torno a 300.000 personas.
Ahora se habla de volver a arrancar la economía. Suena un poco a arreglar un ordenador cuando da problemas. Apagar, volver a encender y rezar para que todo esté como antes. ¿Es posible?
Arrancarla costará trabajo, pero esto no es una guerra en la que las estructuras productivas se han destruido. No ha habido ninguna destrucción física de las infraestructuras de producción. Es posible recuperar la economía. Otra cosa es que va a costar mucho trabajo salir de esta crisis.
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¿Todavía es viable una recuperación pronta de la economía? El Gobierno habla de un crecimiento del 7% del PIB para 2021.
Yo tengo mucho respeto a todos los cálculos que se puedan hacer. Pero los escenarios son muy cambiantes. Seguramente, en diciembre, tendremos otro cálculo nuevo.
La Historia está llena de momentos difíciles: guerras, sequías o crisis energéticas. ¿Estos momentos siempre han venido acompañados de una ruptura con lo establecido en la economía?
No tiene que ser así. Utilizando el argot, las situaciones difíciles pueden ser buenas oportunidades. Durante estos meses anteriores, los demógrafos han escrito sobre las pandemias y el miedo que generan. El miedo paraliza, pero también puede ser productivo. El miedo nos hace más cautos y nos procura más fuerza para construir contra aquello que no queremos que nos vuelva a ocurrir. Los seguros, por ejemplo, surgen en las crisis de mortalidad del siglo XIX.
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¿Esta crisis va a acelerar procesos o costumbres que ya estaban ahí? Las aplicaciones para hacer videconferencias, por ejemplo, ya existían.
Es muy probable, sí. En situaciones de dificultad se aceleran los cambios que ya estaban produciéndose, aunque de una manera más lenta.
¿Cree que vamos a volver a consumir tanto como antes de esta crisis?
Yo tengo la esperanza de que esta situación nos lleve al conjunto de la sociedad a reflexionar sobre los límites que tiene el consumo y el actual modelo que está en funcionamiento. Tiene muchas cosas muy buenas, pero podemos corregir lo más superfluo. El consumo no nos da más bienestar, más no siempre es mejor.
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¿Pero cada nueva generación no consume más que la anterior?
A ver, tenemos la idea de progreso continuado. Pero eso no se sostiene si hacemos un análisis histórico más riguroso. No siempre hay un progreso continuado. Ahora vemos que se puede producir una inflexión. Yo he consumido más que la generación que mis padres. Pero ya se está dando que la actual generación no vive mejor que la de sus padres.
¿Por qué nos hemos vuelto más modestos en nuestro gasto? ¿Solo es el temor a lo que puede venir en los próximos meses?
Yo creo que es muy importante ver esto en términos históricos e introducir el concepto de la demanda reprimida. Pongamos como ejemplo las anteriores guerras mundiales. Una vez que terminan, queremos hacer todo lo que no pudimos hacer y lo queremos hacer de forma manera inmediata.
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Entonces, ¿habrá para llenar La Rosaleda tres veces cuando se pueda volver a ir al fútbol?
Puede ser. Y esperemos que para entonces el Málaga ya esté en Primera División.
¿La nueva normalidad será más cara que la anterior? Por ejemplo, pagar más por una entrada de un concierto porque el protocolo sanitario encarece los precios.
No necesariamente. La economía va a seguir funcionado y va a tener una productividad grande. No creo que los precios vayan a subir.
¿Esta pandemia la lleva mejor si se pertenece a la clase social alta?
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La situación social y socioeconómica influye en muchos aspectos. No obstante, hay que matizar. La peste, por así decirlo, era una epidemia muy democrática. Atacaba a todos. Las epidemias del siglo XIX sí generaban desigualdad porque afectaba a los que vivían en los barrios más insalubres.
¿Qué podemos aprender de anteriores pandemias?
Lo que he dicho antes, que el miedo también puede ser constructivo. Por tanto, podemos tener una visión positiva de las pandemias del pasado. Si entramos en detalles, lo que se está haciendo es lo que ya se hacía en momentos anteriores. Incluso, en la crítica política. En una crisis de cólera en 1885, en Madrid, no se toman las medidas precisas porque la Unión Mercantil alude a la Feria de San Isidro. Incluso le montan una huelga a Cánovas del Castillo. La tensión entre la economía y la sanidad ha existido siempre.
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¿Descartamos la implosión del capitalismo?
Aunque se ha escrito mucho sobre ello a partir del 2008, yo creo que la sociedad capitalista tiene aún mucho recorrido.
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