Bazar Aladino: la nave de los sueños
Bazar Aladino. Montemar, Torremolinos
La N-340 ya no es lo que antaño y la vuelta de la playa los domingos de verano, tampoco. Era a principios de los ... setenta: al esplendor de los días de castillos de arena y colchonetas frente al mar seguía un tedio inimaginable hoy día. Sin autovía, las larguísimas caravanas de coches volvían a la ciudad a paso de tortuga sobre el ardiente asfalto. Sin aire acondicionado. Un tormento para unos padres que intentaban apaciguar a los impacientes vástagos que viajaban en el asiento de atrás. ¿Cuánto falta, papá? Cada curva ofrecía una perspectiva distinta: acantilados cortados a pico sobre el Mediterráneo, bungalós escalonados en ladera y hoteles de cien balcones repetidos se sucedían enmarcados por la ventanilla del Simca.
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A mitad de camino, el gran hito de la ruta daba un respiro a los progenitores: ¡Mirad! ¡El edificio barco! El benjamín saltaba como accionado por un resorte y sonreía mientras el Bazar Aladino navegaba por la amura de estribor con sus gallardetes al viento. ¿Tenía gallardetes o es un adorno que añade la memoria? La embarcación de tierra firme que el arquitecto Fernando Morillas diseñó para el empresario Rodolfo Prados en 1957 sigue todavía hoy insuflando ensoñaciones en las mentes más fantasiosas.
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